Todos parecían muy felices de tener a Zury aquí y se suponía que ella, al ser mi mejor amiga, yo debería estar igual de emocionada. Sin embargo, sentía que la historia se repetía en donde yo era el centro de los problemas de Zury y Elías y es que ambos, no paraban de verse entre ellos y verme a mí, como si yo fuera la solución de sus problemas.
¡No lo era!
Estaba harta de escuchar a Dani hablar de lo mucho que le gustaba el regalo de Zury, ya que ella sí sabía lo que realmente le gustaba.
Capté la indirecta, hermanita.
Me encontraba tan tensa que ni me importo lo desagradable que era Roger al no poder sacar sus ojos del escote de Zury. Me preocupaba el que algunos se percataron del semblante neutral de Elías, lo cual era poco habitual y no podía recriminarle algo, porque incluso yo estaba fuera de foco.
La puta Beth, Roger y Zury, los tres en mi casa al mismo tiempo. Solo faltaba que apareciera Watch, aunque con mi racha de suerte no me sorprendería si aparece.
Parecía imposible, pero a la hora de la cena la situación pareció volverse más incómoda cuando mamá le ofreció a Zury sentarse al lado de Elías.
No me sorprendería si en dado momento Elías clavará su propio tenedor en su cuello.
No pude apartar mi mirada de aquel par hasta sentir un ligero apretón en mi pierna. Era Neil, me observó con clara curiosidad y es que Neil no era un idiota o al menos no era tan ciego como mi familia para no percatarse de que algo no iba bien.
Hice uso de una sonrisa linda de esas que sabía que lo hacía flaquear, pero su expresión no me decía nada, así que el truco no había funcionado.
—La comida deliciosa, como siempre —comentó Elías, rompiendo el silencio incómodo que se había formado.
¿No pudo haber usado otra frase? Porque aquello no coincidía con la comida intacta en su plato.
—Continúen sin mí, ya vuelvo.
—¿Estás bien, Elías? —Cuestionó mamá.
—Sí, no es nada importante. Continúen comiendo.
Quise ir tras él, pero Zury se adelantó.
—Iré a ver que esté bien.
Aquello era una pésima idea porque era claro que Elías estaba huyendo de ella y Zury siendo consciente de ello, fue tras él. Las cosas no habían terminado bien entre ellos, eran una historia inconclusa y entendía que necesitaban hablar de tantas cosas, pero no era el momento.
—Ok, ¿Pero soy el único que siente la tensión entre ellos?
—Silencio, Roger, —Neil lo regaño.
—Después de cenar, ¿Viene el pastel, mamá?
El ambiente se aligeró por la ocurrencia de Cam, no obstante, mi preocupación por mis amigos seguía latente. Sabía que no podía estar constantemente preocupada por ellos, pero mientras más me decía aquello, más era la preocupación.
Ambos habían sufrido mucho por su separación y haber sido testigo de aquello había sido igual de doloroso.
Suspiré, estaba cansada de darle tantas vueltas al asunto.
Dejé los platos sucios sobre la encimera de la cocina cuando Neil apareció para acompañarme, no perdió la oportunidad para preguntar qué estaba mal.
—¿Todo bien?
—Estoy bien, Neil. Nada de qué preocuparse.
Su cuerpo se inclinó hacia la encimera, claramente no me creía.
—No me mientas.
—No miento —abracé su cuerpo para buscar relajarme—. Ni siquiera es algo que me concierne.
—Pero que igual te preocupa.
Cuando sus ojos marrones me miran, me llena de tranquilidad y cuando me besa, siento paz.
—Usualmente, esto me pasa y es que quiero solucionar los problemas de todos, pero a veces lo mejor es tomar distancia y permitir que cada uno solucione sus problemas de la mejor forma que consideren.
—Entiendo, pero fue tan difícil. Estar entre ellos dos fue algo complicado de manejar porque al final sentí que perdí a los dos, pues nada volvió a ser cómo antes.
Y a estas alturas pienso que pensar en algo como ser nuevamente amigos es imposible, compartir los tres juntos se ve algo lejano e irreal.
Fuimos de nuevo a la sala donde mamá se veía muy contenta prendiendo las velitas del pastel de Dani. Mi hermana parecía muy contenta para alguien que no quería saber nada de reuniones ni cumpleaños.
En fin, la hipocresía.
Mis mejores amigos ya se encontraban en la sala, ambos estaban serios, pero intentaban disimularlo y lo agradecí porque lo último que me apetecía es que ambos terminaran peleando en medio de la celebración de mi hermana.
Todos cantamos a toda voz el cumpleaños a Dani y aplaudimos con fuerza al terminar. Dani se quejó cuando la abrazamos y ni hablar de la rabieta que hizo al notar que el pastel tenía escrito “France”.
Mi idea, obviamente.
Tomé un poco de pastel, las galletas de Hudson y me dirigí hacia el jardín, donde mi pequeño bebé me recibió feliz con su cola moviéndose sin frenesí.