Enamorándola (mia para siempre #1)

Que comience la aventura

Nuevo cap!!! A esta historia ya no le queda demasiado. Espero la esten disfrutando. Agradecería sus comentarios, estrellitas y suscripciones. Besos y bendiciones :)

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La aventura empezó el martes por la mañana cuando llegamos a Arequipa. Luego de instalarnos en el hotel Palla Boutique y desayunar procedimos a seguir con nuestros planes. Aquel día recorrimos los miradores: Carmen Alto, el de Sachaca y el de Yanahuara. Como todos éramos de la misma carrera esta demás decir que estábamos locos por tomarnos fotos o grabar videos, hasta hicimos un pequeño reportaje sobre los lugares que conocimos e incluso entrevistamos a las personas de aquel lugar.

—Estas captando mi mejor ángulo, ¿cierto sonrisitas?

—Si amor, lo hago. De por sí no eres superficial Nina.

—Cariño, recuerda lo que hablamos…

—Lo sé…sigue posando manzanita…

Mientras nosotros estábamos en plan fotógrafo y modelo nuestros amigos ya habían terminado y estaban aprovechando el tiempo con caricias y besos. Debo admitir que fue un poco extraño verlos así, sobre todo a Kevin que siendo sincero era mujeriego. Bueno estaba seguro que Melina no perdonaría una infidelidad e incluso haría justicia.

Una vez acabado el recorrido y con souvenirs en las mochilas, regresamos al hotel.

—¿Estás muy cansada? –pregunté atrayendo a Nina hacia mi mientras dábamos una vuelta por los alrededores. Cada pareja había desaparecido. Todos queríamos tiempo de calidad con nuestras chicas.

—Un poco—se acurrucó contra mi costado mientras pasaba su nariz por mi cuello, me estremecí—¿Por qué? ¿Tienes algo planeado?

No voy a mentir y talvez decir que soy un chico es la excusa más común, pero es la verdad. No soy de hierro y Nina tampoco. Sabia en que podía desencadenar los besos apasionados y las miradas coquetas. Tenía experiencia, no mucha, pero la tenía. Nina no era una chica de una sola noche. Sin embargo, no podía negar que desde que la vi despertó cosas en mí y no solo hablo de emociones. No puedo fingir que tenemos 15 y aun he visto parejas de esa edad ir mas allá de besos, pero no era nuestro caso aún. Joder, que recién acabábamos de cumplir un mes. Nina era atrayente, sexy con esas curvas que contoneaba cuando caminaba, dulce cuando sus mejillas se formaban como manzanitas, coqueta cuando sonreía de lado y traviesa cuando mordía mis labios o jugaba con mi control. Porque sí, ella lo hacía. Justo como ahora, cuando se acurrucaba y empezaba a morder mi cuello o dejar besos o juntar su cuerpo con el mío. Demasiado.

La llevé a un pequeño parque y nos sentamos en la grama. No tardó en hacerse un lugar entre mis piernas y empezar a besarme. Algo que había descubierto de Nina y que amaba era lo apasionada que era cuando besaba. Era una chica de besos largos; al inicio fue tímida pero luego agarró terreno. Yo no era quien para pararla. Me volvía loco cuando pasaba su lengua por mi labio inferior o me daba pequeños mordiscos. La forma en la que su lengua jugaba con la mía. Me aparté delicadamente y deposité un beso en su frente. Ella se dio la vuelta para sentarse mejor y entrelazó nuestros manos.

—Y bien… ¿me llevaras a algún lugar?

—Solo si no estás cansada. Te quería llevar a cenar, pero si quieres descansar…

—Me pondré un lindo vestido que compré hace poco.

—No es de etiqueta, amor.

—Quiero verme bonita para ti.

—Ya te he visto despeinada Nina, no necesitas fingir.

—Tonto…te quiero sonrisitas. Mucho. Eres de esas personitas que ni siquiera busqué, pero que encontré y que quiero mantener.

—¿Te han dicho que eres buena rimando? Haber dime otro poema—ella me pellizcó—. Yo también te quiero amor.

Y con eso dimos inicio a otra sesión de besos.

Por la noche la llevé a una cena romántica en donde hice que un chico que tocaba la guitarra tocara una canción para ella. Terminamos la velada con un helado y nos volvimos a dejar llevar por las hormonas en la terraza del hotel. Necesitaba controlarme y necesitaba controlarla o acabaríamos haciéndolo y tal vez arrepintiéndonos. Y estaba seguro que ni ella ni yo queríamos eso.

Al día siguiente visitamos la iglesia y convento de la Campiña, el monasterio de Santa Catalina, de Santa Teresa, la iglesia San Francisco, la de Santo Domingo y por la noche vimos la Catedral mientras recorríamos la Plaza de Armas tomados de las manos.

—No me esperen esta noche muchachos—dijo Kevin con tremenda sonrisita en la cara, bien vestido y con perfume en mano.

—¿Dónde piensas quedarte? Espera ¿te vas con Melina? –pregunté.

—Con quien más sino…y nos quedaremos por ahí. Es una sorpresa para ella.

—Hermano con todo el respeto, Mel no parece de esa clase de chicas…ya sabes…

—No la vayas a joder, que si lo haces nos friegas a ambos—y ese fue Jean Franco—. Nuestras parejas son muy unidas y si la friegas nos llevas contigo.

—Yo no me preocuparía por eso. Me preocuparía por lo que ellas te harían si dañas a Mel, es como un pacto…si dañas a una se lo haces a todas y no solo a nuestras chicas, también a las que no vinieron en el viaje—intenté persuadirlo.




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