Enamorada por casualidad.

|Capítulo 25|

Desperté agitada, soñé que mi novio había fallecido, me tranquilicé un poco, miré mi celular, no había mensajes de buenos días de él y eso me hizo volver a la realidad no era un sueño, todo esto de verdad está pasando.

Me senté cruzada de piernas, prendí mi cámara sabiendo lo que eso me provocaría, miré las fotos de cuando tuvimos "una cita de días" como la llamó Perla;

Foto #1:

Él se miraba concentrado peinándome.

Foto #2:

Salía despeinado y en bóxer.

Foto #3:

Estaba abriendo su regalo de cumpleaños.

Foto #4:

Eran nuestras manos entrelazadas.

Foto #5:

Estábamos mirando películas en su casa.

Foto #6:

Él me besaba la mejilla, yo sonreía y sostenía su barbilla.

Foto #7:

La foto en la feria con mi gigante delfín.

Después de 7 fotos no pude más y derramé mis lágrimas, abracé a la cámara como si fuese él, cómo si con eso cambiaría las cosas, limpié mis lágrimas, me metí a dar una ducha, me cambié y subí al autobús para dirigirme a la universidad.

Tomé mi lugar habitual, coloqué mis audífonos y música a todo volumen el camino pasó más rápido de lo que imaginé, antes de entrar a la universidad tomé un largo respiro ¡era la universidad, todo me recordaría a él!, no podía ser débil y no podía dejar que los recuerdos me consumieran "falta poco para salir de vacaciones" repetía en mi cabeza.

Entré a la universidad y Perla se sorprendió al verme.

—¿Qué haces aquí?

—Aquí estudio, boba.

—¿Estás segura de que podrás sobrellevarlo?

—Espero poder. —Sonreí de lado.

—Lo único bueno es que tenemos varias horas juntas y estaré apoyándote.

—Gracias. —Me abrazó.

—Yo no tendría el valor ni siquiera de salir de casa, te admiro mucho, él está orgulloso.

—Eso espero.

Entramamos al salón de filosofía, tomé asiento alado de Perla, comencé a respirar intentando no llorar, el profesor asignó el trabajo, terminamos y después de todo, la clase finalizó exitosamente

—Lo lograste. —Me abrazó.

—Gracias a ti. —Sonreí. —Iré al baño, ahorita vuelvo.

—Te acompañaré.

—Ok.

Entré al baño, lo primero que miré fue mi rostro pálido y sin una pizca de felicidad, desde que pasó todo aquello había evitado verme porque aunque suene estúpido, al mirarme lo miro a él, lo siento a él y duele mirar mi reflejo sin el suyo por un lado.

Lavé mi rostro, lo sequé y coloqué un poco de labial, fuimos a la cafetería a desayunar y las siguientes clases pasaron volando.

Rodrigo pasó por Perla.

—¿Quieres que te llevemos a casa?

—Puedo irme sola, gracias por preocuparse. —Me fundieron en un abrazo y me encantaba poderlos mirar juntos, me transmitían su felicidad.

Llegué a la parada del autobús, un auto conocido estaba estacionado ahí, Pablo bajó la ventana y se dispuso a hablar.

—Sabía que ésta era tu universidad. —Dijo triunfante.

—Seguro mamá te lo dijo. —Le enseñé la lengua mientras él salía del auto.

—Sube al auto, vayamos a pasear.

—¡Lo que menos quiero es pasear! No sin él. —Noté que mi tono de voz no era el correcto.

—Cuando pasó lo de Mérida, falté 3semanas al instituto, admiro tu fortaleza.

—Falté ayer, además falta poco para salir de vacaciones.

—Te quiero muchísimo.

—También yo. —Sonreí.




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