Martes 27 de Marzo, 1925
Querida Victoria,
Han pasado cuatro meses desde que te fuiste. No es mucho, pero cada día se siente como una eternidad que me destruye a pedazos. No estás lejos, pero no estamos juntas. Y no me gusta, lo detesto. Pero no importa lo que yo piense, ¿qué puedo cambiar?
Aun así, ¿sería egoísta esperar que te sientas como yo? Tú una vez me dijiste que no está bien esperar que todos se sientan como yo cuando algo malo me pasa, ¿pero podría esperar que tú lo hicieras, sólo por esta vez? ¿Me permites ser egoísta cuando se trata de ti? Sé que no tengo el derecho, dije cosas horribles cuando te fuiste, te lastimé y eso me vuelve mala persona.
Lo siento, esta carta es un desastre. Sólo quería escribirte para saber cómo estabas.
Te extraño Victoria.
Irene.
PD.: Tú siempre dijiste que mis cartas se desviaban del tema siempre, supongo que tres meses no van a hacer que eso cambie. Tendré que aprender a escribirlas sólo por ti.