En una escuela de princesas “accidentalmente”

XXII - Salta por tu libertad

 

-Raquel debes de salir de ahí- dice Dareh desde el otro lado de la puerta.

-Técnicamente debemos de salir de este país ahora mismo- le responde Belmont ayudándome a bloquear la puerta. ¿Por qué me esta ayudando? Pues porque lo amenace en decirles donde carajos había dejado a Tamira si no cooperaba.

-El país donde estamos ahora mismo es Francia y no podemos porque arruinaste todo- habla esta vez Steph- ¡Abran la estúpida puerta!

-Al menos ya tienes buen aliento- bromea Belmont a mi lado, hombro a hombro.

-Te vuelves a burlar y juro por mi vida que despertaras con la cabeza rapada- Y es que faltas de quitarles todos sus rulos no me faltan. El enfurruñado se aparta, a lo que yo emitió, abriendo finalmente la puerta.

La escena puede ser bastante cómica si lo vimos desde otra perspectiva.

-Entonces… ¿Dónde dices que estamos? – trato de evadir la mirada curiosa del príncipe.

-Se suponía que íbamos a unos cuantos pueblos lejos de la escuela, no a otro continente- Empieza a hablar Steph- Y ahora que el segundo mas tonto de nosotros ha estropeado los pasaportes y también la única manera de contactarnos con Izaro para pedir ayuda- continua mientras recoge su gran cabellera en una coleta alta- Necesito preguntarles ¿Han notado que no esta la llave de esta habitación por ningún lado y la cerradura de la puerta esta atada con una corbata?

-Sobre eso- alzo mi mano llamando su atención, pero unos gruñidos acompañados de unos forcejeos en la habitación nos hicieron voltear hacia la puerta principal- Fresita, creo que esa es tu corbata.

-Corran- susurra Dareh al ver como unos hombres uniformados logran romper el gran obstáculo de la entrada.

- ¡Raquel al baño no!

Doy vuelta de inmediato al escucharla, en realidad no se que estaba pensando. Me doy cuenta como Dareh trata de acercarse a mi mientras yo me apego mas a Belmont tratando de no gritar en el intento. Steph abre la terraza mientras sin dudas sube una pierna encima del barandal.

-El suicidio no es la solución- Ósea parece rentable pero no.

-Tengo un plan- Estoy entrando en crisis. Entre mas segundos pasan, los murmullos y pasos de los hombres en la habitación se hacen mas audibles y la tensión en la diminuta porción de suelo a mitad del aire nos esta sofocando. Me quedo inmóvil admirando como Steph cada vez más tiene medio cuerpo colgando del barandal. No me atrevo a acercarme hasta allí ni a las puertas que Belmont y Dareh están sosteniendo inútilmente por si se les ocurre revisar este sitio.

- ¿Puedes, por favor, compartir tu plan? - tartamudea Pejelagarto.

-Solo salten- dicho eso, Stephen abre sus palmas que rodeaban el metal negro y se impulsa con sus pies hacia el mas allá. Yo no puedo ahogar el grito al verla caer.

- ¡Se murió! - Esto si ya no fue un accidente, comienzo a lloriquear y a temblar con miedo de acercarme a la barandilla. Ahora soy testigo ¿Qué le diré a su hermana? ¿Cómo llego y le digo a su madre que yo fui la ultima cosa que vio?

-Pero cállate- me grita Belmont al sentir los empujones de los hombres en la puerta- Ahora ya saben donde estamos.

Estoy a punto de entrar en plena crisis cuando escucho un sonido de impacto liquido y unos gritos que no son los míos desde abajo. Por mero impulso, me acerco, y gracias a todos los seres mágicos y los que no, la sensación de alivio al ver una piscina y el cuerpo de Steph salir del agua me hace querer tirarme también.

-Me voy, adiós- les digo secando mis lágrimas, subiendo mi pie y tratando de subir mi trasero a esa cosa.

- ¡La policía está en camino! - dice una voz de hombre desde adentro- Abran en este instante.

-Salta ya por lo que mas quieras, Raquel- la cara de Belmont lo dice todo, su fuerza se esta acabando y cada vez mas la abertura se hace mas grande dejando ver algunos ojos furiosos y algunos vidrios que ya empiezan a quebrajarse. Me he quedado inmutada en una diminuta línea de concreto y mis brazos temblando incapaces de soltar el metal, no sé cómo Steph pudo hacer eso- ¡Le diré a tu príncipe lo que me dijiste si no saltas ahora!

- ¡No puedo, Belmont! - Y es que trato, pero ¿Y si caigo mal? Soy muy joven para morir, sé que a veces lo pido, pero así no. No quiero que me tengan que despegar del suelo. Que le diga que quiero besármelo todo el día.

 

-Yo la ayudaré

 

- ¿Que tú qué? - me volteo aferrándome con todas mis ganas, no quiero ser estúpida en esto y resbalarme accidentalmente- No te me acerques, Dareh.

 

- ¿Ahora no quieres que me acerque? - En medio de la situación, una sonrisa pícara aparece en su rostro mientras su cuerpo es empujado varías veces por los hombres detrás de la puerta. Se que resistirán tan solo unos pocos minutos más, pues al parecer sus brazos ya estaban tiritando y quedándose sin aliento. Al parecer tanto músculo y no aguantan nada- Lo haremos juntos

 

-Ella quiere hacer otras cosas juntos…

 

- ¡Pejelagarto!

 

-Bueno ahí se ven- dicho eso, lo último que veo es a Belmont correr hacia mí y saltar de un brinco hacia el vacío, mientras varios hombres entraban hechos un nudo entre ellos. Por ese corto lapso del tiempo logró ver los ojos alarmantes de Dareh, sé que está pensando en hacer lo mismo. Ay, ya que.

 

- ¡Mami! - es lo que gritó cuando saltó. Siento como el viento me quema la cara y mi estomago cada vez se hace más chiquito. Quiero vomitar, pero a la vez no, el estómago me duele y a la vez no. Si siempre dudo antes de meterme al agua, ahora no puedo evitar pensar en toda mi vida. Cuando era pequeña, mi primer cumpleaños…eso significa que voy a morir. Hubiera dejado una carta antes. Ya no quiero. No estoy segura si por mover mal un pie o algo, termine apuntando directamente al asfalto-Ahh




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