En Tus Manos

CAPÍTULO 11

 

 

Mi satisfacción y autoestima estaban en su punto máximo al verme tan resplandeciente frente al espejo, ya que mi atuendo rojo, a excepción de mi chaqueta negra, me quedaba perfecto para este día tan especial.

No era especial para mí, sino para Neil, pero por alguna razón su felicidad también se había convertido en la mía.

El tiempo había pasado tan rápido que en un abrir y cerrar de ojos los exámenes finales de Neil habían llegado y, según entendía, serían su boleto directo a las prácticas.

Entonces, ¿qué mejor recompensa para todo su gran esfuerzo que yo misma?

Paris Kellman en un ajustado vestido rojo y botas negras hasta las rodillas.

¡Y apenas eran las 5 de la tarde!

Esperaba con ansias que a más tardar a las 9 de la noche estuviera sin ropa.

—Esa sonrisa traviesa significa que tendrás sexo hoy.

Lancé una mirada asesina a Elías, quien estaba acostado en mi cama mientras me examinaba de pies a cabeza.

—Solo invitaré a Neil a celebrar por haber terminado sus exámenes.

—Claro, a celebrar sin ropa. Entiendo.

—Piensa lo que quieras.

—Desde aquí puedo ver tus pechos y trasero cubiertos con lencería de encaje —Su cabeza cayó hacia atrás mientras empezaba a reír—. Lencería de encaje, botas negras y cabello ondulado ¡Claro que vas por sexo!

Mordí mi labio para evitar reír, porque este idiota no me haría darle detalles de mi noche con Neil.

—Demonios… cómo me gustaría verlos.

¿¡Qué demonios?!

Mi mejor amigo se apresuró a negar cuando notó mi expresión de terror.

—Quiero decir, verlos, pero no de manera pervertida.

—¿Querer verme tener sexo de forma no pervertida? ¿Eso existe?

—Entonces estás admitiendo que tienes planeado tener sexo esta noche.

Mierda, él es bueno.

—No pienso seguir teniendo esta conversación contigo.

Empecé a meter mis cosas imprescindibles en mi cartera rápidamente para poder escapar de esta conversación, pero Elías no parecía tener intención de terminar.

—Cuando digo que no sería de manera pervertida, me refiero a que sería por curiosidad —Fruncí el ceño—. Ya sabes... —negué sin entender—. Sobre lo que dicen de los callados, Paris.

Crucé los brazos y esperé a que terminara de hablar para poder irme.

—¡Vamos, Paris! —Sus rodillas se hundieron en el colchón de la cama, demostrando lo exaltado que estaba—. Sobre eso, de que la tienen grande y son excelentes en la cama.

Mantuve mi rostro impasible, pero verlo balbucear sobre la increíble noche que me esperaba con un hombre callado finalmente rompió mi seriedad.

—Lamento decepcionarte, pero no alimentaré tu lado voyeur.

—Me conformo con que mañana me des algunos detalles. Al menos para confirmar si los callados realmente la tienen más grande que el promedio.

Elías también había caído en la fachada tranquila de Neil y había hecho suposiciones rápidas de que era un hombre tranquilo y callado, incluso creyendo que era aburrido.

Estaba completamente equivocado.

Sin duda, Neil era como una caja de sorpresas que cada vez que la abrías te sorprendía con algo nuevo y te intrigaba a seguir explorando.

Y aquí estaba yo, aferrada a esa caja como si pudiera darme la vida eterna.

Aún podía escuchar a Elías parloteando tonterías detrás de mí mientras bajaba las escaleras y, como de costumbre en esta casa a esta hora de la tarde, Dani estaba acostada en el sofá, más muerta que viva, y Cam estaba haciendo su tarea del colegio de manera obligatoria.

Este último, al igual que Elías, me examinó de arriba abajo y, al terminar su escrutinio, soltó un cumplido que le valió un sonoro beso en su regordeta mejilla.

—Límpiate, he dejado lápiz labial rojo en tu mejilla.

Tras una mueca de asco, salió corriendo, seguramente a lavarse.

—Saldré un rato con unos amigos.

Mi hermana ni se inmutó al escucharme, pero estoy seguro de que sabrá qué decirles a mis padres cuando alguno se acuerde de mí.

Después de conducir durante unos minutos y llegar a la USC, entendí que había hecho la elección correcta de vestimenta. A pesar de que ya era bastante tarde, todavía había algunos estudiantes alrededor de la facultad que no escatimaron en lanzarme miradas.

Algunas miradas eran de admiración y otras decían: “¿Quién demonios se cree ella?”, pero esa era la parte divertida de todo esto.

Hice mi entrada a la facultad, sabiendo de memoria el lugar donde podría encontrar a Neil. Sin embargo, me llevé la desagradable sorpresa de encontrarme con la dulce Sally viniendo en sentido contrario al mío.

No soporto a esa perra, así que no me molesté en regalarle otra mirada.



#651 en Novela romántica
#16 en Joven Adulto

En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 11.04.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.