Hoy es el acto académico del chico guapo de hoyuelos, me siento muy orgullosa de él, se merece eso y mucho más, hablando de él, me marcó por teléfono.
—Amor, buenos días.
—Buenos días, cielo.
—Hoy pasaré por ti a las 12, bonita, estoy ansioso por ver a mi preciosa mujer pelirroja.
—Y yo a mi guapo hombre. —Solté risitas. —Muero por verte recibiendo tus papeles y mirar el gran ingeniero que serás.
—Y tú serás la licenciada más bella del mundo.
—Aún falta para eso.
—Espero estar para ti en ese día tan especial.
—Vas a estar, amor, tenlo por seguro.
—¿Me dijiste amor?
—Ops, se me salió. —Me sonroje de vergüenza.
—¿Soy tu amor? —Cuestionó emocionado.
—Y mi cielo también.
—Tú eres mi todo, mi amor, mi cielo, mi vida, mi pequeña, mi bonita... Te amo. Nos vemos al rato.
—Nos vemos en la tarde, te quiero demasiado.
Desayuné, planché la falda que escogió Perla, me di una ducha, sequé mi cabello, me hice un pequeño delineado, pinté mi boca de un color neutro, planché mi cabello, me vestí, coloqué mi perfume y me cambié.
Me sentía diferente y eso me agradaba de cierta manera.
Bajé y Carlos ya estaba esperándome con una rosa en la mano «me mataban sus pequeños detalles» traía un traje azul marino, ese color le quedaba perfecto a su tono blanco de piel, al mirarlo sólo pude pensar en lo orgullosa que estoy de que sea mi chico.
—Estás bellísima. —Sonrió y se marcaron sus preciosos hoyuelos.
—Estás guapísimo. —Me abrazó y me besó.
—Hueles delicioso, amor. —Inhaló mi fragancia como si se tratase de la mejor droga del mundo.
—Es el perfume que me regalaste. —Limpié sus labios pues tenían labial.
—Amor, que preciosa eres, no puedo dejar de admirarte.
—Gracias, cielo. —Tomé su mano. —Y ya vámonos, no quiero que lleguemos tarde a un día tan importante y especial como hoy.
—Vamos, señorita mandona. —Rodé los ojos. —Vamos señorita hermosa mandona. —Solté risitas.
Me abrió la puerta del auto y empezamos el trayecto, al llegar había cientos de autos y muchos estudiantes listos para egresar.
Saludó a sus amigos y a una que otra chica «moría de celos cada que lo abrazaban», entramos y fue a sentarse con su generación, mientras que yo me senté con Margarita y su esposo.
El maestro de ceremonias dio la bienvenida y unas palabras de éxito para todos los chicos;
—Buenas tardes a todos los presentes, espero que estén teniendo un glorioso día. Hoy nos encontramos aquí debido al grande logro de más de 340 estudiantes y para todos ellos tengo una pequeña frase. "Puede que tu escolarización haya terminado, pero recuerda que tu educación continua aún." —Todos aplaudieron.
El maestro de ceremonias siguió con el programa y era momento de anunciar a los egresados de ingeniería química, mi chico estudió esa carrera tan difícil.
Después de mencionar a varios chicos mencionó al mío, mirarlo recoger sus papeles y sonreír hacia mí, hizo que mi corazón quisiera salir de su lugar, saqué mi pequeña cámara, lo fotografié miles de veces.
Al finalizar todo el programa, un fotógrafo nos tomó fotos a todos juntos y después a Carlos y su pequeña familia.
—Vamos a comer. —Sugirió Margarita.
—¿A dónde vamos, hijo? —Preguntó su papá.
—A dónde quieran.
—Vamos al restaurant español. —Todos asentimos y llegamos al lugar.
Ordenamos, comimos y mi suegro se dispuso a hablar.
—Amor, ¿no te recuerdan a cuándo éramos jóvenes? —Nos apuntó.
—Nosotros éramos más rebeldes. —Se sonrojó.
—Tu papá nunca nos dejaba salir, debías escaparte. —Besó su frente.
Editado: 19.10.2019