Regresé a la universidad. Me rencontré con mis ex compañeros de aula que en ese momento iban un año más adelante, solo para descubrir que algunos de ellos seguirían siendo mis compañeros. Encontré y saludé a la mayoría y cuando divisé al grupo de manzanita me di cuenta que solo había dos de cuatro. Extraño.
Sin tiempo que perder ingresamos a las aulas y la primera clase se dio por iniciada. Se sentía bien volver, lo incomodo era la inquietante atención que un grupo de chicas había puesto sobre mí. Me sabía un chico guapo, pero no era de mis placeres sentirme excesivamente observado. Sobre todo, cuando una semana después se habían proclamado mis incondicionales. Cada una había intentado conquistarme a su manera y aunque todas eran guapas, también a su manera; no me encontraba en la búsqueda de pareja. Mis antiguos compañeros se burlaban e incluso las animaban. Algunos de los nuevos, me miraban con envidia.
Para la segunda semana me di cuenta de que manzanita no estaba. Y también descubrí que la otra chica se había quedado de año. Ni siquiera sabía porque de pronto estaba tan interesado en la chiquilla. Preguntando indirectamente descubrí que cubito de hielo había dejado la universidad por un año, tal como hice yo. Así que, siendo sumamente inteligente, llegué a la inminente conclusión de que volveríamos a ser compañeros de aula y no podía explicarme por qué de pronto esa conclusión me parecía tan emocionante.