En proceso

✓encuentrame.

Recordé ese dolor en el pecho, mi viejo amigo el dolor.
Hoy, el mejor día de mi vida, mi boda, un sueño hecho sueño, quería que fuera real, llore por eso, llore por tener que soportar otra despedida, llore por los recuerdos que se escapaban de mis manos como arena entre los dedos, llore por Emmett, por mi, por este mundo que cree para nosotros dos, un mundo al que tenía que destrozar y salir, volver a la realidad y encontrar a Emmett, solo eso quería, volver a la realidad con el Emmett real...¿Pero cómo podré volver? No tenía ni idea.
me levanté y seque mis lágrimas justo a tiempo antes de que lucía tocará mi puerta para llevarme a la iglesia.
— vamos princesa, llegó la limo— dijo al otro lado de la puerta.
La abrí y le pregunté inmediatamente:
— ¿A donde fue clareth?
Lucía arrugó sus cejas con una mueca de confusión.
—¿Clareth? ¿Quien es clareth lindura?
Mi pecho dio un respingo de aún más confusión...
—la madre de Emmett, Lucía, ¿Quien más?— dije con tono irritado.
— En el cementerio, Dah— chasqueó los dedos frente a mi cara de espanto—. ¡Que preguntas haces marina! ¡vámonos!— grito tirando de mi brazo.
Intenté con todo mi ser no pensar en la madre de Emmett, marcos si había dicho hace años atras que ella había fallecido, y ella mismo me lo confesó en mi habitación pero no lo había captado, no lo quería ver, ella se sentía...bueno ya la palabra "real" está sobrevalorada, pero no sabría cómo más describirla, ella era muy dulce y siempre me pareció un ángel, después de todo si lo era.
Al llegar frente a la iglesia ya no sentía entusiasmo ni alegría, sentía muchísimo dolor y unas ganas inmensas de volver a llorar, esto es lo que siempre quise y ahora que lo tengo...tengo que dejarlo ir.
Respire hondo y trague el nudo grande de mi garganta y tire todos los pensamientos al fondo de mi, tenía que llegar a él, quería verlo desesperadamente.
Subí cada escalón en dirección a la entrada de la hermosa iglesia, era grande y abstracta con fachada neogótica, con dos arcángeles en la entrada y en la punta una campana que pronto sonará anunciando mi casamiento.
Una mujer de mediana edad estaba esperándome en la entrada y me hacía gestos para que apurara el paso, ya esto lo habíamos ensayado una vez en la mañana, mi madre me llevaría al altar porque así lo decidí, mi padre solo se dedicó a sentarse y no hablar ni opinar — cosa que agradeci—y marcos estaría junto a Emmett y a Lucía esperándome en el altar para entregar nuestros anillos y sostener mi ramo de rosas rojas de mi propio jardín. ya todos en posición, empezó a sonar el órgano en señal de mi entrada.
— ¿lista hija?— pregunto mi madre con una sonrisa dibujada en sus labios.
Yo solo me dediqué a observarla con el nudo otra vez formándose en mi garganta. ella no era real.
— te amo tanto hija, estoy orgullosa de ti— musitó.
Y lo supe, todas esas personas creadas por mi subconsciente son lo que yo quise que fueran y decían lo que yo quería que dijeran, son mi creación, este mundo lo cree a la medida, lo que yo quería ellos lo hacían y decían, mi madre real era muy cariñosa pero le costaba expresar sus sentimientos, mi padre siempre lo vi como el enemigo por eso siempre lo fue en mi sueño.
—vamos.
Entrelazó su brazo con el mío y empezamos a caminar en la alfombra larga y roja que terminaba a los pies de Emmett, mi amado Emmett.
Sus hermosos ojos esmeraldas no abandonaron los míos, era como si me viera por primera vez, el era un hermoso recuerdo de lo que me esperaba en la realidad, el era mi único objetivo al despertar. Camine con pasos cortos, amaba la vista que tenía frente a mi, Emmett estaba vestido con un traje negro y una flor roja en su bolsillo del saco, su sonrisa tan radiante y su mirada tan fuerte y penetrante fue lo que me hizo pensar que siempre la iba a querer ver cada mañana al despertar, siempre lo supe, desde la primera vez que nos besamos, desde la primera vez que salimos, desde la primera vez que fui suya, hasta que lo perdí, no quería volver a repetir los errores pero justo ahora, solo me queda eso...despedirme y empezar de nuevo junto a él.
Frente a mi, Emmett se inclinó y pidió mi mano como todo un príncipe, mi madre orgullosamente se la dio, dándonos la bendición por nuestra unión, yo estaba embelesada completamente, ¿Cómo podría dejar esto atrás? ¿De donde sacaría fuerzas para dejar a Emmett así sea en sueños? Esto era imposible, no podía, no quería, en este momento no, pero debía hacerlo, o moriría en el coma en que me encontraba.
El padre hablaba pero no podía escucharlo, no entendía, todos los invitados sentados en las bancas tenían la mirada en nosotros, había más gente de la que pensé, quería que fuera íntimo pero de alguna manera no lo fue.
— te amo tanto pequeña— susurro inclinándose un poco mientras nuestras manos estaban unidas.
— Emmett— tenía que decirle todo, tenía que hacerlo— estos siete meses junto a ti fueron los mejores de mi vida, creo que jamás tendré tiempo de agradecer por todo lo maravilloso que es tenerte conmigo. Cuando nos conocimos, me pareciste un chico extraordinario, que no le importaba si los demás lo veían como un loco, no le importaba expresar sus sentimientos, siempre sonriendo y bromeando, me enamore completamente de ti sin evitarlo, lamento tanto haberte dejado ir, no sabes cuánto me dolió, cuanto sufrí y cuánto desee tener este momento pero...
—¿Marina, que sucede? ¿Por qué estás llorando?
Su voz me hizo erizar la piel, estaba tan decidida a decirle todo pero un escalofrío me recorrió la espalda, di un paso atrás y fije la vista a los invitados pero al hacerlo di otro paso más desorbitada, no había nadie, estábamos solos en el altar, busque a mi alrededor a mi madre y no estaba, nadie estaba, sentí mis piernas temblar y los dedos de mis manos empezaron a sudar y a hormiguear, mi cabeza era un torbellino de pensamientos y mi garganta asfixiante estaba adolorida de tantas palabras que decir.
Me acerqué rápidamente a Emmett que seguía sin entender nada y lo tome de las manos nuevamente.
— Emmett escúchame, te amo, te amo con toda mi alma...
— marina ¿que está pasando? no me estoy sintiendo bien, ¿Que sucede?— empezó a entrar en pánico y a decir verdad no entendía su reacción.
— escúchame, vamos a salir de esta como lo dijiste, vamos a salir juntos. Esto es un sueño Emmett, no es real, no eres real— puse mis manos temblorosas en sus mejillas y lo obligue a verme a los ojos—. Emmett encuéntrame, vuelve a mi, vuelve a casa que estaré esperándote...
— ¿De que hablas marina? ¡Estoy aquí! Mis piernas...no...las...no las siento marina ¿Que me está pasando?
Baje la mirada y jamás en mis veinticinco años había visto algo parecido, era como un llama que lo consumía desde los pies, la iglesia, el altar, todo estaba desintegrandose, ¿Estaba acabando mi sueño? 
— ¡Emmett! ¡Todavía no! ¡Por favor!— le Rogue con todas mis fuerzas—. Por favor, Emmett, no me abandones, encuéntrame, te lo suplico, búscame y estaremos juntos toda la vida, Prometelo.
Llore, lo abrace y al besarlo el solo sonrió, solo dibujó la sonrisa mas real y más clara que pudo darme.
— te amo pequeña, perdoname, siempre te ame y siempre te amaré, prometo buscarte en todas mis vidas hasta encontrarte, lo prometo...




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