Desperté tarde y con mucho cansancio por la noche anterior, pero ya había aceptado así que no podía dejar botada a Luzma.
Bajé a desayunar, me di una ducha y salí al panteón.
—Hola ,cielo. —Acaricié la lápida. —Sigo extrañándote muchísimo. —Lágrimas salieron. —Y creo que será así por siempre porque fuiste un chico hermoso que me ayudó en todo. Retomaré el ballet por poco tiempo, ¿qué te parece? Te amo muchísimo.
Regresé a casa, ordené mi mochila y mamá me llevó a la academia.
—Katy.
—Profesora. —Nos fundimos en un abrazo.
—Hoy vendrá la costurera a tomarte medidas.
—De acuerdo. —Sonreí.
Me coloqué mis puntillas, comenzamos a practicar, pero Luzma detuvo todo.
—¡Están a destiempo!
—Es ella. —Me apuntó la chica que se molestó ayer por mi papel.
—¡Son todas, lo haremos una vez mal y quien lo haga mal saldrá del baile! —Todas asintieron preocupadas.
Volvimos a hacerlo, salió mejor que la vez anterior pero no era perfecto, seguía mirándose en destiempo.
—¡Último aviso!
El ensayo del lago de los cisnes había terminado, ahora seguía Coppelia.
Practicamos a morir, las chicas se marcharon y llegó la costurera a tomarme medidas.
Regresé a casa agotada nuevamente.
[...]
Mañana será la presentación, me encuentro muy nerviosa, a pesar de que me grabé las coreografías y hemos practicado hasta el cansancio tengo miedo de caer en nerviosismo y también tengo nostalgia, no estarán los dos chicos más importantes en mi vida, ni papá ni Carlos, creo que sale de sobra decir el porqué.
Hoy no ensayaremos, sólo debemos ir por nuestro vestuario, los boletos y por la muestra del maquillaje.
Salí de mi casa, llegué a la parada del autobús y Esteban paró su auto para que subiera.
—Has estado perdida, cielo.
—He estado ocupada que es diferente.
—Te he visto en los ensayos y estoy molesto.
—¿Por qué? —Reí.
—Ese tipo te toca.
—¿Eso te molesta?
—Pueeeees. —Rascó su nuca. —Sí y no.
—Explícame.
—Creo que le gusta más el hombre cisne que tú. —Estallamos de risa.
—Amor es amor.
—Amor es el que te tengo.
—Oh vamos, ¿ya vas a empezar? —Pues mis ojos en blanco.
—Sabes que sí. —Apretó mi mejilla. —¿Te llevo a tu clase?
—Si eres tan amable.
—Claro, señorita hermosa. —Besó mi mano.
Llegamos a la academia y me abrió la puerta para que saliera.
—Gracias por traerme.
—Te esperaré aquí.
—No es necesario.
—Quiero hacerlo. —Me atrajo hacía él.
—Ya vuelvo.
Entré y todas miraban a Esteban con lujuria, claro, solo eran adolescentes con las hormonas alborotadas.
—Es increíble, hasta su novio es perfecto. —Murmuró la misma chica.
—¿Cómo te llamas? —Miró hacía atrás. —Te estoy hablando a ti.
—Parece que la protagonista quiere ser amable.
—Lo que quiero es saber tu nombre. —Todas las presentes dejaron salir un "ohhh", se les nota su edad.
—Isabel.
—Isabel, dime, ¿cuál es tu problema?
—Ninguno. —Me dio una sonrisa hipócrita.
—Entonces, ¿por qué tantas indirectas con mi llegada?
—¡No sabes lo que es estar tanto tiempo esperando el protagónico para que alguien llegue de la nada y te lo arrebate! —Dijo molesta y con lágrimas en los ojos.
—Sé perfectamente lo que se siente, tengo muchísima más experiencia que todas ustedes juntas y déjame decirte que no deberías molestarte ni lamentarte sino sacar tu mejor versión, nada cae del cielo así que enfócate en ti. —Asintió avergonzada.
Editado: 19.10.2019