Disfruten!!! Besos y bendiciones :)
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Jueves 4 de octubre, Nina cumplía 21 años. Su familia hizo una pequeña cena donde sus familiares y amigos más cercanos fueron invitados. La pasamos muy bien. Sus padres y los míos ya sabían que estábamos juntos y nos apoyaban, incluso nos habíamos reunido la semana pasada en mi casa para conocernos más. A estas alturas estaba seguro que ellos esperaban boda. Era una de nuestras metas, pero aun no estábamos preparados para ello.
Como regalo de cumpleaños le obsequié un viaje a las hermosas playas de Mancora. Nos iríamos el jueves de esa semana y regresaríamos el domingo por la noche, pues el lunes teníamos un proyecto importante que entregar. Lo bueno de trabajar con Nina era que le gustaba adelantar las tareas. Mi manzanita era perfeccionista, no es que eso sea bueno siempre, pero para ser sinceros se daba cuenta hasta del menor detalle para no cometer alguna tontería y en más de una vez nos había salvado el trasero. En fin, teníamos casi todo hecho. Nuestra tesis estaba casi terminada. El padre de Nina nos había presentado a un profesor de investigación que nos guio en todo el proceso. Y por mi lado estaba mi tía que también era profesora de investigación y que a pesar de vivir lejos nos ayudaba.
En resumen, no teníamos nada de qué preocuparnos y estábamos emocionados por el viaje. La verdad es que ambos teníamos expectativas un tanto físicas debo admitir. Nina y yo habíamos ido lento en nuestra relación y no me quejaba. En lo absoluto; siempre había algo nuevo que aprender entre ambos. Estoy seguro que tanto ella como yo habíamos ido atesorando cada pequeño detalle, pero no era suficiente.
Generalmente cuando nos poníamos melosos terminábamos besándonos. No, devorándonos y muchas de esas ocasiones habían terminado con ella debajo de mi cuerpo, mis manos bajo su blusa y las suyas apretando mi trasero atrayéndome más hacia ella o también con ella sobre mí frotándose descaradamente. Sin embargo, lo que pasó en el lugar que alquilamos no volvió a suceder, no por falta de ganas. Si alguien me dijera para esta etapa de nuestra relación que mi chica era fría, me reirá con fuerza. Era muy afortunado al ser el objeto de sus caricias y atenciones. Y me encantaba que eso solo fuera en la intimidad. Nina era una mujer pasional, entregada, desinhibida. No se quedaba atrás, siempre buscaba igualarme. Por tal motivo había reservado una elegante y acogedora cabaña en Mancora. Siendo honesto esperaba que termináramos enredados entre las sabanas piel a piel, pero eso no era el propósito principal. Esperaba tener un rato de intimidad con mi pareja, mimarla, cuidarla. Además, yo no iba con la intención de tan solo desnudarla. Quería que Nina decidiera si quería dar el paso o no. Respetaría su decisión y llegaría hasta donde ella lo permitiría. Si me decía que quería acurrucarse a mi lado y esperar a entregarme su pureza el día de nuestra boda pues lo aceptaría, aunque por dentro lloraría.
Para algunas mujeres el tema del sexo y la virginidad es algo más delicado y trataría de entenderlo. Lo que sí tenía claro era que Nina era la mujer con la que esperaba pasar el resto de mis días.