MADISSON CLARK
Mis padres me empezaron a llamar, estaba nerviosa.
Y si ya se enteraron que me expulsaron de la clase de Matemática Básica
~ Eso te pasa por malcriada Madisson Clark ~ Me reprende mi subconsciente.
Ay Dios, apiádate de mí.
Conteste la llamada y coloqué mi teléfono al oído, solo espero sonar lo más natural posible.
— Hola papito. ¿Cómo se encuentra? — Inicié la llamada con la voz más empalagosa que sabía hacer.
— Hola Madisson. - Esto ya va mal. Su voz es gélida y tajante, normalmente papá suele ser un osito cariñosito cuando hablamos. — No creas que no me enteré que te expulsaron de la clase de Matemática Básica del ingeniero Mc Gregor.
Y con eso, corto la llamada y apago el celular.
No quería recibir tremenda reprimenda por parte de mi padre, al menos no ahora.
— Solo preguntaba cómo estaba. — Solté de una manera inocente guardando mi teléfono en mi bolso.
— Sí claro. — Cassidy me lanzaba una mirada asesina, sabía que no era verdad lo que decía.
Mientras Aidon y Justin iban caminando a una considerable distancia de la nuestra.
— No puedo creer que ese par se sigan llevando tan bien a pesar de lo tóxica que fue su relación el último año de la escuela. — Cassidy y yo empezábamos a alcanzarlos y escuchamos eso.
¿A quienes se referían por "Ese par"?
¿Acaso se refería a Adam y a Holden? Pero como, si temprano dijeron que no lo eran, es decir, ellos dijeron que no eran gays.
— ¿Te preguntabas lo mismo? — Preguntó Cassidy confundida, yo solo asentí en confirmación.
— Oigan a "Ese par", ustedes hacen referencia a Holden y Adam, ¿No es así? — Al escuchar nuestra pregunta, Aidon y Justin se miraron entre sí nerviosos.
— Bueno, es que es una situación compleja. — Dijo Adam rascándose la nuca.
— Osea sí, pero su relación fue demasiado diría yo, tóxica, terminaban y regresaban, al menos Adam parecía un boomerang, Holden lo lanzaba lejos de su vista sin intenciones de volverlo a ver y Adam regresaba solito por masoquismo. — Explica Justin.
— Adam fue muy masoquista a decir verdad, no se quiso a sí mismo, Holden le dejó las cosas bien en claro desde un principio. — Continuaba Aidon.
— Pues sí, Holden lo trataba pésimo, como dije anteriormente, Holden le terminaba y Adam quería regresar, incluso le rogaba para volver, Holden aceptaba y lo trataba peor. — Vaya masoquista que es.
— Al menos nunca llegaron a los golpes. — Acotó Aidon, Justin asintió.
— ¡Oh, vaya mierda! — Escuchamos que gritaron a lo lejos, cuando volteamos, era Holden quien venía caminando en nuestra dirección con una expresión de molestia.
— Ahora que pasó Holden. — Preguntó Justin enarcando una ceja.
— Jhonatan, eso pasó. — Holden venía dando zancadas por la furia.
— Ya, y eso que tiene de malo. — Preguntó Aidon.
— Que no tengo sexo desde hace ya seis meses y esos dos lo tienen a diario, como si fueran conejos. — Exclamaba Holden frustrado.
— Si gustas te ayudo con eso. — Lo miré de forma pícara.
— No gracias, prefiero tener sexo con alguien que no conozca y que no vuelva a ver por lo que resta de mi vida. — Dijo con una sonrisa de labios cerrados.
— Pero si apenas me conoces. — Le recriminó.
— Por eso. — Contestó Holden — Apenas te conozco, pero te volveré a ver todas las clases por lo que resta de la carrera.
— Pensé que tuviste algo con Allison. — Dijo Justin con sorna.
— ¡Qué asco! Obvio no. — Negó Holden con desagrado. — Ya sabes mi política.
— Amigo mío, en lo que ella te ha convertido, y así quieres que tus hijos no sean unos. — Aidon hizo una pausa. — Holden, tú no eras así, que pasó con el chico que decía que esperaría a la persona correcta para ser uno.
— Se marchó con ella. — Contestó Holden.
— Oigan, siento que hacemos mal tercio aquí. — Se interpuso Cassidy en la conversación.
— Reglas que debes respetar para pertenecer a este grupo de psicópatas. — Habló Holden levantando su dedo índice.
— ¿Cuál? — Preguntó Cassidy enarcando una ceja.
— Uno. Prohibido enamorarse. — Lo decía mientras mantenía su dedo índice levantado.
— ¿En serio? — Preguntó Cassidy incrédula.
— Sí, prohibido que tú o Madisson se enamoren de cualquiera de nosotros, a menos que sea correspondido. Es decir, si te enamoras, no lo demuestres, porque nos daremos cuenta y te empezaremos a ignorar hasta alejarte de nuestro grupo, pero si lo hablas en privado con aquel que te gusta y te corresponde, pues, seguirás siendo nuestra amiga.
— Bien - Respondí de mala gana. — Y si resultan ser amigos con derechos. — Lo miré pícara.
— Pues, seguimos, porque no hay sentimientos de por medio. — Dijo con obviedad.
— Entonces. — Lo miré suspicaz.
— No. — Respondió tajante.
En aquel momento el teléfono de Holden empezó a sonar insistentemente.
— Es un número desconocido, ¿De Perú? — Nos miró incrédulo.
— Déjame ver. — Le pedí y este me mostró su celular y al reconocer el número, quedé estupefacta.
¿Cómo carajos mis padres consiguieron su número?
— No contestes. — Le imploré.
— ¿Por? — Preguntó dudoso.
— Simplemente no contestes. — Me miró burlón.
Hijo de...
— Hola, ¿Con quién hablo? — Empezó a hablar Holden. — Ah mierda, cierto, el número es de Perú, han de hablar español. — Susurró.
— ¿Con el joven Holden Rooney? — Holden se asustó al escuchar que hubo respuesta en nuestro idioma natal.
— Sí, claro — Se le escuchaba nervioso, supongo por la lisura que dijo.
— Podrías pasarme a mi hija por favor. — Holden estaba confundido.
— Reitero mi pregunta, ¿Con quién hablo? — El tono de voz de Holden era firme y autoritaria.