Hace tanto tiempo, hace tanto tiempo que aquella mujer no sentía aquel inmenso dolor y es que, se había enamorado y si le preguntaran ¿Darías la vida por ese hombre? Ella sin vacilar te diría que sí; Porque todos alguna vez caímos en los brazos del amor, y si aún no has caído prepárate porque a veces duele caer por una persona.
Duele amar; aunque seas correspondido.
Duele amar; cuando te convences a ti mismo que vale la pena sufrir por una persona.
Duele amar; cuando dejas toda tu confianza en aquella persona, pensando que nunca te dejará y que siempre te será fiel.
La bella rubia de iris azules seguía paralizada en el mismo lugar de antes mientras observaba como su novio —prometido— Tenia relaciones con una mujer sacada de cualquier esquina. Había llegado a su casa hace dos minutos, con mucha tranquilidad pensando en tomarse un café y estar todo el día en su cama esperando que su amado hombre llegara de su trabajo. Pero no, ella se llevó una gran sorpresa.
Debió hacerle caso a su instinto, a sus sospechas.
Mordió su labio inferior tratando de contener todos sus gritos desgarradores y sin más salió corriendo. De la sala agarró un buen poco de dinero que se encontraba en la caja fuerte detrás de una pintura de Picasso y salió. Hoy mismo se dirigía a Londres.
—Conmigo nadie juega — se dijo así misma. Ella cerró la puerta, dejando al hombre que amaba atrás.
Y al día siguiente se sentía peor, con firmeza la rubia bajo del taxi hecha pedazos. Con un leve mareo se paró frente al gran edificio de treinta pisos y sonrió amargadamente.
—Sí, aquí es —murmuró —. Centros London.
Abrió la puerta de cristal y se dirigió a la secretaria que se encontraba metida en su trabajo. La rubia haciéndose notar camino con pasos firmes hacia su escritorio. La secretaria la miro con extrañez.
—Tengo una cita con Noah Winters.
La secretaria mantenía su expresión neutra y su ceño levemente fruncido notando que la rubia tenía toda su capa de maquillaje corrido.
—Uh, sí —tecleo rápidamente y susurró sólo para ellas dos —. Él se encuentra en el piso treinta, última puerta a la derecha.
Sin más la mujer tomo el ascensor y siguió las indicaciones antes dadas. Con sus manos aún temblorosas por lo sucedido hace sólo un día, tocó repetidas veces la puerta. Segundos después de escuchar una vaga respuesta entró.
Sólo a unos pocos pies de distancia estaba su salvación: Un rubio de ojos azules, Noah Winters, a sus cortos veinte años era fundador y dueño de una gran empresa. El servicio que daba era algo íntimo, donde las autoridades de Inglaterra estaban totalmente perdidas. No sabían que en lo más alto del edificio Centros London donde cobras cheques se camuflaba una pequeña gran empresa.
Karma.
Sólo era una palabra, pero con miles de significados. Está empresa resguardaba tantos secretos, venganza y lo más importarte maldad.
—¿Usted es Melissa? —preguntó el rubio.
Ella se aclaró la garganta y asintió decidiendo ir directo al grano.
—Tengo entendido que tú haces trabajos sucios.
El chico sonrió con aires de suficiencia.
—Depende de lo que estamos hablando —se inclinó hacia adelante, recargando su pecho en el escritorio. Él hizo un ademán con su mano para que ella se sentará.
—Venganza —corrigió —, escuche que tú te encargas de darle lo que merecen a las personas que han hecho daño. Quiero contratar tus servicios.
Noah asintió mientras sacaba un cuaderno y su bolígrafo
—¿Cuáles son tus motivos para contratarme?
—Infidelidad —Noah la miró con el ceño fruncido. Escuchar aquello en estos días era algo tan normal —. Y no sólo una. Estoy segura de que ha sido muchas veces —agregó.
Él la miró con los ojos abiertos y escribió exactamente lo que dijo.
—¿Nombre de quién quieres vengar?
—Peter Jeans.
—¿Qué deseas en tu venganza? ¿Tienes una idea o me dejas eso a mí?
Melissa se levantó de la silla y rodeo el escritorio posicionándose frente a Noah. El ambiente en esa habitación era pesado, y Melissa nunca se había sentido más segura cuando pronuncio:
—Quiero que lo vuelvas gay.
—¿Disculpa?
—Peter es el hombre más heterosexual que conozco y quiero que tú hagas que pase al otro lado.
Noah negó con la cabeza, mientras sonreía con incredulidad.
—Perdón, pero ¿Qué venganza sacamos de esto?
—Quiero que él se enamoré de alguien diferente, que lo haga dudar y tú eres perfecto. Quiero que lo enamores y luego lo dejes, quiero que sufra. No quiero que vuelva a tocar a una mujer jamás —ella misma se enredaba en sus palabras. Cada palabra pronunciada y salida de sus labios estaban llenas de amargura, venganza y cualquier emoción que se destaque en esa categoría.