Tan pronto clavo mi mirada a donde él esta viendo me encuentro con que esta huyendo de dos hombres grandes, fuertes y fornidos, los cuales tienen cara no solo de que son ladrones sino que también parecen conocerlo.
El miedo me empieza a dominar a pesar de que estoy del otro lado del callejón, dentro de un local, aquel chico está igual o más asustado que yo, tiene una cara de horror como si hubiese visto una rata gigante corretiandolo en calzones.
El desconocido intenta correr pero rápidamente los hombres lo alcanzan y lo llevan dentro de esa sucia oscuridad, muchas escenas aparecen en mi cabeza, en todas ellas el desconocido termina de la peor manera, herido e incluso muerto.
En toda mi vida he ayudado animales heridos de gravedad y casi siempre viven, no estoy diciendo que el desconocido sea un animal, claro que no, solo digo que si resultara herido yo lo ayudaría a sanar.
Me encuentro en una batalla mental donde me preguntó si dejo esto pasar como un acto más delincuencia en donde a la justicia le vale madres un muerto más o si soy capaz de interrumpir a mi amiga, levantarme e irme a salvar a un desamparado. Me decido por la segunda opción y me voy de ahí, dejando a mi amiga paralizada, mis guardias se alarman y yo les hago ademán de seguirme, juntos cruzamos la calle, en total son ocho contra dos, claro que no es justa la diferencia de hombres pero por alguna razón siento que tengo que ayudar si puedo y en está ocasión, puedo y lo haré.
Estamos cerca de ellos cuando se dan cuenta de que ayuda es lo que daremos aquel desconocido y se hechan a correr, los dejo ir pero estoy segura de que volverán a cometer fechorías.
Cuando dijo mi vista en el chico está tirado en una esquina detrás de un contenedor de basura muy apestoso, tiene una ceja rota, el pómulo derecho se le empieza a poner morado y el labio inferior roto, una línea de sangre se forma desde el labio hasta la barbilla y vaya, aún con todos esos golpes todavía quiere levantarse solo.
Mis guardias sólo me miran tratando de ayudar, pero él rechaza toda ayuda, tarda en sentarse con la poca fuerza que tiene y jadea, al parecer lo han golpeado sin importar qué.
-No me importa si no quieres de igual forma te ayudaré -le digo mirándolo con firmeza para que vea en mi toda seguridad - no te dejaré ir en un estado tan...mal
-no importa déjenme aquí, siempre he estado solo
-Raúl, subanlo a la camioneta -me dirijo a mi guardaespaldas
-¿Me estás secuestrando? -pregunta el chico con voz débil
-no, no te estoy secuestrando, solo te ayudo, soy solidaria con lo demás, diría que muy solidaria ¿cierto Raúl?
-Sí señorita, usted es muy solidaria -dice con algo que idéntifico como cariño- y tu niño no pienses mal de ella, cuando en vez de dejarte morir te ha ha dado una oportunidad de vida.
-Esta bien, solo... no me lastimen más -dijo en un susurró y seguido se desmayó
-No lo haremos, vamos chicos, subanlo- dije a mis guardias.
Un guardia que está ayudándolo lo tira en el asiento junto a mi, que hace que el chico despierte quejándose, miro mal al guardia para que al menos lo acomode
-lo siento señorita, normalmente estoy cargando sacos pesados y los acomodó así.
-¿Me lansaste a mi o a él? -dijo con una ceja alsada.
Lo comprende un segundo después.
-Discúlpame chico, no quise lanzarte así
Aún retorciéndose el chico asiente a su disculpas, parece más lastimado de lo que se ve
Ya en la camioneta, el desconocido va atrás, tiritando de frío y encogiéndose mientras tose y dice algunas incoherencias. Aquí siempre ahí mantas y almohadas, tomo una y se acomodó al chico, a través del retrovisor, Héctor, mi chófer me hecha una mirada, asegurándose de que no me haiga hecho daño.
Le dedico una mirada señalando hacia adelante, para evitar algún accidente.
Miro por la ventana, los árboles se ven más oscuros para esta parte del año, algunas gotas agua se empiezan a deslizar por las ventanas del auto y así pasa un largo rato. De paso a la mansión Gil Taine, se encuentra una gasolinera, en cuanto la veo, se me ocurre una idea
-Estaciona el auto en la gasolinera
Héctor con el ceño fruncido asiente y dos minutos después estamos afuera del local.
Tres guardias me acompañan para comprar lo necesario entre ellos Morgan, un gran tipo que es prácticamente mi tío me ve divertido, mientras voy recogiendo cosas como una muda de ropa y medias de algodón, una que otra golosina y un tubo de m&m.
-¿Que?
-nada
-dilo
-Nada
-sueltalo, tío
-ya te dije que no soy tu tío
-pero te consideró parte de la familia, así que vamos, que me tienes que decir tío
-solamemte veo como te comportas con el chico
- y ¿cómo me comportó? -pregunto
-como si te gustara y quisieras llamar su atención
-tío, como me gustaría si lo conozco hace una hora, no estoy para llamar su atención, recuerda que tengo novio y sabes que me gusta ayudar
-Lukito donde está?, jugando con sus amigos y tu acá con las ganas de follar a alguien. Solo digo
-perdón pero, ¿qué tiene que ver mi vida sexual con el desconocido?
-no mencione al chico, tu sola lo mencionaste en la conversación, aparte vi como trataste a luke en el pasillo y parece que te ha dejado con ganas.
Yo lo miro indignada y el me mira tranquilo
-ya lo solté, sobrina- avanza mientras mira el perímetro
-ha, ahora si quieres ser mi tío
Voltea, me sonríe y asiente.
A pesar de como me dice las cosas, así lo quiero, él, con todas sus imperfecciones, virtudes y defectos, ha sido como un padre para mí.
Nunca se ha aprovechado de mi confianza y confío en que no lo hará.
Mi padre me contó que Morgan perdió a su familia en un accidente de auto, su esposa y sus dos hijos mellizos, después de eso se perdió en el alcohol, un día como cualquiera, entró a Rouse Marie Coffe, borracho u se sentó junto a mi padre que estaba en la barra y como si nada él llego y empezó a tomar mientras que se desahogaba con mi padre, al final mi padre lo ayudó con la condición de que se reformará y sobrio fuera a la mansión para ofrecerle un trabajo.