Enamorada por casualidad.

|Capítulo 7|

—Sé que sigues molesto conmigo y lo entiendo, dije algo fuera de lugar, pero gracias por no cancelar la cena, gracias por no rendirte a pesar de lo difícil que puede ser estar conmigo.

—No hay problema, jamás podría estar molesto mucho tiempo contigo, preciosa. No puedo negar qué contesté como un patán, pero créeme que estoy trabajando en eso. Debo decirte algo. —Dijo cambiando su tono de voz serio a uno de emoción.

—Dime.

—Te quiero pequeña, te quiero. —Repitió mientras tomaba mis manos y dejaba un suave beso sobre mi frente.

Apenas iba a responder cuando ya estaba despidiéndose desde su auto.

Ese día me fui a dormir feliz, emocionada e ilusionada, comenzaba a agradarme la idea de mirar a Carlos como algo más, a pesar del poco tiempo que teníamos de conocernos. Dormí tranquilamente hasta la mañana siguiente.

Me alisté como de costumbre y fui a tomar el autobús minutos antes de lo habitual, me senté en el lugar de siempre, pasaron unos minutos y ahí estaba Esteban.

—¿Hoy si me vas a hablar, bonita? —Preguntó con una sonrisa perfecta.

—¿De qué quieres hablar? Creo que te dejé las cosas muy claras, no quiero que salgamos, entiéndelo.

—¿Y por qué no?

—Hay un chico que me llama la atención y no estaría bien salir con ambos, ¿entiendes? —Respondí mirándolo a los ojos.

—Ahh, era eso. ¿Son novios? —Inquirió de nuevo con una sonrisa, hasta me fastidiaba su boba sonrisa.

—¡No!

—Entonces no le veo el problema, bonita, no puedes cerrarte a salir con sólo una persona, ambos sabemos que eres una chica a la que debemos respetar así que deberías pensarlo, ¿de acuerdo?

—Lo voy a pensar. —Sonreí.

—Eso me agrada bonita. —Guiñó su ojo oscuro.

Ambos quedamos en silencio y llegó la hora para bajarme.

—Te acompaño. —Anunció, tomó mi mochila, mi mano y me ayudó a bajar.

—Katy, aún es temprano, acompáñame.

—¿A dónde? —Pregunté asustada.

—Anda, no es tan malo.

—Espero sea rápido. —Rodé los ojos.

Caminamos un poco y llegamos a una cafetería.

—Nunca es mal momento para un postre, ¿cierto?

Era increíble, pero tenía razón.

—Pediré café y una rebanada de pastel de zanahoria, ¿y tú? —Preguntó entusiasmado.

—Pastel de zanahoria y una malteada.

—Perfecto.

Se levantó y fue a ordenar. Nuestra orden llegó y empezamos a merendar.

— ¿Te gustó? —Preguntó mientras pagaba la cuenta.

—Me gustan más los postres de la cafetería que está por mi casa, están recién hechos.

Se rio y después soltó unas palabras.
—Eres especial, Katy.

—Gracias. —Dije sonriendo.

Y sí, era una sonrisa verdadera y no forzada como veces anteriores.

—Ojalá se repita. —Me dio un abrazo y me guío a la universidad.

Al entrar a la universidad me encontré a Carlos mirándome molesto.

—¿Es otro Sebastián? —Preguntó furioso.

—No.

—Lo lamento, no tendría por qué decirte nada.

—Lo único que quiero es que dejemos de mencionar a Sebastián. Él ya debe ser pasado. —Acaricié su mejilla con dulzura, alejé mi mano al darme cuenta de mi acción y él la tomó para dejar un beso en ella.

—De acuerdo. Nos vemos en filosofía, bonita.

—Hasta filosofía.

Me dirigí al salón y ahí estaba Perla esperándome, aún no había profesor de anatomía, así que me habló de su familia y de Rodrigo, el chico que le gustaba.

—Katy, te juro qué es Perfecto. —Habló ruborizada.

—Para qué te guste debe de serlo. —Estaba tranquila.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.