Enamorado de un fantasma

Capítulo 30

"Desánimos"

 

Una semana ha transcurrido desde lo sucedido en la cafetería, una semana en la cual no pude asistir por días —los mismos que Nathan—, pero, en mi caso, por cuestiones de salud.

Mi cuerpo dejó de doler, pero aún pueden verse los moratones por los golpes en mi cuerpo. El rostro de mi hermano ha cicatrizado bien, su ojo ya parece ojo y su labio está casi curado.

Durante la semana, Madison nunca sacó el tema de lo que le sucedió, y de fuentes fidedignas sé que no quiso hablar al respecto. Nathan intentó convencerla, mas no tuvo éxito.

—¡Chicos, necesito su ayuda! —exclama la pelinegra, acercándose a nuestra mesa en la hora del almuerzo con una enorme carpeta en las manos.

Con un gesto, nos pide que apartemos la comida de en medio para poder apoyar ese monstruo allí y abrirlo.

—¿Rojo o turquesa? —señala una página donde hay colores variados, puede decirse que están todos ellos, cada uno con sus diferentes gamas y tonalidades.

—¿Para qué es eso? —pregunta Jedd.

—Cortinas —le dedica una mirada de un segundo antes de volver su vista a todos nosotros.

—Aún falta mucho para el baile —comenta Nathan con tono despreocupado—. No te estreses.

—No, no falta nada —lo mira con expresión fruncida—. El baile es dentro de tres semanas y tú te quedarás esta tarde conmigo. Quieras o no —ordena.

—¡¿Qué hice de malo?! —Nathan intenta poner cara de sufrimiento, pero más falsa no podía ser.

—Tú sabes a qué me refiero —da una fuerte palmada sobre la página de los colores, sobresaltándonos a todos. Nos mira uno a uno, levemente inclinada hacia adelante al estar apoyada en sus manos—. ¿Rojo o turquesa?

—Yo opino que rojo —habla Anne, todos la miramos—. Es más navideño, y creo que se vería bien con blanco.

Un rayo de ilusión ilumina el rostro de Maddie, se incorpora lentamente con un ligero brillo en sus ojos, como si se le hubiera ocurrido la idea más maravillosa de todas.

—Vendrás conmigo —le dice a Anne para luego mirar a mi hermano—. A ti ya no te necesito.

—¡Pero en verdad te quería ayudar! —exclama él—. Necesitarás a alguien fuerte que te ayude.

—Ya tenemos quien lo haga. Gracias —le regala una sonrisita cínica sin separar los labios. Vuelve su mirada de nuevo hacia Anne—. Te espero en el gimnasio. Buen provecho a todos —sin decir más, toma su carpeta y se va, todos decimos un "gracias" al unísono antes que se aleje lo suficiente como para que no nos oiga.

—¿Está en sus días? —cuestiona Louis sutilmente, llevándose un bocado de comida a la boca.

—Eso parece... —continúa Jedd.

—Quizás solo está estresada —prosigue Anne, restándole importancia.

—Ojalá sea eso —finaliza Nathan, no muy convencido.

Por la respuesta que le dio Maddie, quizás estén atravesando por uno de esos momentos de pareja...

—Por cierto —habla Anne nuevamente, mirando a mi amigo—. Aprovechando que estás aquí, ¿qué harás después de clases?

Me quedo estática de repente, mirándola a ella y a Louis con disimulo, a la espera de la respuesta que él dará o cómo será su reacción. Luce ligeramente sorprendido, y yo para nada gustosa de las palabras que ella acaba de decir, trato de esconder mi cara detrás de mi vaso de jugo al dar un sorbo.

—Nada, supongo —hace una mueca de simpleza.

—¿Podrías venir conmigo a mi casa? —inquiere Anne, haciendo que me atragante con mi bebida—. A mi hermano también le gusta el fútbol, pero no sabe hacer muchas técnicas, y le dije que tengo un amigo que juega y que le preguntaría si podía enseñarle algunas cosas.

Hermano, ¿eh? Y yo tengo una hermana escondida en algún lado de mi habitación.

¿A quién se le ocurrió la maravillosa idea de integrarla al grupo?

Ah, sí… a mí.

—Claro —le sonríe amablemente.

—¿Y si Maddie realmente no está en sus días? —interviene Nathan para cambiar de tema, cosa que le agradezco sobremanera.

Él me dedica una mirada significativa, mostrando cierta empatía hacia mí.

 

***

 

—Necesito que me ayudes con algo muy importante —pide Louis cuando entro en su auto para llevarme a casa, lo miro con curiosidad, expectante—. Quiero invitarla al baile, pero no sé de qué forma pedírselo… y como tú también eres chica, supuse que tendrías alguna idea.

El corazón me desciende a los pies de un segundo a otro, dejando un vacío en mi pecho. De todas las cosas que me podía decir, esto fue lo que menos esperé… aunque no sé por qué me sorprende.

Mi ánimo ha terminado de empeorar —ya se vio alterado cuando Anne lo invitó a su casa para «enseñarle técnicas de fútbol a su hermano», lugar a donde él irá luego de dejarme en casa—, y las ganas por llegar a mi habitación y encerrarme hasta el día siguiente han aumentado.



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En el texto hay: juvenil, romance, paranormal

Editado: 24.08.2024

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