Se sentía curioso, impaciente; sobre todo emocionado. Hoy por fin terminarían su caso y el último —esperaba— pero obviamente era imposible.
—Nathalie ya está yendo — anunció Peter mirando la pantalla de su teléfono.
Noah asintió y tomó su chaqueta dirigiéndose a la puerta —Vamos.
Con pasos rápidos y seguros se dirigieron al auto de Peter, ninguno de los dos hablaba por el momento, sólo planeaban su entrada en sus mentes. Noah no tenía ganas de hablar, estaba tan metido en sus pensamientos; en el pensamiento de que iba a enfrentarse a un asesino. De reojo vio a su compañero que no mostraba ningún miedo o tensión en su cuerpo; al contrario, se notaba tranquilo y confiado.
Un par de minutos más y se encontraban en el edificio al cual los habían citado.
—¡Yo no la maté! — se escucharon unos gritos. Esa voz gruesa y grave llenaron los oídos de Nathalie. ¡Ese hipócrita! Pero de qué se sorprendía, esas palabras ya las imaginaba.
No podía describir el gran odio que sentía hacia ese hombre. Lo odiaba. Le había hecho tanto daño a ella y a personas inocentes; deseaba eliminar toda huella que dejo en el paso de su vida.
Pero cómo, ¿Cómo podría olvidar los años de tortura y golpes? Gracias a él tenía que hacer terapias, y cada noche sufría de pesadillas: La casi violación. El relato de cómo mató a su madre y tío.
Ni con toda la ayuda del mundo podría borrar esa marca. Pero ahora mismo sólo quería justicia y venganza.
Se mantuvo firme, viendo la figura de su padre acorralada. Jeans sin vacilar se acercó, mientras su otro compañero se mantenía atrás al lado de Nathalie.
—¿John Brow? — dijo Peter mirando fijamente a los ojos al tipo frente a él. El hombre tras las rejas asintió sin mostrar debilidad —Voy a ir al grano. Tú mataste a tu hermano y a tu esposa. Esa es la razón por la cual estás aquí ¿Correcto?
—Yo no maté a nadie — respondió. Su voz era tan segura, y si no tuvieran todas esas pruebas definitivamente le creerían. Obviamente Peter no caería en su juego.
—Sabemos que lo hiciste.
—No, no lo hice.
Con rabia e impaciencia, Noah se acercó hasta quedar un poco más adelante que Peter.
—Tenemos a la víctima. Tenemos el cráneo, tu huella digital. Tenemos las pruebas en la dentadura. El ADN ¿Qué más quieres? — lo miró fijamente. Peter estaba a punto de golpearlo; el día anterior estuvo diciéndole repetidas veces a Noah lo que tenía que hacer, y para empeorar la situación el rubio continúo hablando: —Estás arriesgando pena de muerte.
Allí estaba la mirada inquietante de John. Siempre en cada caso había una palabra clave. Una palabra que te hace pensar y sacar la verdad.
—No — dijo en un casi grito —Yo les contare la verdad, sólo, no me maten.
Demasiado fácil para ser verdad, había pensado Peter. Estaba por interrumpir cuando el criminal siguió hablando.
—Sí. Yo la maté — afirmó. Ninguna sorpresa para las personas presentes; de repente en realidad quería decir todo. Quiso sacar la opresión en su pecho y carga que traía en sus hombros por años —Asesine a mi hermano — dijo sin titubear —Tu madre — se dirigió a la chica morena —Tenía otro hombre, estabas en la escuela cuando tuvimos una pelea. Ella quería dejarme, no me soportaba más — me gritaba mientras corría hacia la salida — se detuvo un momento —Estaba claro que no iba a permitir que me dejara. Así que la seguí, ella había entrado a su auto entonces la saque y golpeé su cabeza contra el maletero varias veces. Nadie me vio, creo yo, era temprano en la mañana. Metí su cuerpo a la maletera y lo tiré al río.
—Me dices que lo tiraste al río — le interrumpió Peter —El cuerpo completo, pero la cabeza fue encontrada bajo tierra ¿Qué no nos estás diciendo?
El hombre negó con la cabeza.
—No sé cómo llego allí. Les estoy diciendo la verdad.
Cinco minutos pasaron y el interrogatorio continuaba. En un segundo se quedaron callados. Peter y Noah no despegaban la vista del criminal, mientras Nathalie miraba el suelo. Era casi imposible contener el llanto.
Luego de varios intentos fallidos; no lograron sacar más cosas. Peter no se preocupó mucho, ya era un hecho de que iba a ir a la cárcel.
—¿Cómo estás? — preguntó Peter, rompiendo el abrazo que había formado con Nathalie.
—Estoy bien, digo tengo tristeza. Sabía que ella estaba muerta — la joven intento sonreír; pero ya no podía. Sentía que sus hombros y piernas caerían a pedazos en cualquier momento. Peter le dio una pequeña sonrisa limpiando un lágrima que corría por su mejilla —Pero siento un alivio. Vengaron su muerte. Gracias.
Intercambiaron palabras y al final; John fue condenado de por vida con cincuenta años y un día, sin libertad condicional garantizando una vida miserable con camas y cenas frías; y un uniforme el cual tendría que soportar.