POV Adela
El hombre de grandes alas me mira fijamente—¿tu...quién eres?—pregunta.
—Yo me llamo Adela Cooper, un gusto...
—el sigue mirándome y yo bajo la mirada un poco sonrojada.
—¿Adela?
—Sí y tu, ¿cómo te llamas?
—Me llamo Darien.
—Bonito nombre—no pude evitar decir.
—Gracias, el tuyo también es bonito—me sonrojo más de lo que ya estaba y simplemente sonrío tímidamente.
—Ujum—dice mi padre quién a estado a mi lado todo este tiempo sin decir una palabra.
—Oh, disculpa—me excuso con mi padre
—este es mi papá—lo señalo.
Y cuando el lo ve se pone de rodillas e inclina la cabeza mirando al suelo—señor
—musita y yo frunzo el ceño.
—¿Lo conoces?—le pregunto pero no contesta—¿papá?—miro a mi padre para ver si dice algo.
—Que él responda.
—Darien...—digo esperando la respuesta.
—Él es el señor del cual, yo sirvo—expresa al fin—señor de señores eres tu, digno de toda alabanza mi señor—se inclina más, bajando la cabeza al piso y yo sigo sin entender bien.
—¿Cómo que el señor a quien le sirves?
—Lo dices como si no supieras quien es él—manifiesta Darien.
—Al parecer no se muy bien...—articulo mirando a mi padre.
—¿Te acuerdas Adela de lo que te dijo tu madre aquella vez?—expresa mi padre.
—Umm, me acuerdo que mi madre habló conmigo diciéndome que tu eras el Espíritu santo, la tercera persona de la santísima trinidad y una personificación del poder creador y vital divino—digo recordando.
—Sí, el señor de señores y rey de reyes—recalca Darien.
—Bien, es de noche y Adela tiene que descansar así que...—dice mi padre señalando el colchón en el piso.
—Él tiene una ala lastimada que duerma ahí y yo dormiré en el suelo.
Tomo la almohada y la pongo en el suelo un poco cerca del colchón—esta bien, yo también puedo dormir en el piso—manifiesta Darien y yo niego con la cabeza.
—No, dormirás en el colchón.
Me acuesto y él hace lo mismo entonces, como solo hay una sábana la pongo de lado para que nos cubra a los dos y cierro los ojos durmiendome al instante porque estaba algo cansada.
Al otro día, despierto cuando escucho la alarma del celular pero, en el momento que abro los ojos veo frente a mi a Darien, él se despierta también y se da cuenta que esta muy cerca de mí.
—¡Ah!—gritamos al unisono parandonos.
—Eh, yo tengo que arreglarme para ir a la escuela...—digo mirando a Darien un poco incomoda porque tengo que cambiarme ahí ya qué, el baño que hay en el sótano no tiene puerta sin embargo, el me observa sin entender—me tengo que cambiar de ropa y tu...
—Oh, muy bien—reacciona y se sienta en el piso y se cubre la cabeza con la sábana.
—Gracias.
Me cambio lo más rápido posible y toco la cabeza de Darien—listo—se quita la sábana de la cabeza.
—Lindo vestido—dice al observarme y yo sonrío.
Voy al baño, hago mis necesidades y me cepillo los dientes—iré arriba y te traeré algo de comer, ya vuelvo—digo saliendo del cuarto.
POV Espíritu santo
Miro a Darien quien esta cabizbajo—señor, me siento avergonzado por lo que sucedió—dice.
—No hay problema—manifiesto y el levanta la vista.
—¿De verdad?
—Sí, tengo otra tarea para ti.
—¿Cuál es?
—Que seas el ángel guardián de Adela. ¿Crees que puedes hacerlo?
—¡Sí, señor!
—Muy bien, solo aparenta ser un humano
para que ellos no sospechen hasta que pase un tiempo...
POV Adela
Llego a la cocina y desafortunadamente me encuentro con la señora Penelope—buenos días—digo.
—Buenos días—responde.
Veo una funda llena de pan en la encimera, lo abro y tomo dos panes de lo más grande y los escondo en mi brasier.
Bajo al sótano y abro la puerta—ten—le paso el pan.
—Gracias.
Cómenos en silencio hasta que yo hablo
—tengo que ir a la escuela—le digo.
—Yo iré contigo.
—Supongo que está agradecido porque lo ayudé—pienso—¿los demás pueden verte?—le pregunto.
—Sí.
—Entonces, no puedes salir.
—¿Qué?, tengo que ir contigo.
—¿Cuantos años tienes?
—Eh...—al parecer no sabe.
—No aparentas que tengas más de 18—
expreso evaluando su semblante—inscribete en la escuela primero y además, debes cubrirte esas alas.
—Puedo ayudar con eso—habla mi padre quien se acerca a nosotros—ponte esto en las alas Darien.
—¿Qué es?—pregunta Darien.
—Hará que se oculten tus alas.
—¡Genial!—expresa él un poco ¿emocionado?
—Pero, si te las mojas no podrás evitar que se vean.
—Oh, eso no es bueno—articulo.
—Solo tengo que tener cuidado y ya—se sienta Darien en el piso y comienza a esparcir la crema por sus alas.
—Bien, ¿y qué pasará con tu residencia?—le pregunto.
—Yo le buscaré donde vivir no obstante, tendrá que quedarse aquí por el momento
—manifiesta mi padre.
—Bien—digo y después de que Darien terminó, abro la puerta y subo para ver si hay alguien por el pasillo—no hay nadie, ven—le hago señas a Darien.
Viene corriendo hacía mí—allá esta la salida—vislumbro a Ana y otros chicos que se dirigen a la salida, Darien va a seguir corriendo pero, yo lo jalo por el brazo y lo detengo.
Nos escondemos detrás de la puerta apretujados y yo contengo la respiración por los nervios.
Después que salen de la casa logro respirar mejor—estuvo cerca—miro otra vez el pasillo que da a la salida y no veo a nadie—vamos—lo tomo de la mano y salimos corriendo.