—Rose, te va a ver Mason, detente.—decía un castaño mientras iba tras la niña de 10 años. Ella solo se reía, una linda risa, según el chico. De repente, ella se tropieza con una piedra y se cae. Se lastimó la rodilla con un pequeño fragmento de vidrio y comenzó a llorar. Por suerte, nadie los podía oír ni ver: Estaban en aquel lugar desconocido de la fábrica en donde Way ayudó a Rose cuando se lastimó por primera vez. ¿Entonces por qué él dijo eso de Mason? Para que ella dejara de correr.
—Me… me duele.—dijo sollozando la niñita.
—Yo te dije que te detuvieras pero no me hiciste caso. –La regañó mientras sacaba de su chaqueta algodón, alcohol y una venda: Cada vez que estaba con Rose, ella se lastimaba con algo. Bueno, ¿Qué se puede decir? Es una niña de 10 años sumamente curiosa y activa. El castaño detuvo la hemorragia y luego la secó para ponerle la venda.— ¿Aún te duele?—le preguntó mientras se sentaba a su lado.
—No mucho, antes era peor. –se sonrojó.— Gracias.—ella iba a besarlo en la mejilla pero en ese momento Way había volteado su cara para decirle algo y sus labios se encontraron. El castaño se separó rápidamente.
—Yo… lo siento.—susurró apenado.
—¿Qué fue eso?—le preguntó Rose.
—¿Qué?
—Lo que acaba de pasar.—la pequeña se tocó sus labios y luego tocó los del castaño.
—Bueno… eso… —simplemente no sabía cómo explicarle.— fue un beso.—respondió sonrojándose cada vez más.
—¿Qué es un beso?—“Linda inocencia”, pensó Way mientras sonreía.
—Es una muestra de afecto a alguien. Una muestra de afecto muy grande, una forma de decir te quiero.—esto último lo dijo en un murmullo apenas perceptible.
Rápidamente, Way colocó su brazo detrás de la espalda de Rose y su mano derecha se colocó en el hombro de ella para atraerla hacia él. Besó su cabeza.
—Te quiero.—dijo ella. El chico no supo que responderle.
Ese día fue el primer beso de ambos.
Chris se despertó con una sonrisa.
—Rose…—suspiró y miró su tatuaje. Sacó de una gaveta una muñequera y se la colocó en donde estaba el tatuaje. Fue al baño y vio el morado que su hermano le había dejado.
—Vaya, sí que tienes fuerza hermanito.—se rió.
Bajó a comer y luego se fue a trotar. Chris ya llevaba 2 años viviendo ahí en la ciudad. ¿Por qué le dijo a Rose para que, prácticamente, estuviera con él todo el domingo mostrándole la ciudad? Para pasar tiempo con ella.
Por otra parte en la casa de William, Gabe se despertó y vio a Banks dormido en su pecho. Sonrió y comenzó a acariciarle su pelo Forever Young.
Ya eran las 6 y hace 5 minutos todos se habían ido: Gabe les contó la ‘misión especial’ de cada uno para la sorpresa de aniversario.
El colombiano se echó en su sofá y encendió el televisor. Después de revisar todos los canales y verificar que no había nada bueno, se durmió. A los 5 minutos, se despertó: El teléfono de la casa comenzó a sonar.
—¿Quién será? –se dijo a si mismo mientras se paraba con flojera del sofá.— ¿Hello?—preguntó con un tono algo diva.
—¿Dónde está mi loco y lindo hermanito?—el chico sonrió.
—¡Leah! –Dijo emocionado.— ¿Cómo estás hermanita?
Y así estuvieron por las siguientes dos horas: Hablando y hablando sobre sus padres, novios, estudios y otras cosas.
Los padres de Gabe se mudaron a los Estados Unidos cuando él tenía 8 y su hermana 9. Ambos aprendieron inglés por 3 años antes de mudarse y al llegar lo hablaban perfectamente. A veces usaba su acento para joderle la paciencia a sus amigos o cuando estaba con sus padres y tenía que hablar en español. Leah decidió estudiar en Colombia y sus padres la acompañaron, pues, ellos querían volver a su tierra natal a pasar tiempo con sus seres queridos. ¿Por qué Gabe se quedó? Por William. Cuando se conocieron, Gabe sintió que había encontrado su alma gemela, no quería, mejor dicho, no podía abandonarlo. Sus padres y su hermana comprendieron: Si su hijo era feliz, ellos también lo serían.
—Si no me equivoco, tú y Banks cumplen dos años juntos.—dijo Leah emocionada: Ella adoraba verlos a ellos juntos, eran la pareja perfecta.
—Estás en lo cierto, hermana.—dijo Gabe con la misma emoción.
—¿Y qué planeas hacer?—preguntó.
—Una pequeña dinámica con ayuda de unos amigos, —respondió con una sonrisa.— se trata sobre…—en ese momento sonó un celular.
—Oh me tengo que ir, me están llamando.—dijo apresuradamente Leah.
—Atiende, –se rió.— saludos a mamá y papá, ¡bye!—colgó.
El chico alto decidió buscar unas películas en un pequeño gabinete que estaba al lado del televisor. Hoy era viernes y él no pensaba quedarse sentado haciendo nada.
—Sweeney Todd, Inframundo, Van Heilsing, ¿Dónde carajo te metiste, Pilgrim? —susurró mientras buscaba una de las películas favoritas de ambos.— ¡Bingo!—gritó mientras sacaba “Scott Pilgrim Vs The World”– A ver, necesito dos más.—sacó Zoolander y la de Sweeney Todd.
Gabe dejó las películas al lado de las llaves y subió a ponerse unos converse. Bajó, agarró las cosas y se fue a casa de su novio. Por suerte, él vivía a tres cuadras de Banks y aún no era muy tarde: Apenas eran las 9 de la noche.
Cuando llegó, escuchó su voz:
—Mamá, ¿Por qué? –Gabe tocó el timbre.— Oye ma, tengo que colgar… Mamá, tengo visita… Si mamá, lo prometo… ¡Ma! … Está bien, te quiero mami, bye.—Gabe casi le da un ataque de risa. William abrió y se sonrojó al verlo.
—¿Quién quiere ver unas películas?—sonrió el moreno y comenzó a reírse.
—Escuchaste el “Te quiero, mami”, ¿Verdad? –Gabe siguió riendo. William suspiró.— Cállate y pasa Gabo.—él asintió.
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Editado: 07.06.2020