-Silencio, por favor. -Llamó la atención de sus alumnos un profesor de estatura media, esbelto, cabello negro y tez blanca. – Bien, ya todos me están escuchando -se acomodó sus gafas-. Oficialmente, ya han terminado los exámenes parciales…
Todo el salón se halló lleno de murmullos, bullas, gritos y descontrol.
- ¿Cuántas veces debo pedirles que guarden silencio? -Se frotó la frente el profesor. – Anunciaré los tres mejores promedios de final de semestre...
-No es necesario que lo diga, ya todos sabemos quiénes son. -Dijo un joven desde uno de los lugares de atrás. –
-Es cierto, ¿por qué no nos deja salir de una vez? -Concordó otro más. –
-Ellos tres podrían quedarse a platicar con usted mientras el resto podemos empezar a empacar para regresar a casa por las vacaciones de verano. -Mencionó el primero. –
- ¿A qué viene esa actitud? -Quiso saber el profesor. –
-Nada personal.
El profesor suspiró. -Bien… esto es lo que haremos: daré el nombre de los primeros lugares y el resto puede salir, ¿eso está bien?
-Eso suena mucho mejor, profesor. -Mostró una gran sonrisa. –
-Aun así, ya todos sabemos quiénes son.
- ¿Con que ya lo sabe?, ¿le molestaría decirnos sus nombres en forma ascendente? -Lo retó el profesor. –
-Si lo hago, ¿nos dejará salir?
-El profesor entornó sus ojos hacia el alumno. -Ya lo he dicho: una vez que diga los nombres de los mejores de la clase, podrán salir.
-Adelantemos esto. Tercer lugar: Reese Cloe; segundo lugar: Acker Allen; primer lugar: Lambert Lyssandro. -Mencionó sus nombres mientras se ayudaba de sus dedos para remarcar la posición en la que se encontraban. - ¿Estoy en lo correcto?
-El profesor suspiró y acomodó sus gafas de nuevo. -Sean ordenados al salir…
No bien acabó la frase, los alumnos tomaron sus pertenencias y abandonaron el salón de clase.
-Creo que nunca van a cambiar. -Se desanimó el profesor. –
-Ya debería conocerlos, profesor. -Intentó consolarlo Cloe. –
-Me alegra no tener que lidiar con ellos el próximo año, cambiarán de Tutor y eso me da un respiro; a los que extrañaré serán a ustedes tres. Han hecho un buen trabajo, sigan esforzándose. -Les regaló una sonrisa reconfortante mientras le entregaba a cada uno su correspondiente reconocimiento. –
-Será una lástima que ya no pueda seguir siendo nuestro Tutor. -Comentó Allen. –
-Fue bueno mientras duró. -Respondió el profesor. – Supongo que es todo por este año, espero tengan felices vacaciones. Hasta luego. -Les sonrió a los tres jóvenes y salió del salón. –
-Vaya… eso ha sido un tanto extraño. -Dijo Lyssandro. –
-Un poco, tal vez. -Concordó Cloe. –
- ¿A qué estamos esperando aquí? -Preguntó Allen. –
-Vámonos. -Sugirió Cloe. –
- ¿A dónde sugieres que vayamos, amor?
-Uhm… -meditó por un momento. - ¿Qué opinan de la terraza?
-Por mí está bien. -El joven le sonrió a su novia. - ¿Qué hay de ti, Allen?
-Si no me consideran un estorbo, vayamos.
La joven rio. -Nunca pensaría eso de ti, eres un buen amigo. No sigamos perdiendo el tiempo aquí. -Una vez terminó la frase, los tres jóvenes salieron del salón y se dirigieron a las escaleras que daban a la terraza. –
- ¿Ya salieron? -Preguntó Asher quién estaba recargado en el barandal de las escaleras junto a Jade y Romina. –
-Sí, somos libres. -Respondió Allen, sonriente. –
- ¿Se dirigían a algún lugar en especial? -Quiso saber el joven pelinegro. –
-A la terraza, ¿nos acompañan? -Los invitó Lyssandro. –
- ¡Suena bien! Justamente estábamos discutiendo a dónde ir. -Dijo Romina. –
-Entonces, ¡vamos! -Comentó Cloe. -
- ¿Qué fue lo que pasó cuando la directora te acompañó por el regalo que te dio Jade? -Preguntó Cloe recargada en el hombro de su pareja. –
-Cuando llegamos a la habitación se veía aún enojada, ya que Allen no tenía arreglada su cama, de verdad pensó que algo más había pasado. -Rio Romina. -La logramos tranquilizar cuando vio que había seis vasos y platos desechables; creo que la directora es un poco mal pensada.
-Tal vez… debería ser un poco más ordenado… -rio nervioso Allen. –
-Nos costó un poco el hacerla entender que no había sucedido nada extraño en esa habitación además de la fiesta. -Continuó Lyssandro. –
- ¿Tanto desconfía de nosotros? Eso no será de ayuda el siguiente año. -Se preocupó Jade. –
-No tienes que preocuparte, pequeña hermana. -Le regaló una sonrisa. – Ella sabe que somos diferentes a los demás…
-Eso espero, el próximo año será el último de ustedes tres y no quisiera que la directora cambie la imagen que tiene sobre nosotros.