Enamorada del Villano

Capítulo 28


Me preguntaba si las personas que no cumplían su sueño era por falta de suerte o falta de disciplina. Yo prefería fallar en la primera, antes que en la segunda. Por eso, me esforzaba al máximo.

Pero hoy no, no tengo fuerzas para nada. Solo veo un punto fijo mientras siento que una pared va a aplastarme. Creéme, lo deseo. Llevo tanta carga mental que me gustaría que el cerebro tuviera una papelera como las de las computadoras, para presionarla y olvidarlo todo.

Me incorporo en la cama pero al instante, la tristeza me derriba de cara contra la almohada. Suelto un gruñido porque mi celular en la mesita ratona, no deja de sonar como loco y no tengo ánimos de tomarlo hasta que veo quén es.

Llamada entrante de Gretissima.

¡Greta! ¡Al, fin!

Atiendo tan rápido que la encuentro distraída hablando con otra persona detrás de la pantalla.

—¡Tienes que decirle!—exclama una voz femenina.

Greta frunce el ceño y le contesta:

—¡Cállate, la estoy llamando!

—¿Greta?—atino a decir.

Sus ojos bajan directo a la camara y se queda quieta, parpadeando.

—Liz...—intenta poner un tono feliz para eliminar la incomodidad del momento—. Ah, ¿Cómo estás, amiga?

Me da una sonrisa tan grande que me hace dudar de la capacidad de su boca para mantenerse en su cara y no caer al suelo. Aquí hay algo raro.

—¿Qué pasa?—frunzo el ceño con confusión.

Ella retuerce sus manos con nerviosismo.

—Bueno...nada, solo te llamé, siempre te llamo.

—Greta, no apareces desde hace como una semana.

Aplasta los labios.

—Es que...—vacila. Un rempalago de resignación le atraviesa el rostro—. ¿Sabes? Voy a decírtelo.

Realiza una pausa como si esperara que le diera autorización a proceder, así que simplemente me quedo en silencio a esperar.

—Voy a casarme—suelta un suspiro de alivio—. Ya, lo dije.

No sé que decir al respecto, es que, es decir, pero hace una semana estábamos las dos solteras y ahora se casa. Digo, ósea, ¿Esto es real? No es que la noticia no me alegre pero la duda me invade y la verdad es que ya no entiendo nada.

—¿Con Zek?—pregunto.

—Sí...¡Ay, no! ¡¿No te parece bien?!—se muerde las uñas—. ¡¿Crees que es muy pronto?! ¡Dime qué piensas ahora mismo!

Esa curva de emociones que atravesó desde la inseguridad a la agresión me deja todavía más desconcertada.

—Greta, estoy feliz de que te cases pero no entiendo porque apareces así de la nada y me lo dices—intento explicar la catarata de interrogaciones que me invaden.

Cierra los ojos por un momento y esconde la cara en sus manos. Luego, vuelve a su postura.

—¡Lo sé! Sé que debí llamarte hace una semana cuando me lo pidió pero sé que estás atravesando demasiado y no quería molestar.

—Greta, la noticia de tu boda es lo más feliz que me ha pasado en este ultimo tiempo—le digo.

Ella me sonríe.

—Lo siento Liz, de verdad—se disculpa—. Pero no pretendía agobiarte con mis problemas y sabía que si atendía tus llamadas, iba a tener la necesidad de decírtelo.

—No pasa nada, lo entiendo—la tranquilizo—. Aunque me dan ganas de matarte un poco.

Mi comentario le saca una risa.

—Entonces, ¿Ya tienen fecha de boda?—le pregunto.

—Sí, en una semana, iremos al Estado donde se crió Z...¡No me mates!—clama por piedad.

—¡¿Una semana?!—exploto.

—Es que queremos casarnos lo antes posible—se excusa y entrecierra los ojos como si esperara un golpe—. Si te sirve como consuelo eres una de mis damas.

¿Cómo se atreve a chantajearme de esa forma? Obviamente quiero ser su dama de honor y compartir un momento tan especial pero no olvido el hecho de que me lo ocultó hasta hace dos segundos.

—¿Crees que puedas llegar a mi boda? Sé que Celina se casa después, pero entiendo que viajar hasta aquí y luego regresar al hotel es una tarea ardúa—Agacha la cabeza, decepcionada.

Su comentario me derriba al suelo, ni siquiera tengo ganas de regañarla. Además, tampoco es para tanto, digo, ¿Una semana? Al menos no me enteré el mismo día de la boda. Bueno, me lo ocultó por causas justas.

—¿Lo dices en serio? ¡Claro que iré a tu boda!—la ánimo.

Chilla, emocionada.

—¡Voy a pagarte los pasajes!—exclama—. ¡Ahora que vas a venir, mi boda será perfecta! Contrataré un DJ, habrá adornos de flores...

Comienza a divagar sobre todo lo que habrá en la boda y apenas puedo seguirla porque enumera demasiadas.

—Eso se oye increible—comento y aclaro mi garganta—. Lo de los pasajes lo vemos después.

Asiente.

—Me vas a tener que presentar a ese muchachito que va a ser tu esposo—le digo.

—Está aquí, espera...—me dice y suelta un grito que me deja perpleja.

De pronto, en cámara aparece un muchacho de cabello azul, camiseta verde y jeans. Lleva una rebana de pizza en la mano.

—¿Qué?—suelta.

—Saluda a Liz—apunta hacia mí.

Zek mueve su mano libre de un lado a otro mientras devora su pizza. Imito su gesto. Se acerca a la pantalla de forma abrupta y su prometida frunce el ceño, cuando este la empuja un poco para poder aparecer en cámara.

—¿Cómo estás, Liz?—pregunta con cortesía—. ¿Eres la amiga que está de vacaciones?

—¡Ella no está de vacaciones, Zek!—chilla Greta—. Está ayudando a su amigo.

Él asiente y la mira con extrañeza.

—Ajá, claro—cambia de tema—. ¿Hay cerveza?

Greta lo mira de una forma que lo hace retroceder diez pasos.

—¿Sabes qué? Vete por ahí, ya no te necesito—lo despeja ella.

Él se encoge de hombros.

—Gusto en conocerte, Liz—se despide mientras da media vuelta y desaparece de mi campo de visión.

La rubia voltea hacia mí dirección con un ojo titilando y me veo en la obligación de reprimir las ganas de reír.

—Parece simpático—reconozco.

—Sí, estoy viviendo mi sueño—bromea con sarcasmo.

Ambas reímos.

***

Greta va a casarse.



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En el texto hay: humor romantico, humor amor, humor amistad

Editado: 21.07.2024

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