No era mi intención estar todo el tiempo comparando a Neil con Watch porque Neil no merecía ser comparado con un idiota como Watch, por mucho que estuviera molesta con él. Aunque no puedo negar que la situación se salió un poco de mis manos y no sería sorpresa si él no volviera a contactarme. Pero me era imposible no hacerlo cuando Neil me provocaba todas estas sensaciones diferentes a las que me hacía sentir Watch.
El problema de todo esto es que me estaba asustando porque al ser la primera vez que me sentía de esta forma, no sabía qué hacer. Era tanto el miedo que me abrumaba el no poder decir algo coherente al estar frente a Neil y terminar complicando la situación entre nosotros.
¡Ni siquiera entiendo por qué estoy tan preocupada!
Ignoré el repentino enojo conmigo misma e hice a la perfección lo que he estado haciendo los últimos días, olvidar el hecho de que quiero ver a Neil y, por supuesto, seguir con mi vida como si nada hubiera pasado. Aunque no he estado haciendo el mejor trabajo ocultando lo que me ocurría, porque todos en cada momento preguntaban qué pasaba conmigo, solo que yo era lo suficientemente inteligente para evitar la lluvia de preguntas.
Justo como ahora, Dani estuvo insistiendo, pero únicamente me limitaba a contemplar la pantalla de mi celular, mientras que de vez en cuando acomodaba mi cabeza sobre sus piernas cada vez que ella intentaba apartarme. Después de algunos intentos fallidos de querer apartarme, ella se rindió por fin entendiendo que no me apartaría con tanta facilidad, por lo que siguió leyendo su libro y finalmente ambas pudimos estar tranquilas en el gran sofá de nuestra sala.
Mientras pasaba los dedos por la pantalla de mi celular, observaba fotos en las redes sociales. Y una de ellas logró captar mi atención por completo. El perfil pertenecía a algún chico de la universidad, pero lo que menos me importaba era quién había subido la foto, sino quiénes aparecían en ella.
Era un grupo de al menos ocho personas y en la esquina estaba nada más y nada menos que Watch con su brazo sobre el hombro de la puta Beth.
¿Lo perdonó después de todo lo que dije? ¡Esta chica realmente no se quiere!
Controlada por mi enojo, mis dedos se movieron rápidamente y escribí un comentario.
“Qué guapo se ve Watch con su nueva puta”
Sonreí y le di un corazón a mi propio comentario.
—Eres muy infantil.
—¿Tú qué haces observando lo que hago?
—Entonces, ¿el drama armado es por Watch, en serio? Deberías agradecerle a esa chica por haberte librado de él.
Estaba a punto de responderle cuando el timbre me interrumpió.
—Te toca —declaró, pero estaba renuente a levantarme, pero ella movió sus piernas insistiendo en que vaya a abrir la jodida puerta―. Abre, te toca. Eres la hermana mayor.
Dejé mi celular sobre el sofá mientras, irritada, iba hacia la puerta, pero toda irritación se esfumó cuando al abrir me encontré con Neil.
¿Neil?
¡Neil estaba aquí!
—Hola.
—Estás aquí —susurré, sin poder creerlo.
—Parece que sí.
Seguí el recorrido de su mirada por mi cuerpo y fue entonces cuando me di cuenta de lo que llevaba puesto. Una sencilla camisa negra que llegaba por encima de mis rodillas y medias grises con rayas amarillas fluorescentes. ¿O son amarillas fluorescentes con rayas grises? ¡Mierda, no sé! ¡Lo único que sé es que el resultado de mis preocupaciones está parado frente a mí!
—Pensé que podríamos dar una vuelta con Hudson y hablar, ¿Te parece bien?
¡Claro que sí! ¡Claro que sí!
—Sí, claro. Pasa. —Exhalé lentamente tratando de disimular los latidos rápidos contra mi pecho—. Solo tengo que cambiarme de ropa.
Estaba un poco avergonzada por ni siquiera haber pensado en su propuesta, pero tenía que admitir que él podía pedirme cualquier cosa con tal de que me sonriera de esa manera angelical.
—Ella es Dani, mi hermana —ella se quedó viéndonos sin ninguna expresión—. Por favor, actúa como una adolescente normal. Ya vuelvo, no demoro.
—Hola, Dani, soy Neil.
—¿Qué hay?
Fue lo último que logré escuchar por parte de Dani y nada más rogaba a quien sea que haga los milagros que mi hermana no terminara de espantar a Neil, porque él ya había tenido suficiente con mis locos arrebatos.
A tropezones entré a mi habitación agarrando el primer short que conseguí, cambié mi camisa negra por una blusa roja y me puse un par de vans. Una vez frente al espejo ni me tomé la molestia de peinarme, solo coloqué una gorra sobre mi cabeza y de igual forma a tropezones salí de mi habitación.
Pero todo mi esfuerzo en querer que Neil saliera ileso de mi casa fue en vano, porque tan pronto empecé a bajar las escaleras logré escuchar a Cam gritar “Kame Kame Haaaaa”.
No, no, no, no.
¡Maldita sea, mil veces no!