En Otro Reino.

CAPÍTULO 29

MIKAEL

Subo y me visto de inmediato, doce horas, doce horas que han sido cruciales, aprieto el puño y como puedo me dirijo por mi espada.

Ronald entra cambiado.

—listo, la alta guardia esta haciendo filas.

—quiero a los hombres resguardando cada punto del reino. No sabemos si es una trampa y sabes que mi prioridad siempre será mi gente y mi tierra...

—ya he mandado revisar el perímetro y los hombres ya están en posiciones.

—los perros deben de estar en la búsqueda. son importantes.

la mirada que me dedica, es como si estuviera hablando con la señora Rose, la que según predice el futuro.

—necesitamos una prenda de ella. Tendremos que ir a Basset y eso nos quitará tiempo.

Niego, saco algo que tengo de ella. Y Ronald me mira con cara de estúpido. Es la camisa que le arranque la noche que estuvimos juntos.

No le daré explicaciones y él sabe que tampoco debe pedirlas.

Asiente y sale.

Bajo las escaleras y Arthur sigue lloriqueando como niña pequeña.

Mi madre al ver el traje de batalla, se pone de pie y niega como una posesa.

—Mikael, No. —sus pies no la dejan avanzar. —soy tu madre y te lo niego.

Llora y su cuerpo se mueve con desesperación.

—y yo soy el rey, y el mejor soldado de toda la alta guardia.

—Mikael, me prometiste que jamás lucharías con nadie, por favor, hijo…

Trato de evadirla y camino por su lado.

Se aferra a mi brazo y con la mirada ordeno que me la quiten con sutileza.

—ya me quedé sin el amor de mi vida, no voy a permitir que también me arrebaten a mi hijo.

Nunca había visto a mi madre llorar con desespero. El alma se me rompe, pero esta búsqueda debo hacerla yo, antes de que caiga el reino en manos equivocadas.

Intento caminar, pero su sollozo me detiene.

—Madre, no me pasara nada.

—no quiero que te arriesgues.

—lo único que puede matar a Mikael Regan, es Mikael Regan y tal cosa no va a pasar. —le sonrió y le doy un beso antes de dar la vuelta.

Al salir los soldados arman filas, me saludan y se posan firmes.

—vamos a un rescate, no sabemos cuantos son, ni con que armas pueden atacar…, quiero ver porque son los mejores y quiero que vuelvan a casa con sus familias y festejen una derrota más al enemigo. No voy a rendir homenaje a quién se deje matar. —informo. —suerte y volvamos a casa.

—Larga vida al rey, Larga vida al Rey… — me gritan, — Que Dios le permita volver victorioso.

Rompen filas y salen.

—vuelve a casa, hermano. — le digo a Ronald. —porqué sino, te revivo y te mato yo mismo por débil.

—lo mismo digo majestad.

Da la orden y lo siguen, el famélico se va con él.

Miro a mi hogar y me prometo que debo volver, mi madre y un pueblo me esperan.

 

El recuerdo vuelve y la ira me corre por las venas.

 

(seis años antes)

—los comerciantes, ese grupo me están colmando la paciencia. Los saque de la ruina, les abrí las puertas de mi reino y quieren que les de poder, están mal.

Escucho a mi padre decirle a mi madre.

—nunca se les complace a las personas, corazón. Tú has actuado de buena fe, pero no puedes seguir permitiendo que hagan sus actos de delincuentes, deja solo a los que quieran estar aquí…

—Lily, mi bella Lily, la mente maestra de mi vida. —besa a mi madre y asiente, —exiliaré a los demás, se les seguirá socorriendo con el comercio y que anden por el mundo haciendo sus negocios, les irá bien.

—eres demasiado condescendiente.

—son humanos y somos capaces de equivocarnos, cuando extrañen el calor de su pueblo volverán como el hijo prodigo.

—y tú les abrirás los brazos.

—merecen el perdón.

Mi madre lo observaba como si viera en él lo mejor de la vida. A ese hombre de pelo cano y barba blanca, ¿Dónde habían quedado esos cabellos negros que representaban a los Regan? ¿Dónde había quedado esa piel tersa?, sus arrugas en la cara formaban su sonrisa, y esos ojos que denotaban bondad y perdón ya estaban cansados. Mi madre lo abrazo como si fuera su fuente de poder.

—te amo, Albert… haces que crea en las personas.

—yo te amo mil veces más y por ti y mi orgullo quiero hacer de este mundo algo mejor.

Pasaron los días, los meses…

 y una tarde, el estandarte de la cabra mando a llamar a mi padre a las afueras del reino, querían volver a ser Regan. Mi padre fue.

Charlo con ellos y cuando se dio la espalda para que lo siguieran, Chapman le enterró una espada oxidada en el centro de la columna, sus guardias corrieron y lo ayudaron, dejando huir a esa escoria.

Lo llevaron malherido a casa, los doctores tardaron horas revisándolo.

Todo aparentaba ir bien, no había tocado ningún órgano y solo había posibilidad de que no volvería a caminar.

Pero no contaban con que el arma estaba oxidada y que mi padre era demasiado grande para aguantar una infección como esa.

Comenzó a pudrirse en vida.

—No me dejes, te lo prohíbo Albert Regan, tenemos que llegar a viejos los dos… — escuchaba a mi madre decirle eso a cada nada, —deja de ser tan sentimental y ponte de pie. Demuéstrame que también tienes fuerzas para sanar… te necesitamos tu orgullo y yo…

—Lily, bella Lily, estás tan hermosa como los lirios, recuerdo como me enamoré de ti, cuando te vi llena de hojas , con una libreta y tu canasta de flores, me pareciste la mujer más espectacular, más valiente y más justa. Decidí que tú serías la mujer que traería a mi orgullo al mundo y lo hiciste... Aunque al principio me intimidabas, eras tan segura, tan obstinada que jamás creí que te fijarías en un sentimental como yo. Que lloraba cuando los pajarillos dejaban el nido... Me conociste humano, mi bella Lily.




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