Chris aún seguía sorprendido con lo que acababa de realizar. Siguió recorriendo aquella calle iluminada con Rose a su casa.
—¿Y qué te pareció la ciudad?—le preguntó la chica ojiazul.
—Es hermosamente encantadora. –Respondió. Christopher ya había recorrido antes todo eso, a excepción del parque de diversiones, pero con Rose hacía que todo fuera nuevo para él.— No entiendo cómo es que no nos habíamos cruzado antes, Rose.—pensó en voz alta sin darse cuenta.
—¿De qué hablas, Christopher?—el castaño se dio cuenta de su error.
—No, no, ignórame. –Se sonrojó.— Pensaba en otra persona.—ambos se quedaron en silencio hasta llegar a casa de la chica.
Se sentaron en los escalones.
—¿Tu tatuaje?
—¿Mi tatuaje?
—Sí, el de tu muñeca. –Chris miró su muñeca y se había olvidado cubrirlo. Quería que Rose no se acordara de eso, pues, iba mostrárselo en un momento especial, no muy lejano pero ya era muy tarde.— Es lindo.
—Gracias.—sonrió de una forma extraña que a Rose le pareció lindo.
—¿Y bien? ¿Me dirás de qué trata? –Preguntó ella de forma curiosa.— Detrás de cada tatuaje hay una historia, ¿No?—le dio la espalda y se alzó el cabello.
—Vaya, es lindo Rose.— “Knightley Forever” decía el tatuaje que ella tenía en la nuca. Eso le dolió a Christopher, y bastante. La pelinaranja volvió a mirarlo y soltó su pelo.
—Gracias Christopher. –Le sonrió.— Me lo hice unos meses después… de que murieran.—se pasó las manos por los ojos, miró hacia otro lado y al mirar de nuevo al castaño, le sonrió.
—Es tarde y creo que deberías dormir, ¿No? –Dijo el chico parándose y ella lo imitó.— Nos vemos mañana.—quería robarle un beso pero se limitó a sonreírle y se fue.
—¿Y a dónde vamos ahora?—le preguntó Chris cuando ambos salían del parque de diversiones y ya era de noche.
—Bueno… tengo que llevarle las llaves a Ryan antes de que se me olvide, si no nos tardamos mucho… —Pensó por unos segundos.— ¿Qué te han dicho de la ciudad?
—Bueno, sus tortas son las más divinas y muchas cosas que no me acuerdo pero me han hablado de un lago…
—¿El Lago de Baltimore?
—Sí, ese. Me gustaría ir para allá.
—Está bien. –Dijo Rose después de pensarlo.— Después de pasar por casa de Ryan, iremos para allá.
El castaño asintió y caminaron en silencio. Al llegar, Rose subió rápido los escalones y tocó el timbre emocionada. Desde adentro se escucharon unos ladridos.
—¡Heart, no!—esa era la voz de Ryan enojado. El chico abrió la puerta y Heart comenzó a dar vueltas alrededor de Rose.
—¡Heart!—Rose agarró a la pequeña y le dio besitos en su pequeña cabeza.
—Como que te quiere más a ti que a mí.—dijo el oji—miel fingiendo tristeza.
—Claro, recuerda que fui primero su madre.—Sonrió y rió ante la expresión de Ryan: Se había cruzado de brazos y había fruncido el ceño.
—Rose, no comiences.—Y ahí fue cuando el novio notó la presencia de alguien más. “Con que este es el famoso Christopher, ¿Eh?”, pensó.
—Oh, toma Ryan. –su novia lo sacó de sus pensamientos. Rose dejó a la Beagle en el piso y revisó su cartera.— Gracias, Ry.—le entregó las llaves y lo besó. Se separaron y sonrieron de forma tierna.
De repente, notaron que Heart se alejaba de ellos y se dirigía hacia Christopher, quien esperaba de pie en los escalones.
—Vaya, que adorable es.—dijo el castaño mientras se agachaba y acariciaba a la pequeña cachorrita.
—Oh, se me olvidaba. –dijo Rose mientras tomaba la mano de su novio y caminaba hacia donde estaba el chico de lentes de oscuros.— Christopher, él es Ryan; Ry, él es Christopher.—el mencionado se paró y ambos castaños estrecharon sus manos y dijeron:
—Un placer.
Se produjo un silencio incómodo en donde ambos chicos se miraban fijamente. Escucharon unos ladridos.
—¡HEART!—gritaron los novios al ver a la pequeña en medio de la calle y se acercaba un carro a toda velocidad.
Ninguno de los 3 presentes había esperado esto: Chris, como acto reflejo, corrió rápidamente para recoger a la Beagle y rodó antes de que el carro lo atropellara, el cual tocó la corneta furioso y se alejaba.
El chico se había sorprendido con su acto pero… nunca le gustó ver a un animal sufrir. Nunca. Chris sería cruel con los humanos pero con los animales, era distinto.
Christopher se acercó a Rose y a Ryan mientras Heart lamía toda su cara como forma de agradecimiento.
—Oh por Dios, Christopher, gracias.—dijeron mientras el mencionado dejaba a la pequeña en el suelo y ésta corría hacia sus dueños. Rose la cargó.
—No hay de qué.—ahora tenía la confianza del oji—miel. Sonrió para sí mismo y se sorprendió de que la chica lo besara en la mejilla.
Recuerdos y más recuerdos vinieron a la mente de Chris.
—Hey, ya es tarde, deberíamos irnos.—dijo ella entregándole Heart a Ryan.
—Tienes razón. –Dijo Chris aún sorprendido.— Un placer Ryan.—lo miró.
—Igual.—el castaño besó a su novia, sonrieron y él entró a su casa.
—Como que dejaremos el paseo al lago para otro día.—le dijo Rose mientras bajaba los escalones.
—Sí, tienes razón.
El castaño llegó a casa y después de darse una ducha, se acostó.
—¿Rose?
—¿Sí?
—¿Dónde estás?
—Aquí, solo escucha mi voz y guíate.—el castaño comenzó a caminar por ese largo pasillo.
—¿Por qué está todo oscuro?
—Solo ven, Christopher.—mientras más se acercaba, notaba una luz y una silueta.
—Creo que ya te veo.—corrió hacia allá.
Cerró los ojos al ver que la luz lo cegaba. Lentamente, los volvió abrir y vio que estaba en un enorme cuarto cuyas paredes eran amarillas.
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Editado: 07.06.2020