Había pasado ya una semana desde que me había lastimado el tobillo y cada vez podía moverlo más, ya no estaba inflamado y el dolor era casi imperceptible, estaba lista para mi segundo intento de autorrescate. Era la mañana de un lunes cuando se me ocurrió que podríamos salir a dar un paseo por la playa, sería fácil convencer a mi secuestrador de hacerlo y de que no intentaría escapar, pues en esta semana, las cosas habían "cambiado", me comporté "tranquila", no le reclamé nada, no desobedecí sus órdenes y tampoco lloré, al menos no frente a él.
El plan era el siguiente, cuando viera alguna persona le pediría ayuda inmediatamente pero para no hacerlo evidente, le daría una pequeña nota que escribí diciendo que estaba secuestrada en Cabo Verde, anoté el teléfono de mis padres, sus nombres y el mío, obviamente lo escribí en español pues no sabía portugués, pero tenía la esperanza de que la persona a quien se la diera supiera español o lo tradujera y me pudiera ayudar. Era un plan que tenía que funcionar.
Antes de las 7 de la mañana, de hecho mucho antes de la hora en la que el secuestrador irrumpía en mi habitación para despertarme, me vestí con ropa cómoda, aún era temprano así que me prepararía un café.
Cuando salía de mi habitación él salía también de la suya, me miró sorprendido pues le parecía raro que estuviera despierta y vestida tan temprano, él llevaba puesto un pantalón de chándal negro y una camiseta sin mangas del mismo color, esta vez tenía el cabello recogido.
-¿Vas a algún lado?- Pregunté al ver su outfit tan deportivo, supuse que entrenaría un rato en el pequeño gimnasio.
-Saldré a correr a la playa, como todos los días-

-Genial- Dije sonriéndo interiormente, todo salía como esperaba -¿Puedo ir contigo?- Dije tímidamente.
-¿Quieres ir a correr conmigo?- Elevó una de sus cejas, realmente le parecía extraña mi actitud el día de hoy, asentí -Está bien pero te advierto que si te cansas o te lastimas de nuevo el tobillo, no te cargaré hasta aquí-
-No te preocupes, tengo buena condición física o al menos la tenía- Eso era verdad, antes del incidente, de vez en cuando salía a correr o hacía algo de ejercicio aeróbico.
-Ya lo veremos, pero tienes que prometerme que no intentarás nada- Sabía a lo que se refería.
-Te lo prometo, sólo quiero salir un rato- Traté de sonar lo más convincente posible.
-Iré por mi arma, por si acaso- Entró en su habitación y sólo tardó unos segundos, supuse que la traería escondida en alguna parte de su pantalón, en silencio caminamos hasta la puerta, era la primera vez que salía, mi corazón latía a más de 100 latidos por minuto, estaba emocionada y a la vez asustada, cualquier movimiento en falso y sería mi fin o el de otra persona, tenía que ser cuidadosa. Al cerrar la puerta nos dispusimos a correr, al principio sólo caminamos para calentar y luego comenzamos a trotar, al poco tiempo los riñones comenzaron a dolerme, definitivamente había perdido condición y estaba algo distraída, respiré profundo y saqué el aire despacio, el dolor desapareció.
Llevábamos ya unos 10 minutos en eso, me mantenía a dos metros de distancia del secuestrador, sabía que iba lento para que yo no me quedara atrás pues con ese cuerpo atlético fácilmente me dejaría en segundos.
-¿Quieres que paremos?- Se giró y comenzó a trotar de espaldas.
-No es necesario, puedo continuar- Respondí con la voz entrecortada.
-Vamos Pamela, no seas tan terca, sé que estás agitada- Dijo mirándome, seguro tenía la cara roja por el esfuerzo -Caminemos-
-No, continúa tú, yo te alcanzaré en un rato, sólo necesito recuperarme unos minutos- Dije deteniéndome.
-Ni de loco te dejaré sola preciosa- Y con esas palabras, las posibilidades de llevar a cabo mi plan se reducían bantante, casi a cero, pero no por eso dejaría de buscar el momento para realizarlo.
-Está bien, entonces continuemos- Dije moviendo de nuevo mi cuerpo.
-Eres muy terca- Ignoré sus palabras y continué. Corrí, con todas mis fuerzas.
No había nadie en la playa, aunque el secuestrador me quitara la vista de encima no serviría de nada si no había a quien darle la nota.
Luego de otros 10 minutos corriendo, lo vi, a lo lejos se acercaba un hombre de mediana edad, al parecer era un corredor al igual que nosotros, pues se acercaba a gran velocidad. Era mi oportunidad, poco a poco fui disminuyendo la velocidad con la intensión de quedarme atrás y poder llevar a cabo mi plan. Cuando estábamos como a diez metros de aquel hombre mi raptor cambió de dirección bruscamente y se giró para verme, todo estaba arruinado. Le dediqué una mirada de odio y lo seguí. Volteé hacia atrás para ver al que pudo ser mi salvación y él ya estaba mirándome, sonreí tristemente y me devolvió el gesto. Si tan sólo pudiera comunicarme con él telepáticamente. No telepáticamente pero sí por la nota, tomé el pequeño papel que llevaba abajo de mi top, pensaba tirarlo disimuladamente al suelo asegurándome que aquel hombre me viera para que pudiera venir a recogerlo pero, el hombre ya no estaba así que lo guardé nuevamente.
-¿No pensabas pedirle ayuda a ese chico, verdad?- Dijo sin voltear a verme. No respondí, una lágrima resbaló por mi mejilla, rápidamente la sequé para que no se diera cuenta -Volvamos a casa, es todo por hoy-
Regresamos a la casa caminando, yo iba perdida en mis pensamientos cuando comenzó a llover, era más bien una tormenta, el agua helada logró devolverme a la realidad.
-Corre- Me ordenó el secuestrador, obedecí, por lo general me gustaba disfrutar de la lluvia pero esta vez era la excepción, las enormes gotas de agua golpeaban con potencia cada parte de mi cuerpo, no podía ver muy bien, estuve a punto de caerme y estrellar mi cara contra la arena pero un brazo fuerte me detuvo, agradecí con la mirada y seguimos corriendo.
Al llegar a la casa, ambos nos miramos, estábamos completamente empapados y con la ropa pegada al cuerpo; y como si fuera la cosa más graciosa del universo el estar mojados, comenzamos a reírnos a carcajadas y toda la tristeza de no haber cumplido mi misión el día de hoy se marchó. Tenía mucho tiempo que no me reía así, de hecho desde que me secuestraron no había reído.