No,no,no, esto es...
« —ya van dos meses desde que esta aquí entubada, su cerebro está a punto de un colapso enviando cada vez menos oxígeno a sus órganos, no va a soportarlo mucho tiempo más señora, su hija está sufriendo.
— no puedo, ella lo va a lograr, ella es más fuerte de lo que cree, ayer la sentí mover sus manos, ella despertara— sollozo mi madre.»
¿Dos meses? No sabía que pensar, estaba hecha un nudo, tenía tantas cosas, la alucinacion, las voces, los sueños, ¿Eran reales? Si así lo fueran, yo...¿yo estaba muriendo? Mi madre, la escuché muchas veces llorar, a Lucía también, me rogaban despertar, hasta podia sentir las cálidas manos de mi madre rozar mis mejillas, querían que volviera, pero ¿Realmente yo quería volver? ¿O si quiera podía?.
No seas estúpida marina, esto no puede ser un sueño, esta es la vida real, me dije a mi misma tratando de convencerme.
Cerre con todas las fuerzas que pude mis ojos, no quería seguir pensando en nada, estoy perdiendo la poca cordura que me queda y no puedo actuar así delante de Emmett, no se lo merece.
Me levanté y guarde el frasco vacío de pastillas en la cómoda.
—pequeña.
Gire sobre mis talones y Emmett estaba de brazos cruzados con el hombro pegado al marco de la puerta, estaba con su dulce expresión y sus brillantes ojos posados en los míos, sentía el corazón latir fuertemente bajo mi pecho y mil pensamientos en mi cabeza, la sentía como las ruedas de un tren a toda velocidad, procesando información.
se acercó a mí y acaricio mis mejillas con una suavidad que solo el proporcionaba con cada toque a mi piel.
—Sea lo que sea que está pasando por esa linda cabecita, debes dejarlo ir, aquí estoy contigo, aquí me tienes, nunca me fui, siempre estuve aquí.
Dijo señalando mi pecho, no entendía sus palabras, pero sí que me despejó la mente con cada una de ellas, como un cielo oscuro y sombrío, Emmett era mi faro, mi guía, mi luz, siempre me sacaba de la oscuridad, siempre me daba tanta paz, tanto amor, tanto de todo, que no podía resistirme a el.
— somos uno solo, tu dolor es el mismo mío, Estamos juntos en esto, es este nuestro propósito pequeña, cumplir lo que nos arrebataron y ser por fin felices juntos, se que peleaste con tu padre y te está afectando, pero no voy a permitir que te sientas mal por ello.
— no Emmett, esto no es lo...
— shh shh mi linda, este es el ahora, debemos aprovechar cada momento, estar juntos y ser felices por siempre...¿Acaso no es lo que siempre quisiste?— pregunto con un tono cargado de dulzura.
— si, esto es lo único que eh deseado Emmett— musite.
— entonces, vivamos, vivamos esto juntos, solo tu y yo, sin importar nada más.
***
Pasaron los meses y seguía olvidando todo con más facilidad que antes, mi cerebro no guardaba información, deje de ir al psicólogo, no me estaba ayudando para nada, cada vez faltaba más a la empresa, solo quería estar junto a Emmett que también había faltado a su trabajo para estar conmigo, ya no escuchaba las voces en mi cabeza y los sueños fueron disminuyendo, pasábamos horas y horas tumbados en el sofá solo viéndonos a los ojos, perdiendonos uno en el otro, por dentro yo estaba Triste, muy triste pero no sabía el por qué, Emmett podía ver mi dolor, no sabía cómo pero el podía ver dentro de mí, había tanto silencio que solo se podía escuchar nuestros latidos del corazón que curiosamente se sentían como uno solo, siempre sincronizados.
Tenía esa necesidad de estar pegada a él y el a mi, duramos días sin ver la luz del sol, nadie nos interrumpía, ni nos visitaban, ni nos llamaban, ni escribían, era como si el mundo estuviese completamente apagado, solo el y yo.
Y para mi sorpresa, amaba esa sensación.
Después de cenar, mi estómago se revolvió abruptamente, no podía mantener la comida ni un segundo más dentro de mí organismo, así que corrí al baño más cercano y expulse todo hasta quedar con solo fuertes arcadas, Emmett se agachó a mi lado y sostuvo mi cabello antre sus manos, cuando sentí que ya no tenía nada en el estomago nos sentamos en el frío piso de mármol.
—¿Mejor?
— si, bastante— respondí
— vamos a descansar pequeña, lo necesitas— dijo ayudándome a levantar.
Pasaban más de medianoche y no podía dormir, Emmett tampoco, la habitación estaba oscura, el destello de la luna que se colaba por mi ventana se posó en nuestra cama junto a nosotros, gire y me acomode de lado quedando frente a Emmett que le brillaban los ojos como estrellas.
—mañana sera nuestra boda, estoy nerviosa Emmett ¿Tu no lo estás?— pregunté inquisitiva.
— si lo estoy, solo que— hizo un gesto despreocupado con su hombro—. No lo sé, es algo que deseo y la felicidad opaca los nervios.
— yo también estoy feliz pero no evita que sienta muchos nervios.
Se afinco sobre su codo y con la mano sosteniendo su cabeza.
— a ver, dime porque tantos nervios— pregunto pegandome a su cuerpo.
— no lo sé...
— ¿Estás dudando?— me interrumpió.
—¿Que? ¡Nooo! ¡Jamás! Es normal sentir nervios Emmett, casarse es un gran paso— expliqué.
— pero estás dudando.
— no lo hago, jamás lo haría y menos si mi esposo serás tú, quién debería de dudarlo eres tú, o mejor dicho preocuparse— puse una mueca divertida y jugué con mis dedos con el cuello de su camisa.
—¿Preocuparme?
— siiii, te vas a casar con una loquita con complejo de chicle— bromee.
— soy dichoso de tenerte pegada a mi lado todo el día pequeña, en cuanto lo de loquita...pues eso sí me asusta, pero puedo con eso.
Sonreímos.
— Emmett, tengo miedo— confesé.
— ¿De que?
— de despertar.
—¿Todavía crees que estás soñando?— puso una sonrisa ladina— amor, tienes esa idea desde hace mucho tiempo atrás, yo soy real, tú eres real, tu familia y amistades son reales, todos lo somos, tan real como que mañana nos casaremos y seremos felices por muchos años.