Enamorada De Mi Mejor Amigo (nueva Edición)

Capitulo 14 (editado)

Capítulo: "Encuentro en la Atardecida"

César gira rápidamente hacia la puerta, y veo cómo lágrimas brotan de sus ojos. En un instante, corre hacia mí y me abraza. No esperaba esta reacción; pensé que me rechazaría.

Lo abrazo con fuerza, limpiando algunas lágrimas en su rostro. Lo extrañé enormemente. Después de unos minutos, nos separamos. Le limpio las lágrimas y le doy un beso en la mejilla.

- Perdóname, Mérida - dice con la voz entrecortada.

- No tengo nada que perdonarte. Perdóname a mí por irme - respondo mientras él sigue llorando.

- Yo tuve la culpa de que te fueras - dice con tristeza.

- No digas eso, no fue tu culpa - digo abrazándolo fuertemente mientras él niega con la cabeza.

- No necesitas hacerme sentir bien. Soy consciente de que tengo la culpa.

Le limpio las lágrimas mientras trata de contener sollozos.

- Después de que te fuiste, pensé tanto en por qué te habías ido, y llegué a la conclusión de que estabas enojada. Creí que no volverías.

César vuelve a abrazarme fuertemente, y después de unos segundos, me toma del rostro como si no pudiera creer que estoy aquí y continúa besándome la cara.

- Yo creí que estabas enojada conmigo.

¿Cómo le explico que creí que él no me hablaría más porque eligió a Debany?

- ¿Por qué debería estar enojada contigo?

- No me contestabas los mensajes ni las llamadas.

- Cuando te fuiste, fue un momento muy difícil para mí. No tenía ganas de hablar con nadie, así que decidí apagar mi celular. Pensé que no volverías.

- Pero si quieres que esté aquí, ¿no? No quiero molestarte, y si te incomoda, puedo irme - digo tratando de levantarme de la cama.

- ¿No estás escuchando, doña terca? Cuando te fuiste, una parte de mí se fue contigo. Eres muy importante para mí. Sufrí y lloré. ¿Crees que quiero que te vayas?

Sus palabras aceleran mi corazón.

- Te extrañé - sonríe ligeramente, pero luego la borra.

- Yo no. Me hiciste sufrir mucho. Espero que estés consciente de que hay alguien más que me apoyó todo este tiempo que te fuiste, y que estoy considerando como mi nueva mejor amiga. Porque una mejor amiga no es aquella que se va y después regresa como si nada, sino aquella que se queda aunque haya problemas.

¿Y este cambio de actitud? Tiene razón, no tengo cara para estar aquí.

- Lamento haberte hecho sufrir, y tienes razón. Pero quiero que sepas que lo hice porque quiero que seas feliz.

Dicho eso, me levanto y me dirijo a la puerta. Cuando estoy a punto de salir, una mano me detiene.

- Pequeña, eres única. No creas que irte una semana te va a salvar de mí. Escucha, solo bromeaba. No quise hacerte sentir mal. Todo este tiempo no hubo nadie porque estuve esperando por ti.

¿Díganme que no lo están malinterpretando como yo? Díganme porque me dará un paro cardiaco.

- Pero sé que, si fuera cierto, no tendría derecho a reclamar ni a enojarme.

Él solo me abraza y llora de nuevo.

- Te extrañé muchísimo, mi pequeña.

- Yo también te extrañé mucho.

- Eres única, pequeña.

- Eres un cursi. Ni todos los novios que he tenido me han dicho eso.

- ¿Y eso me hace especial?

- Te hace especial y único.

Recuerdo que no ha salido de su cuarto en una semana y que mucho menos ha comido. Le doy un manotazo.

- ¿Pero qué agresiva? ¿Y esos cambios tan repentinos de humor?

- No creas que se me olvida que no has comido en una semana. Tienes que comer; estás flaco y desnutrido.

- Pues no he tenido muchas ganas.

¿Y eso por qué?

- Es que me dejaron.

- ¿Una novia?

Mérida, estás jugando con fuego.

- Bueno, fuera. Pero no, solo es mi amiga.

¿Espera, qué?

- Menos mal. Ahora es tiempo de comer, así que levanta tu trasero y camina.

- Espera, comeré si me dices realmente por qué creíste que estaba enojado contigo.

¿Rayos, qué dije?

- Pero si ya te dije.

Mérida, te conozco tanto que sabes que mientes.

Mérida, te descubrieron.

- No puedo decírtelo. No quiero destruir tu relación con Mérida.

Reconozco que me dolió decir "relación" después de que él procesara lo que le había dicho. Solo oigo cómo se empieza a reír como loco.

- JAJAJA, ¿relación? ¿De qué hablas, pequeña?

No entiendo el chiste.

- Sí, tu relación con Debany.

Después de unos minutos, deja de reírse y se pone serio.

- ¿Quién te dijo que ella y yo teníamos una relación?

¿No la tienen? ¿Qué está pasando? ¿Qué hago?

- Hagamos un trato: vamos a comer y después hablamos de esto.

- Lo acepto, pero no te irás de mi casa hasta que me digas todo.

- Lo que tú digas, jaja.

Caminamos a la cocina, y ahí está su mamá.

- Muchas gracias, hija, eres única. Has logrado sacar a mi hijo de su cuarto después de una semana.

Dicho eso, Alma abraza a César y le dice algo al oído que no logro identificar.

- Bueno, siéntense. Hijo, Mérida trajo tu sopa favorita. Ustedes coman, y antes de que pregunten, yo cené antes, así que tranquilos. Yo me iré a descansar.

Al empezar a comer, veo que definitivamente César tiene bastante hambre, ya que se ha terminado toda la sopa.

- Le pasaré la receta a tu mamá.

- ¿Piensas dejarme otra vez?

Esta vez lo dice

 como si nada, ya que está muy concentrado en su sopa.

- No, pero es una buena opción para que comas.

- No es la sopa, bueno, poquito, pero eres TÚ. Esa chica que me sacó de mi cuarto cuando nadie más logró hacerlo. Esa chica que no me abandonó, mi pequeña y mi mejor amiga.

- Aww, te quiero.

Después de una charla muy amena, la hora llega y nos dirigimos al cuarto de César. Él, felizmente comido, se sienta en su cama y espera a que yo me siente. Me siento un poco nerviosa, o mejor dicho, estoy temblando. Sé que después de esta charla, muchas cosas cambiarán.

- Te escucho.

- Yo, César, te quiero.




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