ELOISE
Arthur, ha estado conmigo de visita por estás semanas, me ha ayudado a planear el festejo de cumpleaños para mi madre, hemos degustado tartas, platillos y elegir todo lo que se debe de usar para el día del baile, las invitaciones ya han sido enviadas, pero solo me queda una por enviar, la de los Regan. Me da un miedo atroz el que no vengan, o mejor dicho que no venga el monarca.
He estado lejos de Regan y de Mikael desde hace tres meses, la última vez que lo vi fue ese día que piso Basset, era obvio que él no vendría a buscarme, ni yo saldría a buscar un desplante de su parte en su reino…
—¿en qué piensas? —dicen a mis espaldas.
—en la fiesta, es mi primer baile organizado por mí, me siento emocionada.
—te he dicho que todo saldrá bien, majestad. Todos quedaran maravillados con tu buen gusto.
—Arthur, —lo miro por un instante, —Gracias, sigo esperando que es lo que tienes por decirme.
—¿En verdad te intriga? —me sonríe, tiene la sonrisa más inocente que haya visto.
—mucho, espero que me lo digas pronto, antes de que pierda la cabeza…
—No, no debes perder la cabeza, te quiero con ella.
Trago saliva al escuchar decir eso, no me refiero a lo que me tiene que decir, sino a lo que va impedir y que deseo que ocurra.
—No tardes, el tiempo es limitado.
—¿estás bien? Pequeña.
Siempre me ha dicho pequeña, y admito que toca lo más sensible de mi ser.
—Estoy bien, ahora, debo de ir a entregar esta invitación.
—¿tienes que ir tú? Me da pavor el que vayas a ese sitio donde esta ese arrogante rey.
—Lilian, es mi amiga y ese arrogante rey es su hijo y también la persona con la que mantengo un tratado de paz, no querré enfurecerlo, créeme, además dudo que venga.
—ojalá, pero es Mikael Regan, siempre está, aunque no esté.
—suena como si fuera un dios… —me río por ese comentario.
—la gente suele idolatrarlo, tiene su lado bueno, pero tiene más lado malo que bueno, comienzo a creer que eso es lo que les gusta a las personas, el sentir que este señor si castiga sin tantos rodeos, que cumple siempre con lo que dice… —piensa un momento —tienes razón, suena como si fuera un dios y no lo es.
—tienes razón, siempre está aunque no esté… — mikael, es así, un maldito desalmado pero que la gente aclama.
—sí, ya ha interrumpido nuestra conversación.
Le sonrío, tomo la invitación y me marchó.
Ya es medio día, las aves cantan en medio del bosque que comienza a ponerse de nuevo en esos tonos alegres y coloridos, ya se escucha de nuevo el agua corriendo de los riachuelos y arroyos.
La primavera es mi temporada del año favorita, pues los narcisos cobran vida, son mis flores favoritas, pese que en mi palacio no hay tanta vegetación y esta primavera uno de mis proyectos es hacer un jardín, con la ayuda de Lilian, es por eso que también vengo a verla, para que me de semillas de sus flores.
Pasadas un par de horas, veo el estandarte real del león y debajo su lema “coraje, poder y sabiduría”.
Los niños salen en pantalones cortos y las niñas con vestidos de colores, los soldados uniformados y resguardando su palacio.
Escucho las trompetas y en seguida mi carruaje me abre las puertas.
Ver de nuevo este palacio hace que me den escalofríos.
No proceso bien, cuando Lilian viene por mí.
—llegaste, he mandado preparar un pequeño banquete en el jardín, mi sitio favorito de todo este lugar. —me abraza con afabilidad.
—me da mucho gusto verte de nuevo.
Se ríe y desde ya percibo el gran parecido que tiene su sonrisa con la de su hijo.
Vamos al jardín trasero y en el kiosco, veo a las empleadas en fila recta.
—Majestades. —se reverencian.
Lilian, con toda su elegancia abre su abanico de plumas blancas y se sienta sin perder ni un solo segundo el porte.
Solo somos ella y yo, por lo que una esta enfrente de la otra.
Mientras nos sirven los platillos volteo y observo el lago que cuando vine estaba congelado, ahora esta lleno de aves que bajan a beber agua.
La imagen que percibo es increíble.
—la naturaleza si se cuida nos ofrece cosas espectaculares, las mujeres somos como la naturaleza, si nos riegan, nos miman y nos cuidan, les damos vida, amor y placeres, pero si nos descuidan, el mundo solo será desgracias. —me dice la reina.
—cierto…
—¿cómo vas con tu príncipe? —me cuestiona sin perderme de vista. —he escuchado que ha estado hospedándose en Basset.
—Bien, la relación entre nosotros creo que cada vez avanza un poco más. —me limpio las comisuras de la boca, — me ha estado ayudando con algunas cosas, además su compañía es agradable.
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Editado: 11.12.2024