Durante varios días tuve que callar mi corazón y prácticamente ahogarlo para que yo pudiera seguir firme sin sentir dolor ni amor, tuve que reemplazarlo con una frase “él mi verdugo yo soy su víctima” para no correr a sus brazos y dejarme vencer.
Una noche llegó una carta de los socios invitándome a una cena que se haría para celebrar el retiro del señor Francisco, y mi presencia era de carácter obligatorio, me pareció extraño que supieran mi nueva dirección; yo no quería asistir, pero Cesar me obligó.
Esa noche usé un vestido negro largo, de cintura ajustada en estilo corsé, muy elegante que me obsequió Cesar; asistí sola, quería demostrar que estaba herida, pero no vencida y que tenía mucho porque jugar.
Cuando llegué, todos estaban reunidos con sus familias; el señor Francisco llevó una mujer, no sé quién era, pero la trataba como a su amante, y la verdad es que no me sorprendió, pero no mentiré, me dolió, y tuve que hacer un esfuerzo para no terminar llorando allí. Me sentí algo incomoda así que antes de entrar hablé con uno de los socios
- Es mejor que me vaya, el compromiso que tenía el señor Francisco conmigo fue roto hace más de dos mes.
- Todos lo saben, pero la necesitamos para formalizar el retiro. Me respondieron, pero en realidad lo que ellos querían eran vengarse un poco de mí.
No me fue permitido retirarme hasta que la velada concluyera. Me presentaron sus hijos y había uno de ellos que no paraba de mirarme, se sentó junto a mí en la mesa, conversamos un poco sobre el clima y de lo hermosa que era la fiesta, pues la verdad no tenía otros temas sobre los que hablar con aquellas personas, si antes no encajaba, ahora menos que ya no estaba con el señor Francisco.
Se siguió el protocolo, yo sentía la mirada del señor Francisco sobre mí, pero ni una vez lo observé, a pesar de que fue una lucha bastante dura; en un momento me sentí algo aburrida así que fui al pasillo; el hombre que me miraba me siguió, se presentó formalmente, su nombre era Jake, muy guapo, simpático y con una mirada picara que volvería loca a cualquier mujer. Me invitó una copa, conversamos un poco y me di cuenta que era un hombre sin escrúpulos porque en un momento intentó besarme, entonces volví al salón, pero esté me siguió y me invitó a bailar.
Toda la velada estuvo junto a mí, en un momento uno de los socios hizo un brindis en público, e invitó al señor Francisco y a mí para que subiéramos a una pequeña plataforma que había en la mitad del salón. No sé cómo fue que me levanté de la silla y subí hasta la plataforma sintiendo la presencia del señor Francisco atrás de mí, los dos nos ubicamos a cada lado del hombre que tenía el micrófono. Recuerdo muy bien sus palabras: “La causa por la que el señor Francisco dejó la compañía fue por esta hermosa mujer que se encuentra a mi lado. Todos quisiéramos una mujer que nos volviera así de locos; y le pido a usted Ana, que nos diga ¿Qué hizo o que le dio para que el señor Francisco perdiera la cabeza por usted?”. Cuando me pasaron el micrófono para hablar solo respondí -“No hice ni le di nada, mi bendición y mi maldición ha sido parecerme a su primer amor que tanto dolor le causó, pero salud por los amores que matan”. Y terminé alzando mi copa en alto, luego salí del salón con la respiración algo agitada; no recuerdo que más sucedió, después de unos minutos el señor Francisco se acercó a donde yo estaba.
- Gracias por arruinarme la noche. Me dijo por atrás, y en ese momento mi corazón saltó.
- Yo no hice nada, solo dije la verdad. Respondí volviéndome hacia él
- ¿Por qué viniste? Me preguntó con voz fría y cortante.
- Eso pregúnteselo a sus socios.
- Yo sabía que te iban a invitar, pero tenía la esperanza de que no vinieras.
Eso me dolió aún más, mi rostro cambió de una sonrisa de alegría, a una de orgullo y sarcasmo
- ¿Por qué, le arruino su nueva relación?
- Sí, la verdad es que sí.
- Pues si quiere hablo con ella y le digo que entre nosotros no hay nada; que la relación de nosotros solo fue como un huracán que se llevó todo lo bueno y solo dejó desastre. Créame así estará segura de usted.
- Así que para ti lo nuestro solo fue eso.
Cuando nos rompen el corazón siempre hay tres etapas por las que se debe pasar: la primera es admitir lo que sucedió y llorar; la segunda es orgullo y venganza, por la cual yo estaba pasando y de maravilla; y la ultima es tomar un camino de dos caminos: uno, admitir que se acabó y seguir con nuestras vidas adelante o, reconciliación, y este camino es una lucha muy difícil e imposible, y como lo imposible siempre nos atrae, aquí vamos a estrellarnos de nuevo.
En ese momento Jake estaba llamándome, le hice una señal con la mano de que en un momento iba.
- Vaya, es increíble tus alcances, ya coqueteas con Jake. Dijo el señor Francisco
- Bueno eso se lo debo a usted.
- ¿Y ya le contaste de dónde vienes, o quieres que yo le cuente de donde te saqué?
- ¿Y por qué no se lo cuenta ahora? Eso sí, cuéntele la versión completa. Pero estoy algo confundida ¿le contará sobre Ana Valenzuela o sobre Ana Martínez? Para yo saber que le contestó.