Mabel quería que Dipper fuera feliz, por que no lo desearía era su hermano, lo amaba con todo el corazón.
Lo de ellos nunca podría ser, no era correcto ni estaba bien.
Era un amor prohibido pero puro, todo debería marchar bien, Dipper debería enamorarse de una chica que le corresponda como el se merece.
Solo una cosa era lo que fallaba, Mabel.
Ella estaba enamorada de Dipper y no quería que su hermano viera a ninguna chica, ninguna salvo ella.
Solo ellos dos Dipper y Mabel, Mabel y Dipper era lo que deseaba más que nada en el mundo.
Dipper cerró la puerta al voltear miró como las lágrimas corrían por las mejillas de Mabel.
Mabel nunca se percató de que las gotas comenzaron a correr por sus mejillas, pero Dipper si se dio cuenta.
— ¿Mabel estás bien? ¿por que lloras? — pregunto Dipper acercándose a ella.
— No es nada Dipper estoy bien — respondió Mabel con voz temblorosa.
Mabel solo quería llorar, no quería ver a Dipper con nadie más solo lo quería para ella y no estaba dispuesta a compartirlo.
Corrió hacia Dipper para tomarlo en sus brazos. Su hermano se resistió, desde aquel beso accidental, Mabel se comportaba de una manera muy extraña.
Dipper no lo sabia, el no tenía ni la más mínima idea de lo que pasaba por la mente de su hermana.
Una cosa estaba clara, Mabel tenía que tomar una decisión, se guardaría sus sentimientos para siempre o lucharía por ser la única chica en la vida de su hermano.
Cualquiera de esas dos opciones eran difíciles.
Si guardaba sus sentimientos tendría que sufrir toda la vida al ver a su querido Dipper en la manos de otra chica.
Pero si luchaba por el tendría que contarle sus sentimientos en algún momento, que pasaría entonces, que pensaría Dipper al enterarse de los sentimientos de su hermana, la odiaría o correspondería a sus sentimientos.
Entonces que podía decidir Mabel, luchar por el amor de su hermano o olvidarme de sus sentimientos para siempre.