—Taehyung, cariño —dijo su madre tan pronto como contestó el teléfono, después de casi tropezar con una de las patas de la mesa de la cocina para alcanzarla antes que la maldita cosa se fuera al éter que era el estúpido sistema de correo de voz.
—Hola, mamá —dijo sin aliento, frotándose la pierna. Dios, odiaba este apartamento. La cosa era tan pequeña que tenía que dar dos pasos para usar el inodoro, y podía acostarse en la cama y lavarse las manos en el lavabo al mismo tiempo. El ruido en las noches era ensordecedor. Pero era el único maldito apartamento que podía permitirse, y si no encontraba un trabajo pronto, ya no iba a tener uno. Entonces tendría que volver a casa, como si eso no fuera completamente patético.
—Acabo de recibir una llamada para ti. Parece que un lugar llamado Kim Consolidated Financial quiere saber si todavía estás interesado en un puesto con ellos. Debes haber enviado un currículum con nuestro número de teléfono.
El corazón de Taehyung latió más rápido.
—Tengo el número. ¿Listo?
—Sí. —Taehyung lo garabateó en un pedazo de papel, incapaz de creer lo que oía. Había enviado su currículum hace meses, recién graduado, pero no había oído nada. Tal vez este era el milagro por el que había estado rezando—. Gracias, mamá. Te lo agradezco mucho. —Bailó un poco ahí mismo, logrando no volver a golpear su pierna contra la mesa. Esta era la oportunidad de un trabajo, de no estar quebrado y de mantener un techo sobre su cabeza, pero también era mucho más.
Kim Consolidated era la puerta de entrada potencial a la posición que siempre había querido.
—Ve a llamarlos y te hablaré pronto. Tengo que prepararme para el trabajo. —Parecía cansada, y Taehyung podía imaginarse la situación con demasiada claridad: los círculos oscuros bajo sus ojos, la forma en que suspiraba cuando pensaba que nadie miraba sólo para conseguir la energía necesaria para encargar otra hamburguesa con patatas fritas.
—¿Cuántos turnos has cubierto esta semana? —Odiaba que su mamá siguiera trabajando en ese maldito restaurante de la Ruta 30 y que ella siguiera tomando turnos extra para tratar de salir adelante.
—Sólo uno más. Nadine necesita que la cubra, y voy a llegar tarde. Hablaré contigo pronto —agregó, y luego colgó.
Taehyung ingresó el número de Kim Consolidated, esperando y rezando mientras presionaba cada dígito. Podía verse a sí mismo prendiendo fuego al mundo financiero, siendo el próximo Namjoon Kim o Jamie Dimon1, teniendo la oportunidad de ser alguien y algo importante y de hacer una verdadera diferencia en la vida de las personas.
—Kim Consolidated, la oficina de Ahn Hyejin —dijo una mujer cuando respondió al llamado.
—Soy Kim Taehyung, devolviéndole la llamada.
—Excelente. Tenemos un puesto que se ha abierto y nos preguntábamos si aún estabas interesado.
—Sí —respondió Taehyung, probablemente demasiado rápido, pero estaba demasiado preocupado para ser orgulloso.
—¿Cuándo puedes venir para una entrevista? Tengo algunas vacantes esta tarde a las tres y cuatro. —Cambió el teléfono de mano—. ¿Funcionará?
Taehyung no podía creer su suerte.
—Claro. Puedo estar allí a las tres. Tu oficina está en Brooklyn, ¿correcto? —Ya estaba buscando la dirección en su computadora para saber cuánto tiempo le llevaría llegar allí desde Queens—. ¿Y por quién pregunto?
—Sí, estamos en Brooklyn. Dé su nombre a la recepción y enviaremos a alguien a buscarlo. Por favor, traiga todos sus documentos de empleo, porque si es seleccionado, las cosas se moverán rápidamente. Le agradecemos que venga con tan poco tiempo de aviso y le veremos esta tarde.
Taehyung colgó el teléfono y revisó el reloj antes de dar los pasos para ir al baño.
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Justo antes de las tres, Taehyung salió del Uber, vestido con su mejor traje y una camisa planchada y llevando el estuche de cuero que su madre le había dado cuando recibió su MBA. Pasó por las puertas de cristal y entró en el vestíbulo de la fábrica reconvertida, con sus ventanas y rayos de luz que inundaban el espacio.
—Buenas tardes —le dijo a la recepcionista en el escritorio, y dio su nombre.
—Sí. La Sra. Ahn lo está esperando. —Ella le dio una pequeña pila de papeles y sonrió—. Por favor, tómese unos minutos para rellenar estos formularios y luego la llevaré a su oficina.
Taehyung tomó los papeles y se sentó en una de las sillas contra las paredes blancas. No tardó mucho en completar toda la información que solicitaron. Él devolvió los formularios a la recepcionista, quien los aceptó mientras ella hablaba por teléfono.
La puerta cerca del escritorio se abrió.
—Sr. Kim, por favor, venga conmigo. —Él se puso en pie mientras ella mantenía abierta la puerta—. Hana, yo lo escoltaré.
—Gracias, Wheein —dijo Hana cuando su teléfono volvió a sonar. Las cosas estaban claramente ocupadas aquí.
—Soy la asistente de Ann Hyejin, Wheein. —Ella le dio la mano, luego lo llevó a un ascensor y subió al tercer piso. Las puertas se abrieron deslizándose, y ella le hizo señas hacia delante—. Al final del pasillo a tu izquierda.
Fue a donde ella le indicó y se sentó en una de las sillas que había fuera de la puerta de una oficina cerrada. Se abrió justo cuando él se puso lo más cómodo posible, y una mujer de unos veinte años, como su edad, salió corriendo de la oficina sin decir una palabra y se dirigió hacia el ascensor, moviendo la cabeza como si acabara de presenciar algo completamente loco.
—Puedes entrar —le dijo Wheein suavemente, sin sorprenderse por lo que acababa de suceder. Claramente esto había sido una reacción recurrente.
Taehyung se puso de pie y entró en la oficina.
—Por favor, cierra la puerta —le dijo Hyejin, y luego se presentó. Parecía un poco tensa, pero por lo demás era la perfecta representante de personal. Llevaba un traje gris con una camisa blanca, sin volantes ni joyas, excepto un collar de oro que parecía de otro siglo, y su cabello simplemente arreglado—. Y por favor, siéntese.