En qué estrella estará

CAPÍTULO 21

Siento que nunca te he conocido
Lo extraño es que vuelvo a caer
Me duele estar sola, me duele contigo
Y perderte es perderme después

Efecto Mariposa

 

El domingo de tarde logré dejar medianamente digno el departamento. Desde que había llegado el viernes a primera hora, no había hecho más que llorar.

Lo curioso de las lágrimas es que, cuando crees que ya no tienes más, aparecen nuevas, y aunque dicen que las lágrimas limpian el dolor, en este caso no era así. Pero no podía culpar a nadie más que a mí misma, por gilipollas, como dicen. Yo había cometido el error de confiar, de abrirme. Había salido mal. Ahora había que ponerle el pecho a las balas y seguir adelante.

No había querido escuchar a Francesco. No quería sus explicaciones. Sé que fue infantil de mi parte ni siquiera dejarlo hablar, pero su confesión me destruyó. Inmediatamente le pedí que agarrara sus cosas y se fuera de la casa de mis padres. Le dije que me iría al claro del bosque por media hora y que cuando volviera no quería verlo en la casa.

Caminé bajo la luna y llegué al claro, pero no pude contar estrellas, estaba demasiado angustiada. Encendí un cigarro y me senté en el suelo, intentando tranquilizarme, pero no lo logré. Apenas sentí el sabor del humo, solté todo lo que tenía en el estómago, y que venía reteniendo desde que Francesco había empezado a hablar conmigo. Me daba asco pensar en él con otra mujer, acariciándola, amándola. Reprimí una nueva arcada, apagué el cigarrillo, lo tiré, respiré hondo, bajé la mirada, derrotada, y comencé a llorar.

Ya en el departamento, intenté acostumbrarme a la "nueva vieja" realidad. Estaba sola de nuevo. Me había ido sola de allí, y volvía sola. Quería ser razonable, entender por qué Francesco me había sido infiel, pero la piel se interponía a la mente. Me resultaba repulsivo que el mismo hombre que me besaba, lo hubiera hecho con otra mujer. Y yo entiendo que los hombres son mucho más instintivos que las mujeres (generalmente), entiendo que tuviera necesidades, entiendo mucho, pero mi estómago se retorcía ante la imagen de mi esposo follando con otra mujer.

Me armé de valor, y decidí prender el teléfono. Lo había apagado el viernes a la mañana, cuando Francesco me llamó dos veces, y no lo había encendido hasta entonces.

Apenas lo encendí, comenzó una lluvia de notificaciones: cientos de whatsapps, llamadas perdidas, correos de voz y hasta mensajes de texto. ¿Quién usa SMS 's en pleno 2020, salvo que se corte el Internet?

Decidí empezar por los mensajes del correo de voz:

Viernes a las 7 AM

***Trini, soy yo. Por favor, atiéndeme. Necesito hablar contigo, necesito explicarte. No me eches de tu vida, por favor, amor. La cagué, ¿vale? Pero necesito que me dejes explicarte.***

Viernes a las 7:15 AM

***Soy yo de nuevo. Necesito verte. Hace un rato que no nos vemos y siento que no puedo respirar. Necesito explicarme, Trini. No te cierres.***

Viernes a las 9 AM

***Tienes el teléfono apagado, Trini. ¿Por qué haces esto? Necesito hablarte. Estoy preocupado. ¿Llegaste bien?***

«¿Ahora te importa, cabrón?»

Viernes a las 11 AM

***Solo quiero que sepas que lo siento. No quiero hablarte a través de un mensaje. Necesito explicarme. Estaba perdido, Trini, y la cagué. No supe hablarte, y tú no me dirigías la palabra, joder. Hacía meses que no hacíamos el amor y...***

Eliminé el mensaje sin terminar de escucharlo. No tenía interés en escuchar cómo me convertía en la villana del cuento que había provocado que mi esposo buscara en la cama de otra lo que yo no le daba.

No había más correos de voz. Seguramente había saturado la casilla. Lo que sí había eran whatsapps. Muchos. Incontables.

Antes de ponerme a leer los mensajes que me había escrito, puse música en mi teléfono. Por quererte, de Efecto Mariposa. ¿Qué clase de masoquista era? Cerré los ojos y escuché la letra de la canción con el corazón en un puño.

Por creer

Por confiarme

Por seguirte voy sin dirección

Sé que nuestro camino hoy

Se parte en dos

Por el amor

Que no compartes

Por el dolor al que no guardo rencor

Ahora siento que llego tarde a tu corazón

Siento que nunca te he conocido

Lo extraño es que vuelvo a caer

Me duele estar sola, me duele contigo

Y perderte es perderme después

Por tenerte, por querer quererte

Dejé de lado todo lo que sentía

Yo no sabía que tu amor escondía la soledad

Y aunque grites "morena mía"

Desde esta orilla no escucho tu voz

No sé quién eres

No sé quién soy

No sé quién soy

Por callar, por no dañarte

Y no enseñarte de mí lo peor

¿Por qué me dices esas cosas que me duelen?

¿Por qué maldices al amor?

Nada es lo que sueles decir

Yo todo te lo quiero contar

Nada nos espera después

Solo soledad

Siento que nunca te he conocido

Lo extraño es que vuelvo a caer

Me duele estar sola, me duele contigo

Y perderte es perderme después

Por tenerte, por querer quererte

Dejé de lado todo lo que sentía

Yo no sabía que tu amor escondía la soledad

Y aunque grites "morena mía"

Desde esta orilla no escucho tu voz

No sé quién eres

No sé quién soy

No sé quién soy

No sé quién soy

Después de la dosis necesaria de tortura, pasé a leer los mensajes.

*Trini, tu casilla de mensajes está llena, por eso te escribo por aquí. Por favor, necesito que hablemos.

*No me des la espalda, amor. Tenme en cuenta que dí la cara y te lo conté, podría habértelo ocultado y nunca lo sabrías, pero no quise empezar nuevamente lo nuestro con una mentira. Tenlo en cuenta.




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