Había sido un buen recuerdo, Dipper se alegró tanto que no contuvo sus ganas de abrazar a Mabel.
El castaño tomo a Mabel entre sus brazos para mostrar su cariño.
Su hermana se sorprendió, acto seguido correspondió el abrazo y al darse cuenta de la reacción de su cuerpo lo apartó de inmediato.
Su respiración se vio acelerada y su rostro se tornó rojo, al tocar su pecho los latidos de su corazón eran incontrolables.
Dipper pregunto por el bienestar de Mabel, está lo esquivo — todo esta bien no te preocupes — respondió sin darle importancia a la preocupación de Dipper.
Mabel no tenía fuerza para continuar, así que solo subió a su cuarto y se encerró.
Había puesto seguro a la puerta, no quería ser interrumpida y especialmente no quería ver a Dipper por un rato. Su propio cuerpo la había traicionado.
Dipper, Dipper y más Dipper era lo único que pasaba por su cabeza, intentaba pensar en otra cosa, jugar y también leer una revista nada parecía funcionar. Su querido hermano no salía de su mente.
Mabel ya empezaba a olvidarlo como su hermano ya no lo veía como un amigo ni como un miembro de su familia, sino que lo veía con un interés romántico.
Era un sentimiento que dejaba un mal sabor de boca, aquel beso accidental había sembrado una semilla en Mabel y está comenzaba a brotar y echar raíces.
Que pensaría si se llegaba a enterar que Mabel lo amaba pero no como un hermano.
El sonido de la puerta asusto a Mabel, era Dipper, este pedía entrar.
Mabel solo tenía que acercarse y quitar el seguro, para dejar entrar a Dipper, no era el momento no se sentía lista para verlo de nuevo, si llegaba a entrar entonces su cuerpo delataría sus sentimientos.
Dipper trataba de abrir con una llave que había conseguido de su tío.
— ¡no entres! — suplico Mabel, no quería estar tan cerca de Dipper no de nuevo. Para Dipper era normal pero no sabía que Mabel se estaba enamorando.
Con todas sus fuerzas empujó la puerta para evitar que Dipper pudiera entrar, después de un rato Dipper dejo de empujar contra ella y se rindió.
Mabel no lo sabía y siguió empujando entonces la puerta se abrió y Mabel siguió empujando.
Justo como la última vez había caído sobre el cuerpo de Dipper, sus labios se habían tocado una vez más.
Está vez Mabel lo estaba disfrutando, ese beso era más largo que el último, Dipper fue quien la detuvo y retrocedió dejándola sola.
Muchos accidentes uno después del otro o tal vez un capricho del destino.