—Estoy muy agotada, ¿puedes llevarme a casa? —Asintió, tomó mi mano y entramos al auto.
—Ha sido el mejor día de mi vida. —Quitó un mechón de cabello y lo pasó atrás de mi oreja.
—Cuéntame porque. —Sonreí.
—La única chica de la que me he enamorado aceptó iniciar una relación conmigo, ¡aún no me la creo!
—¿Por qué la has esperado tanto?
—Porque es única, porque lo bueno tarda en llegar, toda mi vida la esperé y ahora que la tengo a mi lado no la dejaré ir nunca.
—Suenas muy cursi. —Le enseñé la lengua.
—Lo soy gracias a ella. —Intentó imitar mi gesto y morí de risa. —Hemos llegado, bomboncito. —Rodé los ojos. —Hey cielo, ya no hay motivos para que te molestes. —Me besó.
—Lo sé, pero aún no me acostumbro. —Me ayudó a bajar del auto.
—Te amo muchísimo.
—Adiós, Esteban. —Besé su mejilla.
—Bésame bien mi amor. —Dejé un tierno beso en sus labios. —¡Qué delicioso besas! —Me sonrojé y él sólo sonreía.
—Adiós, feliz navidad. —Sonreí y entré a casa.
Subí corriendo a mí habitación, me senté frente a mi escritorio y analicé todo lo que había pasado en tan poco tiempo.
No sé cómo sentirme, todo me da vueltas en la cabeza, ¿realmente estoy despierta o sólo se trata de una de esas pesadillas tan realistas que suelo tener?
Me froté varias veces la cara y comprobé que todo era real y no se trataba de un sueño.
Cuando Carlos murió me dejó un hueco en mi mente y corazón, uno que jamás llenará nadie pues le pertenece sólo a él.
Esteban me apoyó desde que Carlos se fue, siempre me hizo saber que me apoyaría y que me esperaría el tiempo necesario para que estuviese con él.
Ahora me encuentro aquí con la cabeza llena de dudas, ¿fue lo correcto aceptar salir con él o sólo lo hice para no romper su corazón por enésima vez? ¿Lo quiero a él o simplemente quiero a la esencia que me recuerda a Carlos? ¿Seré buena novia? ¿Podré con todas estas emociones? ¿Hice lo correcto? ¿Por qué he llegado a ser tan egoísta?
Mientras pensaba en todo eso mi cuerpo pedía a gritos ir a la cama pues llevaba más de 24hrs sin dormir.
Me puse mi pijama y me lancé a dormir.
Desperté hasta la tarde y a pesar de que dormí poco me sentía muy repuesta, me quité el poco maquillaje que tenía, me di una ducha y guardé los regalos de la noche anterior.
Decidí marcarle a mamá.
—¿Hola?
—¡Feliz navidad!
—Feliz navidad, hija. —Me mandó besos. —¿Cómo te fue ayer?
—Bien, fue una extraña y linda navidad.
—¡Quiero saberlo todo, hija!
—Lo sabrás, ¿cuándo vuelves?
—En dos días, llevo poco tiempo separada de ti y ya te extraño.
—Y yo a ti, te amo mucho. Nos vemos pronto.
—Te amo, cielo. —Colgué la llamada.
Bajé a la cocina, me preparé un sándwich y chocolate caliente, encendí la televisión, en todos los canales había películas navideñas, ¡me encanta ésta época del año!
Después de mirar las películas volví a mi habitación a dormir nuevamente y desperté hasta la mañana siguiente cosa que me parecía imposible luego de dormir en el día.
[...]
Me duché, salí al panteón como habitualmente, pasé a una cafetería a desayunar y cuando volví mi novio «que extraño suena decir que Esteban es mi novio» estaba esperándome.
—Hola, muñequita. —Me abrazó y dejó un tierno beso en mis labios.
—Hola. —Apreté su mano. —Esteban, debemos hablar.
—De acuerdo, señorita mandona.
—No sé cómo empezar. —Él me miraba fijamente a los ojos. —Eres increíble, me encanta pasar tiempo junto a ti, adoro que dediques tu tiempo en mí, amé tu mural pero no sé si aceptar salir contigo sea lo correcto. —Me atrajo hacía su pecho.
Editado: 19.10.2019