En una escuela de princesas “accidentalmente”

XXXV - El reinicio de la locura

—¿QUE PARTE DE QUE SOY LA PERSONA MÁS ASUSTADIZA DEL PLANETA NO TE ENTRA POR LA CABEZA? — grito todavía con la piel de gallina y los nervios a flor de piel, encarando a Dareh y separándome de los ladrillos a los que estaba a punto de fusionarme— Anda, ve por la puerta de atrás, te seguiré— trato de imitar su voz—¡Oh! Espera, lo más seguro es que entre como un puto psicópata y te siga para que no te asustes y te cause un paro cardiaco ¡Dareh no sonrías!

Me dan unas grandes ganas de arrojarle lo que sea que tengo aun en mi puño.

—Raquel—da unos pasos acercándose a mí como si asustarme no se pudiera castigar cruelmente, eleva su brazo hasta alcanzar mi mano y roza mis nudillos por su suave y calentita barbilla—Vocabulario.

 

—No me jodas, Chris, esto no es París— me deshago de su agarre lo más rápido que puedo y caminó por el pasadizo preguntándome a qué horas volverá a latir mi corazón. Tengo los pelos de punta, tiene suerte que se encontrara a una distancia lejana de mi cuerpo.

 

Una vez me asustaron desde atrás como lo acaba de hacer él, y accidentalmente mi codo fue a parar en el estómago de la persona que cometió tremenda equivocación.

 

—Discúlpame, tuve el temor que si revelaba mis intenciones de acompañarte ya no quisieras elegir este camino con el objetivo de evitarme—touché

 

—A ver, momento— detengo mis pies de inmediato y sin molestarme en voltear y verlo a los ojos suspiro lentamente. ¿Qué carajos está pasando? — ¿Eres bipolar, tienen una doble personalidad o simplemente me estás volviendo a engañar? ¿Y qué es esto?

 

Abro finalmente la palma de mi mano encontrándome con una reluciente… ¿llave plateada? Esto era lo que él me había dado cuando surgió desde las tinieblas a atraparme con las manos en la masa. ¿Qué haré yo con esta cosa?

 

Genial, me siento más perdida que cuando nuestro profesor nos enseñó sobre derivadas en matemáticas.

 

—Es una llave, de algo que te debo— escucho el sonido seco de sus pisadas acercándose. De inmediato una fragancia de pino y menta inunda mis fosas nasales y es tan apetitosa que me da hambre— Lo que pasó esta mañana...—Mierda—¿Qué fue eso?

 

¿Alguna vez les ha pasado que sus entrañas cobran vida y hacen huelga gruñendo desde su estómago pidiendo alimento, tan alto que se puede oír de aquí a la luna?

 

—Nada— pues eso mismo me acaba de pasar—¿Qué estabas diciendo?

 

—Estoy seguro de que hace unos segundos pude captar un sonido muy familiar.

 

—¿Tu voz? — y justo cuando dejó de hablar ¡pum! Otra vez—Son fantasmas

 

—Los fantasmas dentro de ti tienen hambre— sus manos viajan a mis hombros dándome la vuelta y quedando cara a cara con él—Es hora de alimentarte, pequeña— me dice extrañamente entusiasmado.

Aspiro reteniendo el aroma en mi nariz. Ah, solo pienso en pizza de tocino con doble queso, hamburguesa con unas majestuosas papitas fritas…quizás unos tacos.

—Oye que no soy una mascota y me parece que estabas hablando de algo muy importante señor déjame en paz y sigue con tu vida, pero para mientras, creo que si debieras de decirme por donde está la cocina.

 

—Así es, pero antes de hablar sobre ese tema, estaba esperando la respuesta del porque me llamas renacuajo—y ahí está, su sonrisa molesta que no me importaría arreglarla con un puñetazo—Ven conmigo iremos juntos hasta la cocina.

 

Toma la delantera, rebasándome como la primera vez que entre a este pasadizo. Agradecí internamente cuando lo hizo rápido y no estuvimos cerca uno del otro por demasiado tiempo. ¿Enserio creen que estoy tan tranquila como parezco? ¡No!

 

No, no, no. Sinceramente pienso que es un sueño o un caso raro de amnesia en la mente del príncipe…que me comienza a dar miedo. Estoy pensando seriamente si tiene un hermano gemelo malvado o algo así.

 

—Esto está extraño— hablo dejándome arrastrar por el—¿Me odias en secreto y estás planeando matarme, Dareh?

 

—No sabes lo mucho que me sorprende que me llames por mi nombre y no por renacuajo.

 

—¡Ay, por favor! Ya supéralo— y olvídalo de tu sistema. ¡Y respóndeme la pregunta que me altero!

 

Mi mente está totalmente en blanco. Incluso tengo un miedo inmenso. ¿Cómo es que se ve tan tranquilo cuando hace unas horas me estaba echando de su vida? Veo su mano y luego su espalda y viceversa. ¿Estará planeando algo? Porque si es así ¿Cómo es que sabía que estaba justamente en esa habitación y en frente de esa puerta de donde él emergió?

 

¿Por qué en este justo momento puedo recordar a mi padre diciéndome que por ningún motivo me deje ser llevada por extraños?

 

—Hm, quizás lo haga cuando te alimente y hablemos al respecto…sin agregar de los demás asuntos que tengo en mente— ese tono enigmático solo me hace pensar en una respuesta simple y posiblemente cierta—No te dejaré ir, si me permites…

 

—Listo, me vas a matar.

 

—Raquel, yo...

 

—No me digas así.

 

—¿Por qué? Es tu nombre

 

—Es que siento rarito...

 

—¿Y si te digo Pequeña?

 

—No, tampoco así

 

Dareh murmura algo entre dientes cuando llegamos hasta el final del pasadizo. De seguro es porque he descubierto su plan. Abre la puerta y el mismo rincón de la biblioteca inundada en penumbras nos da la bienvenida. Estar aquí a estas horas solo eleva mi nivel de alarma paranormal.

 

—¿Adónde vamos? — pregunto tratando de distraerme para no fijarme en las esquinas oscuras que forman los gigantescos estantes de madera, tengo la sensación de que, si volteo, veré un fantasma desfigurado devolviéndome la mirada, listo para saltar sobre mi —¿Dareh? — lo llamó dándome cuenta de que no me responde—¿Chris? — ¿Estará ignorándome?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.