Desperté muy temprano antes que el resto preparando el desayuno para todos saliendo antes que ellos despertarán. Llame a Smith informándole que debía hablar urgentemente con él fuera de la oficina mandándole el lugar donde iba a estar. Después de media hora estoy ahí frente a frente con mi jefe. Es un hombre muy puntual.
— Hola, Andrea. Buenos días. Eres una chica madrugadora ¿Dime qué tienes sobre el caso? ¿Por qué me citaste aquí?
— Buenos días, Smith. No doy muchas explicaciones de lo que hago. En estos documentos hay mucha evidencia en contra de Marcos y Kalet que trabajan con narcos, pero debemos ser cautelosos para no ponerlos sobre aviso a ellos. Lo cité aquí porque Kalet a veces me manda seguir. Cree que me la llevo muy mal con usted y debe seguir creyendo eso, aparte sé que el hijo mayor del General está aquí en la ciudad ¿Qué sabe de él?
— Andrea ¿Cómo has conseguido todo esto? Hablé con Argent me ha comentado que poco confías en las personas. Me ha contado lo de tu hermano que lo sacaste donde él te ayudo a ubicarlo. Referente al caso sobre el hijo del general, sé que es un chico bajo perfil, pero está involucrado en los negocios del padre, pero no a profundidad. Sé que vive en el extranjero y que tiene una red de tráfico de estupefacientes. El pequeño está limpio.
— Cómo dije anteriormente, Smith, no digo mis métodos de trabajo. Referente a mi hermano es mi asunto y de nadie más. Referente sobre el caso del hijo del general tenemos el nombre o un rostro que perseguir de él.
— No. No, Andrea. Ese chico es un misterio — Contesta un poco apenada por la poca información que me suministra — Sabemos que tiene por aproximadamente 25 años de edad solamente, es todo lo que tenemos sobre él.
— Es muy poco, pero por algo se empieza. — Arguyo levantándome de la silla — Bueno, Smith, está conversación nunca existió. Nunca nos vimos y yo no le di esas pruebas. Nos vemos en la oficina.
Me fui del lugar rumbo a la agencia para no levantar sospechas quise llegar antes que Kalet para que no sospeche que estaba en otro lugar. Estoy en archivos arreglando los documentos y una evidencia que había llegado de un caso nuevo de homicidios cuando siento una presencia más en la oficina.
— Aquí estás, pequeña. Saliste temprano de casa, estaba muy rico el desayuno — Dice dándome un beso en la frente. — Gracias, Andrea.
— Kalet, ¿Recuerdas lo del apartamento? Salí temprano a buscar uno y vaya más de buenas encontré uno pequeño, algo económico y me queda cerca del trabajo. Hablé con la dueña y mañana me puedo pasar.
— Andrea, es muy rápido. No queríamos que fuera así, pero es lo mejor para ti, cariño. Debes tener una vida propia. — Responde mirándome con una cara amable tan falsa como él — No lo crees, mi niña.
— Si. Si, padrino. Mañana pueden ir conmigo al apartamento para que vean donde me instalaré. — Digo amable.
— Qué más quisiera, cariño, pero debo viajar por tres días con Marcos a una misión que nos envió Smith, vamos detrás de un cartel — Me explica creyendo que me he creído su mentira. Algo gordo se traen estos dos — Podemos ir luego, Andrea.
— No hay problema, padrino. Luego los llevaré a mi nuevo hogar, te quiero — Digo con una cara de satisfacción. — Seguiré trabajando.
Ese día estuve buscando información sobre el hijo del General, quería saber más sobre ese hombre misterioso, pero no había nada, era como un fantasma viviente. Salí de la agencia dirigiéndome directo a mi apartamento disfrazándome de la sexy docente de inglés.
De la nada sonó mi celular entrando un mensaje de Ian.
Ian.
¿Cómo está la mujer más bella del planeta? La luz de mis ojos y la que hace que mi corazón deje de latir cuando ve ese rostro tan bello. Pasare hoy por ti, bonita. Besos, Ian.
¡Oh por dios! ¿Qué me pasa con ese chico? No puedo permitirme sentir cosas por él debo estar concentrada en mi misión, pero no puedo dejar de pensar en él. Mi corazón se acelera cada vez que lo ve y mis piernas tiemblan cuando estoy ante la presencia de Ian. El causa muchos estragos en mi interior.
Llegué al colegio dirigiéndome directo al salón de clases. Dicte mi materia notando que Leonardo no se sentía muy bien y decido acercarme a él preguntándole que le pasa. El chico solo me abraza y llora con amargura.
— ¿Qué pasa? Leonardo. Pequeño ¿Me estás asustando mucho? — Digo un poco sorprendida con lo que estaba pasando. — Háblame.
— Profesora, ¿Le puedo contar un secreto? Pero me promete que no le dirá a nadie. Si lo dice estará en peligro — Explica con lágrimas en los ojos. — Yo le tengo cariño a usted, profe. Es muy linda y buena maestra.
— Leonardo… puedes confiar en mí. Jamás le diría a nadie tú secreto, cariño. Sera entre los dos. — Digo abrazándolo — Te lo juro.
— Yo soy hijo de un narco, profe — Me dice llevando sus manos a la cara — Me da mucha pena decirlo. Algunos niños lo saben y me tienen miedo. Yo quiero tener amigos, sin embargo, por mi padre y por su profesión ellos les da miedo acercarse a mí. Me duele eso profesora, no quisiera ser hijo de él.
— Calma, pequeño. No es tu culpa que tu padre sea así, te puedo entender, cuando yo estudiaba, no tuve muchos amigos era una chica muy solitaria, pero aquí estoy para ti cuando quieras hablar de tus cosas — Explico dándole un abrazo. — Cuentas conmigo, Leonardo.