“Miedo y noviazgo”
Para el fin de semana, Nathan, Ally, Jedd y yo quedamos en pasar la tarde juntos nuevamente, con la diferencia de que tendremos una invitada especial: Madison. Los mellizos han organizado la salida, más específicamente para oficializar el noviazgo de los tórtolos.
A mente de Madison, la salida es para que nosotros tres conviviésemos más con ella… aunque, honestamente, no creo que sea tan tonta como para haberse creído esa excusa barata que Nathan le dijo; pienso que ella tiene la sospecha o el presentimiento.
Porque, ¡vamos! Es demasiado obvio.
Hemos decidido ir a un parque de atracciones, y ya prácticamente hemos llegado a él. Los cinco salimos de mi auto y nos dirigimos hacia la entrada en sí del parque.
—¿Ves lo mismo que yo? —murmura Ally, codeándome. Me hace una seña para que mire el suelo frente a nosotros.
Está atardeciendo, y el sol está a nuestras espaldas, por lo que nuestras sombras se alargan desde nuestros pies hacia adelante a medida que caminamos. Pero lo más llamativo es que somos cinco personas, y solo hay cuatro sombras.
Falta la de Ally.
—Sí —respondo, y roto los hombros cuando un escalofrío se instala en mi nuca—. Es extraño.
—Demasiado —concuerda ella en un hilo de voz temerosa, y no es para menos.
—¡Yo escojo primero! —la exclamación de Jedd nos trae de regreso a la realidad una vez hemos comprado las entradas.
A medida que seguimos a Jedd hacia la montaña rusa, miro al piso, codeando a Ally de regreso para que observe. Su sombra ha vuelto.
—¿Cómo…? —deja la frase en el aire, mirándome sin entender nada.
Ninguno de nuestros acompañantes parece haber notado lo que nosotros sí, el ánimo emocionado de Ally cambió desde ese momento, pero intenta disimularlo cuando Jedd luce muy ansioso de subirnos a la primera atracción.
Él se sienta en el primer carro junto con una chica desconocida que al parecer había perdido una apuesta con su grupo de amigas y el reto que le pusieron fue sentarse en la primera fila. Detrás ellos nos sentamos Ally y yo, y en el vagón de detrás, Maddie y Nathan.
—¿Estás cómodo…? —escucho la voz divertida de la pelinegra. Algo tuvo que haber hecho él para que ella dijera eso.
—Eres cómoda —le responde el castaño con tono cariñoso, y finjo querer vomitar. Ally se da cuenta, riéndose.
Comenzamos a movernos lentamente, recorriendo pocos metros en línea recta para tomar algo de velocidad antes de emprender una subida pronunciada. Siendo sincero… le tengo cierto temor a las alturas, pero cuando la adrenalina corre por mis venas, es en lo último que pienso.
Nos detenemos por un segundo, en el que tenemos la oportunidad de apreciar una espectacular vista del atardecer otoñal de Londres. Instantes después, los gritos de varias personas se hacen presentes, incluyendo a Maddie y a Ally, sobre todo cuando damos un giro de trescientos sesenta grados.
Ya en la segunda vuelta, nuevamente en la parte más alta, Ally toma mi mano fuerte y repentinamente, cosa que no había hecho la vez anterior.
—¡Louis! —grita mi nombre para que la pueda escuchar, apretando el agarre de su mano con más fuerza de la que creí que tendría.
Su otra mano tantea el aire frente a ella, como si estuviera buscando algo desesperadamente y, cuando da con la baranda, se aferra a ella como si su vida dependiera de ello.
Miro su rostro sin entender su repentino cambio de comportamiento, dándome cuenta que tiene la mirada ida, no enfoca a ningún punto en específico y sus ojos se ven ligeramente blanquecinos. Su expresión es de pánico, pánico real, está muy pálida.
—Por favor, no me sueltes —apenas logro escucharla, su voz sonando más a un sollozo.
—¿Qué tienes? ¿Qué sucede?
—Solo… no me sueltes —logro leer sus labios, lo dijo tan bajo que no logré escuchar nada.
—No lo haré —le aseguro, dándole un apretón de manos.
Ninguno de los dos disfruta el resto del trayecto. La respiración de Ally se ha acelerado considerablemente, sus ojos aún viéndose con una película blanca transparente. No he sabido qué hacer además de no soltar su mano y demostrarle que estoy aquí, no tengo idea de qué otra cosa puedo hacer.
Cuando nos detenemos, es la primera en ponerse de pie, pasando por encima de mí como puede para bajarse lo más pronto posible. Al parecer ya ha recuperado la visibilidad. Me incorporo rápidamente, siguiéndola de cerca. Ally se gira hacia mí y es cuando noto su expresión perturbada y su mirada temerosa.
Segundos después, Jedd, Maddie y Nathan nos alcanzan, acompañados por la chica de la primera fila. Ally no comenta absolutamente nada de lo que pasó allí arriba, y Maddie le lanza una mirada curiosa.
—A mis amigas les salió el tiro por la culata —comenta la chica, dirigiéndose a Jedd con tono juguetón. Mira hacia un lado, donde se encuentra un grupo de seis chicas observándonos con curiosidad.
La expresión de nuestro amigo cambia a una traviesa.