En tu ausencia | Relato corto

Respuesta

Lo más difícil que hice en toda mi vida fue dejarte cuando lo que deseaba era abrazarte y no soltarte jamás. Llorar, con mi rostro enterrado en tu suave cabello. Besarte hasta que, con tu risa, me detuvieras.

Pero no podía condenarte a una vida de miseria y lágrimas conmigo.

Hace una un mes lo supe, pero quería disfrutar contigo el poco tiempo que podía. No sé si te habrás dado cuenta ya. Te hice el amor como aquella primera vez. Te besé temiendo que te esfumaras. Disfruté abrazándote mientras te mirabas en el espejo.

Absorbí cada detalle, cada parte de tu cuerpo, de tu ser, en mi memoria.

He recibido tus cartas. 

Lamento que me hayas visto con otra mujer. Pero necesitaba que te olvidaras de mí. Y lo harías más rápido si me odiabas. Pero creo que no funcionó.

¿Cómo no iba a acordarme de tu cumpleaños? Es el único día en el que doy gracias a Dios por haberte dado la oportunidad de nacer para poder encontrarte. No tengo dudas de que fuiste hecha para mí. Perfecta.

Nunca me perdonaré haberte hecho llorar. Sé que lloraste cuando me fui. Te escuché. Estacioné el auto más adelante y regresé con toda la intención de retractarme y pedirte perdón, pero escuché tus lamentos. Y no pude. Algo en mí me dijo que era lo mejor.

Que así mi muerte se te haría más llevadera.

Cada vez que tengo la intención de regresar a ti, tengo que obligarme a recordar tu llanto. Así sea que mi alma se fragmente en montones de pedazos, pero es lo mejor para ti.

Le daré esta carta a mi abogado para que te la entregue cuando yo ya no esté. No creo poder hacerlo. No creo que tenga mucho tiempo. Quiero que esto termine rápido, no quiero tener que regresar a ti en mi momento de debilidad.

Mientras más rápido, mejor.

El cáncer consume tu vida y las pocas ganas de luchar. Se apodera de tus pensamientos y de tu cuerpo. Se apodera de todo tu mundo. Y no quería que te consumiera a ti.

Perdóname, mi amor.

Perdóname por todo.

Tenía tantos planes para nosotros. Quería darte la familia que tanto querías. Pero no quiero que mi muerte impida tu felicidad. Sé feliz. Recuérdame, si aún lo deseas, como el hombre del cual te enamoraste. Vive. 

Te mereces mucho, cariño.

Perdóname por ser tan débil y no luchar como me pediste.

Perdóname por romper tu corazón de esta manera.

Perdóname por no poder darte los besos de buenas noches como prometí al conocerte.

Lo lamento, mi amor.

Pero podrás vivir sin mí.




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