Enamorándola en una semana ©

CHAPTER 4: Martes, día 3.

Al fin, el tedioso día casi terminaba, lo malo: faltaba presentar el examen de Historia. No sabían qué les daba más miedo, si el examen mismo o el profesor que lo aplicaba. Esa profunda mirada suya puesta en cada estudiante mientras estos intentaban resolver algo no era nada tranquilizante, el sólo hecho de recordar esa penetrante mirada los hacía estremecer. Era el maestro más intimidante del instituto.

Un joven alto, de cabellos color azabache y un par de ojos azules cuales zafiros entró muy cómodamente al salón con una sonrisa amable pintada en los labios y un bonche de hojas blancas bajo su brazo. De repente, a su alrededor se formó un aura tranquilizadora y, a ojos de las señoritas, desprendía ciertos brillitos en torno suyo.

-Su profesor va a ausentarse por el día de hoy, tuvo una emergencia de último momento y me ha pedido que yo les aplique el examen. -Les hizo saber el joven apuesto. -

En cuanto escucharon aquellas palabras, todo el salón lanzó un suspiro de alivio, al menos no tendrían que lidiar con miradas amenazantes, ya era ventaja suya.

- ¿Hah? ¿Qué haces aquí Lyssandro? -Preguntó Asher quien estaba frente a él, sentado en su respectivo pupitre. –

- Pero si lo he explicado hace un momento, cabeza hueca. -Lo miró con los ojos entrecerrados. -Yo les aplicaré el examen, así que, por favor dispérsense entre los mesa-bancos dejando un lugar vacío entre cada uno, ¿Sí? -Dijo en tono amable y con una radiante sonrisa. –

- ¡Sí, sempai[1]! -Gritaron algunos jóvenes mientras obedecían. –

- Es tan apuesto, ¿no lo crees? -Murmuraban entre amigas a la vez que con gusto hacían lo que él decía. –

Todas lo miraban con ojos de enamoradas, a excepción de su hermana, por supuesto; esta, a propósito, no tuvo necesidad de moverse de su lugar, pues se encontraba sentada en el primer pupitre de la fila junto a la pared.

Lyssandro pasó de lugar en lugar dejando la hoja del examen en cada mesa-banco, una vez acabó de repartirlos les dio la orden de que podían empezar a contestarlo.

-Ya pueden comenzar a contestar, tienen el resto de la hora para resolverlo. -Lanzó un suspiro y se recostó hacia enfrente en el escritorio. Miró la pantalla de bloqueo de su celular. – Sólo han pasado diez minutos… -Se dijo a sí mismo. – Pueden venir a preguntar, si es que tienen dudas. -Les hizo saber a los alumnos. –

- ¡Sí, gracias! -Respondieron todos juntos a coro. –

Los minutos pasaban muy lentos para el joven de cabellos color azabache; nunca imaginó que el grupo de su hermana fuese tan ordenado, nadie volteaba a otro lado que no fuese la hoja de respuestas, ninguno era tan débil como para copiar a su compañero de al lado… comenzaba a aburrirse así que decidió pasar por los lugares sólo para ver el progreso de los jóvenes estresados.

Tras recorrer las dos primeras filas todo parecía normal, lo que llevaban contestado era la respuesta correcta. Al pasar por la cuarta fila se topó con un muy nervioso e indeciso Asher, escribía una oración y la misma la borraba, en las opciones múltiples le daba muchas vueltas al asunto y llenaba los espacios en blanco dubitativamente.

-Se inclinó hasta la altura de su amigo- ¿Qué ocurre? -Le susurró. –

-No recuerdo nada… -Le respondió el menor con un temblor en sus manos. En acto de nerviosismo comenzó a mordisquear su lápiz sin siquiera darse cuenta. –

-Esta, esta y esta. -Señaló tres de las respuestas que había respondido. -Son correctas, con eso ya puedes responder las preguntas quince y veintidós. En las de opción múltiple sólo debes leer con más calma, la respuesta está en el mismo enunciado, no tienes que darle muchas vueltas. He leído el examen y realmente no está difícil, sólo debes de tranquilizarte un poco. -En cuanto terminó de explicarle prosiguió con su recorrido hasta acabar en el último mesa-banco. –

Recostada sobre la paleta del pupitre se encontraba una joven de cabellos rojizos. - ¿Te encuentras bien? -Preguntó Lyssandro mientras sacudía delicadamente a la joven. Colocó una mano sobre el brazo de la joven, pero lo apartó casi de inmediato, pues esta tenía una temperatura corpórea muy alta. -

-Con trabajo se levantó la joven e hizo un esfuerzo por mirarlo. – Yo… lo- lo siento, no me encuentro muy bien. -En su rostro se alcanzaba a percibir un pequeño sonrojo debido a su temperatura elevada. –

- Puedes ir a la enfermería si no te sientes bien. No te preocupes por el examen, puedo hablar con el profesor…

- N-no, no hay necesidad de eso, yo… ya lo he terminado, pero me siento muy débil como para ir a la enfermería, ¿sabes?... -Respondió con un poco de timidez la joven. –

- Ya veo, ¿Puedo tomar tu examen? -Preguntó amablemente. –

-Seguro. -Le tendió la hoja. –

Él la dobló por la mitad, fue al escritorio y colocó el examen dentro de una carpeta color marrón y regresó con la chica. – No puedo dejarte así, acepta que te lleve a la enfermería. -Le tendió su mano. –



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En el texto hay: adolescentes, amor, escuela

Editado: 13.07.2019

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