Enamorada de mi hermano

Capítulo 28 Consuelo

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Dipper relato todo, detalle por detalle de contó a Pacifica las terribles palabras que salieron de la boca de su hermana, le contó cómo la relación de hermanos que el y Mabel habían construido por años se hacía añicos en una pocas semanas.

- No soporto verla, Pacifica no soporto ver a mi hermana después de todo lo que hice por ella, después de todo lo que sufrí por ella ahora me viene con esto.

- De seguro ella no quiso decir eso - se hacerlo a abrazarlo - No la culpes, después de todo por lo que tubo que pasar, ¿no crees que es normar que odie a todos los chicos?

- Creo, creo que sí, es solo que estoy enojado con ella después de lo que dijo no sólo siento que odia a todos los chicos, siento que también me odia a mi.

Pacifica levantó el rostro de Dipper y acariciando su mejilla con sus suaves manos dijo:

- Como podría odiarte, tú has sido lo único que le a dado fuerza para seguir adelante, puede que tu hermana fuera muy ofensiva y tú muy frágil, lo único que se es que tú y ella tienen que arreglar su relación, son hermanos y los hermanos siempre deberían llevarse bien.

- En verdad tú crees eso, ya estoy muy roto, no creo que pueda llevarme bien con mi hermana.

- No digas eso, tienes que aparecían a tu hermana no muchos niños tienen la fortuna de tener un hermano, yo soy un ejemplo, solo mírame mis padres nunca están en casa, siempre estoy sola, te envidio si tuviera una hermana como tú ya no me sentiría solo, tendría a alguien con quien pasar buenos momentos.

Dipper escucho con atención las hermosas palabras que salían de los labios de Pacifica, todo cuanto había dicho era verdad, en el mundo hay muchos chicos que son hijos únicos, nunca llegan a tener un hermano o hermana.

Dipper tenía que apreciar lo que tenía, al ver la enorme mansión se había dado cuenta de algo, todo era muy hermoso, deslumbrante y espectacular eso nadie lo podía negar pero también todo se sentía triste, vacío y solitario.

Dipper nunca se había dado cuenta, Pacifica no solo era una niña rica, era también una hija que gritaba por atención, cariño y compañía, Pacifica suplicaba por la atención de sus padres, sin embargo con todo el trabajo y estatus, a sus padres se interesaban en el dinero más que en su hija.

Si Pacifica hubiera tenido la misma fortuna que Dipper, tendría una hermana, no solo eso, tendría una compañera, una amiga con la cual pasar su tiempo, una camarada con la cual compartir sus secretos.

Después de todo los seres humanos son así, siempre se juntan en grandes grupos por miedo a la soledad.

Soledad, eso era lo que Dipper estaba sintiendo desde su pelea con Mabel, la soledad de no tener a su mejor amiga a su lado, la fría oscuridad de no tener el cariño de su hermana gemela. 

Sin previo aviso Dipper comenzó a sollozar, en su corazón se había acumulado mucho dolor y mucha tristeza, dolor que se había escondido en el fondo de su corazón desde la pelea con su hermana ahora gritaba por salir. 

Dipper no quería llorar, no hay, no con Pacifica mirándolo, sin embargo tenía que liberar esa carga, era un peso que al calvario sobre su espalda lo estaba lastimando. Sin resistirlo más se dejó llevar por el dolor, sus lágrimas empezaron a salir.

Pacifica tenía a Dipper en frente de ella, tan débil y tan triste, se le rompió el corazón.

Pacifica amaba con todo su corazón al chico de cabello castaño y verlo hay con el corazón roto, el dolor de Dipper se convirtió en su propio dolor y antes de darle cuenta las lágrimas ya salían de sus ojos.

Pacifica se acercó a Dipper y lo tomo entre sus brazos.

- No llores Dipper, sabes que te amo, se me rompe el corazón el verte así. 

En lo profundo de su ser Dipper solo deseaba llorar, lo quería, necesitaba sacar todo el dolor que tenía dentro si seguía guardando todo ese dolor terminaría por enfermarse.

Dipper lloro desconsoladamente, como un niño lloro, el castaño un dio su rostro en el pecho de Pacifica, de inmediato esto sirvió para que se calmara, casi parecía que Dipper lloraba como un bebé y Pacifica estaba hay para consultarlo, pero no, Pacifica no era su madre, Pacifica era una chica hermosa que se le había confesado.

Dipper mordió su labio inferior, Pacifica estaba soportando su berrinche sin pedir nada a cambio, se arrepintió por no haberle dicho que si en ese momento.

No tenía sentido pensar en eso, aquello ya había pasado, lo único que podía hacer era agradecerle a Pacifica por darle consuelo.

¿Que podría darle a una chica que lo tenía todo?

Pacifica era una chica que nació en cuna de oro, desde que nació nunca le faltó nada, siempre tubo una buena educación con profesores privados, los más lujosos vestidos, sus padres siempre complacían sus caprichos, los adornos que Dipper había visto en la sala eran evidencian de que los Noroeste eran tan ricos que podían darse el lujo de comprar cosas que no necesitaban. 

Dipper se esforzó en pensar mientras las últimas lágrimas caían de sus ojos mojando el vestido negro de Pacifica. Por un momento Dipper se preocupó, tenía que su amiga se fuera a enojar, pero no fue así en ves de enfadarse por mojar su vestido con sus lágrimas llevo una de sus manos a la cabeza de Dipper.




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