Enamorada por casualidad.

|Capítulo 11|

**Carlos.**
*Mi chica es muy sencilla, le encantó cuando hicimos el pícnic, así que después de pensar y pensar en qué podríamos hacer hoy, decidí que miraremos series al aire libre.
Fui al centro comercial a comprar la casa de campaña y encontré una fuente de LEDS de baterías que se me hizo perfecta para instalarla dentro de la casa. También compré algunas botanas.
Le llamé a Katherine para ver si estaba lista y dijo que sí, iremos a un rancho donde hay cabañas y ahí mismo hay un centro de acampado.
Llegué por mi novia y la ayudé a abrir la puerta del auto, siempre rechista por eso, sé que puede hacerlo sola pero nada pierdo haciéndolo yo.
Una vez dentro le di un suave beso y nos encaminamos a la aventura, una más de tantas.
—¿¡Por qué nunca me dices a dónde iremos?! —Se soltó de mi mano y cruzó sus brazos.
—¡Para qué te sorprendas, amor! —Intenté tomarla nuevamente pero fue imposible.
—Sólo dime que haremos, por favor. —Me miró con sus ojos tan penetrantes y azules, no podía decirle que no mirándome con esos ojos tan preciosos.
—Acamparemos.
—¿Queeeeeeé? —Gritó sorprendida. —La última vez que intentamos acampar tenía 12 años y tuvimos que regresar porque me picó un mosquito. —Dijo con una curva hacía abajo en sus labios.
—¿Por eso regresaron? —No pude evitar reír.
—¡Carlos, soy alérgica! —Me dio un fuerte golpe por no recordarlo.
Ambos reímos.
El camino fue muy ameno, ya habíamos llegado a las cabañas y Katy me ayudó a armar la casa de campaña.
—Iré al baño.
—Con cuidado.*
—Iré al baño. —Dije cruzando las piernas.
—Con cuidado. —Dijo el hombre más sobreprotector.
Asentí y empecé a caminar hasta llegar al baño.
No tardé mucho, pero cuando salí ya estaba oscureciendo, al llegar con Carlos me sorprendí con todo lo que había preparado, dentro de la casa de campaña habían unos foquitos muy lindos y estaba una colchoneta acompañado de cojines, era perfecto, jamás había acampado así, más bien, nunca había acampado.
—Adelante, pequeña.
Tomé asiento y este hombre no dejaba de sorprenderme «creo que por eso nuestra relación va tan bien».
Encendió su computadora y puso una película en Netflix muy aburrida, hasta me quedé dormida.
Cuando desperté, noté que Carlos me había acostado y estaba abrazándome.
—¿Tan aburrida estaba?
—Lo que pasa es que tenía sueño. —Mentí.
—¡Es mentira! —Reía con fuerza. —¡Escoge una!
Escogí una película y la velada fue espectacular.
Después de la película empezamos a guardar la casa y todo lo demás, a pesar de que ya era tarde, no nos quedaríamos ahí a dormir, aún no estaba lista para eso y tampoco quería morir por la picadura de un mosquito.
Llegamos a mi casa e invité a pasar a mi chico.
—¡Mamá, ya llegamos!
—¡Hola, hijos! —Nos saludó.
—¡Hola, señora!
—No saben lo feliz que se miran.
—¡Estoy muy feliz con su hija, me hace muy feliz!
—Ambos lo estamos, mamá.
—Sabía que tarde o temprano andarían. Siéntense, enseguida vuelvo.
Mi mamá se dirigió a la cocina y en un dos por tres había hecho de cenar.
Los tres nos deleitamos con la riquísima sopa de mi mamá y era hora de que Carlos se marchara, se despidió de mi mamá y lo guíe hasta la puerta «como si fuera a perderse» cuándo estábamos ahí me besó, era momento de separarnos y sentí la necesidad de besarlo de nuevo, sus labios eran gruesos y aún no definía su sabor o al menos era un pretexto para besarlo una y otra vez hasta descubrirlo.
Últimamente he estado pensando que nunca creí pensar tan cursi o querer tanto a alguien, aún recuerdo cuándo Carlos me mandó las flores de colores y morí de risa por la cursi frase que escribió y ahora lo entiendo, cuando quieres a alguien pierdes un poquito la cabeza y todo lo miras mejor, incluso creo que podría hacer una y mil frases más cursis que la de él.
Jorge me llamó por Skype y emocionada contesté.
—¡Katyy! —Su sonrisa era gigantesca que me la contagió.
—Jorge, ¿por qué tan feliz?
—Me cambiaron el horario, ya estoy en la mañana, ¿sabes qué quiere decir?
—¡Regresarás a la universidad!
—¡Así es, por fin terminaré! Todo sea por construir el futuro de Iván.
—¿Quién es Iván?
—¡Será niño y así le pondremos!
—Ya quiero conocerlo, espero que saque tu sonrisa.
—Espero que se parezca a Valentina. Cambiando de tema... ¡Debemos vernos, muero por abrazarte!
—Yo también, extraño golpearte. —Dije riendo.
—Recuerdo cuándo me hiciste un moretón.
—Recuerdo cuando íbamos juntos al baño.
—Siempre has sido muy manipuladora, de las sanas, claro. —Explotó de risa.
—¡Jorge, basta! —Reí con él.
Las horas pasaron muy rápido, tenía mucho que no recordábamos todo lo que hacíamos juntos y que no lo miraba tan feliz.
Decidimos que iríamos a una fiesta de Ángel, un amigo de Jorge.
Nunca me han gustado las fiestas porque las personas toman, fuman, pierden los sentidos y días después se arrepienten de lo que hicieron y a pesar de que ese no era mí caso, me causaba rabia que un momento de diversión y distracción como las fiestas se convirtiese en una noche de arrepentimientos.




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