-Bien, preciosa, comencemos- Nos encontrábamos ya en el gimnasio, no había más de diez personas ahí, lo cual me hacía sentir un poco menos incómoda, aunque me veía bastante bien con mi ropa deportiva me daba un poco de pena que los demás vieran que mi fuerza era nula - Empezarás con quince minutos en la caminadora, comienza trotando, luego aumenta la velocidad casi a tu límite, después la disminuyes hasta que tu pulso se normalice-
-Bien, eso es fácil- Hice lo que me indicó, al principio me costaba respirar, pero conforme pasaban los segundos lo sentía menos pesado. Trataba de mantener controlada mi respiración pues había leído que esa era la clave para poder realizar cualquier ejercicio físico.
-Vamos Pamela, tú puedes- Me animaba Ruslan frente a la caminadora, yo no podía hablar, sentía mi cara muy caliente y enrojecida -Tres minutos y comienza a bajar la velocidad-
Creo que lo estaba haciendo bastante bien, mis piernas estaban algo cansadas y sentía mi corazón latir muy deprisa. El sudor resbalaba por mi rostro y espalda, quizá suene un poco raro, pero estar en esa situación me hizo sentir mucho mejor. Sentía que con cada gota de sudor algo de tristeza salía de mi alma, era una sensación bastante relajante.
-Comienza a bajar la velocidad, bien. Lo hiciste bien, preciosa- Una sonrisa se formó instantáneamente en mi rostro ahora empapado en sudor, tomé la toalla y me sequé, iba a un ritmo que me permitía hablar.
-Eso se sintió muy bien- Dije con voz entrecortada.
-Es la serotonina, tu cuerpo la libera al hacer ejercicio aeróbico, te hace sentir de alguna forma, feliz- Vaya, Ruslan era incluso mejor que el médico -Sé que últimamente no te encuentras bien emocionalmente, así que pensé que hacer esto te levantaría el ánimo-
Nunca me habría imaginado que en una situación como esta, encontraría amigos de verdad, era increíble. Yo no había hecho nada para merecer su preocupación y sin embargo, ellos se esforzaban por hacerme sentir mejor, una verdadera fortuna la mía. Ahora temía que los enviaran a alguna otra misión a miles de kilómetros de la base y me dejaran sola -Gracias Ruslan, aprecio con el alma lo que Derek y tú hacen por mí, si no fuera por ustedes no sé que sería de mí ahora-
-No tienes que agradecer, es un placer poder ayudarte- Nos dirigimos al área de las pesas, donde comenzaría el verdadero entrenamiento, pues lo anterior había sido sólo el calentamiento.
-Ruslan, dame un minuto- Dijo un hombre con el rostro más inexpresivo que había visto en toda mi vida, Ruslan me hizo una señal indicándome que lo esperara. El hombre parecía tener un cargo importante en la organización, pues portaba un uniforme distinto al del resto de los agentes. Observé como salieron del gimnasio. Frente a mí se encontraba un enorme espejo que ocupaba la mayor parte de la pared, por lo que no pude evitar mirarme, mi cara aún seguía roja y mi cabello estaba algo húmedo por el sudor, lo acomodé para que al menos no estuviera despeinado.
-Estamos aquí para entrenar, no para que admires tu belleza en el espejo- Rodé los ojos al Ruslan que se acababa de parar frente a mí interfiriendo mi vista al espejo.
-¿Puedo saber para qué te ha llamado? No te enviarán a una nueva misión ¿o sí?-
-No pueden enviarme a una nueva misión porque aún no he terminado contigo, aunque estemos aquí en la base sigues estando a mi cuidado- Escuchar eso me hizo sentir aliviada, al menos el tiempo que pasara en la base tendría amigos que evitarían que me deprimiera -Y al terminar una misión, dependiendo la magnitud de ésta, nos dan algunos días de descanso, por tu caso me darán un mes. Si hay alguna emergencia podrían enviarme aun cuando esté en mis "vacaciones"-
-¿Entonces ahora mismo Derek está en su descanso?- Asintió mientras buscaba entre las pesas unas mancuernas que pudiera cargar -¿Eso significa que pronto se irá?-
-Tal vez, aún no le han asignado ningún caso, pero como su descanso casi termina, si se presenta uno nuevo, es probable que lo envíen a él- Mi ánimo disminuyó un poco al escuchar eso, creo que porque nunca fui consciente de que ellos debían cumplir con su deber y si su deber estaba del otro lado del mundo, debían ir hasta allá -Hey, no te pongas así, al contrario, deberías alegrarte porque se está esforzando bastante para ser uno de los mejores, su desempeño ha mejorado bastante en los últimos meses y como también es muy joven, le asignan los casos más arriesgados-
-¿Cuál es la ventaja de ser de los mejores? Sinceramente no encuentro satisfactorio arriesgar tu vida por personas que ni siquiera conoces- Cuestioné al tiempo que me sentaba en el suelo, Ruslan me asesinó con la mirada y rápidamente me puse de pie.
-Toma las mancuernas y repite quince veces este ejercicio- Me mostró cómo hacerlo, parecía bastante sencillo así que comencé a hacerlo -Esto es nuestro trabajo, nosotros nos dedicamos a proteger personas, nuestro código nos indica hacer hasta lo imposible por mantener a las personas a nuestro cuidado en las mejores condiciones, nuestra satisfacción es básicamente, cumplir con nuestro deber, aunque claro, tiene algunos beneficios como vacaciones más largas, obviamente mejor salario y la posibilidad de jubilarte en un menor tiempo-
Al terminar la serie sentía que mis brazos temblaban.
-Haz otras tres series, te traeré agua- Saqué fuerza de donde pude para terminar las series, sentía que ya no podría hacer ningún otro ejercicio.
-Creo que moriré, no sé si lo sepas pero mi fuerza en los brazos es nula, así que te pido no seas tan duro conmigo- Ruslan me extendió una botella de agua, la tomé y bebí de ella -Gracias-
-Tranquila, es obvio que no tienes fuerza en los brazos, están tan delgados como un fideo- Aunque su comentario debió haberme ofendido no lo hizo, pues yo era bastante consciente de ese hecho.
-Ja ja, qué gracioso Ruslan-
Seguimos con el entrenamiento, después de una media hora ya no podía levantar mis brazos, así que dimos por terminada la rutina y cambiamos a una de abdomen, era mucho más fácil para mí ya que antes de que todo esto pasara solía hacer algo de abdominales.