Al medio día llegué a España, pensé que el señor Francisco me iba a recibir en el aeropuerto, pero solo llegó Selene; cuando llegamos a la mansión María salió a recibirme con un abrazo.
- Lamento mucho haberte dejado en aquella ciudad. Me disculpé
- Tranquila, nada me sucedió. Contestó ella con una sonrisa en el rostro
- Gracias a Dios.
Un guardia subió la maleta, vi que la sala estaba igual, al parecer no había quedado ni el rastro de cuando la destrocé; pregunté por el señor Francisco, María me miró con cara de dolor.
- Está en su despacho, desde que volví sin ti se encerró allí, estuvo en el hospital tres días porque volvió a beber y nada de alimento. Contestó Selene
Me paré frente a la puerta, toqué tres veces pero no me abrió, era como si no hubiese nadie, traté de abrir la pero estaba con cerrojo, Selene se acercó a la puerta y le dijo que era yo, pero nadie respondió, me senté cerca de la puerta a esperar que saliera; María me llevó el almuerzo y la cena allí, esperé por horas, y cuando ya era muy tarde Selene se me acercó
- Esto es tú culpa, si hubieras venido conmigo nada de esto estaría pasando. Dijo ella con voz de reproche
No respondí porque ella tenía razón, con mi demora en Colombia le había hecho mucho daño al señor Francisco, lo y lo peor es que no sabía cuánto.
Sentí sueño así que subí a mi habitación, estaba muy bien organizada, entonces hablé con mi Dios y me acosté, estaba tan cansada por el viaje que no me demoré en dormir. Muy entrada la noche sentí que alguien me observaba, me desperté con algo de susto entonces vi al señor Francisco a los pies de mi cama, cuando me levanté él salió de prisa y entró en su habitación; salí al pasillo y toqué a su puerta, pero no me respondió entonces le dije que debíamos hablar, pero no obtuve respuesta; en cierto modo estaba alegre, hacia un mes no lo veía y de alguna forma lo extrañaba.
A la mañana siguiente me levanté algo tarde, bajé a desayunar y pregunté por el señor.
- Se levantó muy temprano y se encerró en su despacho, pidió que solo yo le llevé la comida, al menos ya está pidiendo comida. Me dijo María
- ¿Qué tan grave estuvo cuando me fui? Pregunté
- Cuando volví, lo veía sentado en el despacho junto al teléfono esperando que tú lo llamaras, y en la noche se acostaba en tu habitación, casi no comía y a Selene le tocó hacerse cargo del trabajo de la compañía, hasta una mañana en que estalló el teléfono contra la pared y le ordenó a Selene ir por ti a Colombia, ese día pidió organizar la casa entera para que estuviera presentable para ti, pero cuando Selene volvió sin ti se encerró en la sala de arte con una botella de wiski y así estuvo dos días, hasta una noche en que le iba aprender fuego a la casa, y si no es porque cae desmayado de lo débil que estaba no existiría esta mansión. Cuando salió de la clínica comenzó a planear un viaje a Colombia para ir él mismo a buscarte, pero Selene lo persuadió de no ir por el bien de ustedes, desde entonces se mantiene encerrado, cuando no es en el despacho es en la sala de arte martirizándose.
Cuando escuché todo eso, comprendí la magnitud del daño que le había causado con mi ausencia, y me atemoricé pensando que por estar persiguiendo algo que ya no era mío, había perdido a alguien que sí lo era. Estuve en el jardín por una hora y vi las cortinas del despacho cerradas, me senté en el jardín a jugar con los perros cuando vi que el señor Francisco salió de la casa y se subió a un carro; cuando lo vi me levanté de inmediato, pero ya era demasiado tarde, el carro ya estaba fuera de la reja; luego subí al tercer piso imaginando que no lograría reconocer la sala de arte, pensando que él la había destrozado pero para mi sorpresa estaba intacta.
Ese día almorcé y cené con María; esa noche me quedé esperando al señor al pie de su habitación, pero luego de unas horas sentí sueño y frio así que regresé a mi habitación; esa noche el señor Francisco volvió a entrar en mi cuarto y me observó mientras dormía, cuando me desperté se fue tan rápido que solo alcancé a decirle “no se vaya”, pero fue inútil.
En la mañana bajé a la cocina, todos estaban desayunando acepción del señor Francisco y Selene.
- Si vas a preguntar por el señor, salió muy temprano, desde que llegaste ya come y volvió a su trabajo. Me dijo María apenas entré a la cocina.
- No crees que primero se saluda. Contesté en medio de una sonrisa.
- Yo creo que esos son tus “buenos días”. Es un alivio que estés en esta casa, y por cierto no te había dicho que haces mucha falta aquí.
- Yo también los extrañé mucho, a todos.
Mientras desayunaba comprendí que mi lugar era en aquella casa donde mi Señor Jesucristo me había puesto como lámpara, fue en ese momento cuando me surgió una idea, si el señor Francisco quería jugar de esa manera, bien, que jugará, pero ese juego era de dos y las mujeres siempre jugamos mucho mejor y más brusco todavía.
- María ¿tú tienes llaves de mi habitación?
- Sí, tengo una, el señor tiene otras en su despacho. Contestó.