Cuando llego al local que nos citamos, le dejo las llaves del auto al ballet.
El lugar es un bar de ambiente familiar con decoraciones contemporáneas estilo cabaña. Es muy acogedor y si le agregamos el clima que hace afuera, lo es aún más. Está dividido en tres secciones, dos a los costados y una al centro. La zona central es un escalón más baja que las demás y detrás, como un escaparate, está la barra y la cocina flanqueada por dos barandas de madera. Faye espera en una de las mesas del centro.
Faye es una belleza morena con unos cinco centímetros más que los míos; espectaculares y claors ojos verdes; pestañas hiper gruesas y expresivas; cejas muy arqueadas -parece que siempre te está retando- y cabello color chocolate -un tono más oscuro que el mío- que cae en rizos hasta el final de los omoplatos.
Faye se nos unió a Sochi y a mí en nuestro primer año de secundaria. Con ella fue amor a primera vista, compartimos el gusto por la moda y el estilo, cosa que por más que yo intenté inculcarle a Sochi no se pudo, y fue muy agradable poder hablar sobre revistas de modas con alguien más que conmigo misma. Además que Faye es la persona más amable y cariñosa del mundo, a pesar de su expresión de inaccesible ella es tan franca y sencilla. Aunque esconde su carácter.
Mientras camino no puedo evitar tararear la canción de fondo. Tan pronto llego a la mesa, saludo:— ¡Hola!
Faye desvía sus ojos de algún paraje en su cabeza y los pone en mí. Demora unos segundos más de lo normal en darse cuenta que soy yo. Se pone en pie y me da dos besos, algo cotidiano en ella.
— Hola, ¡te ves fantástica!
Regresa a su sitio.
— Lo sé— doy una vuelta entera—. Pero tú no te quedas atrás.
Faye es alguien con un estilo artístico y atemporal; sin importan que aún estemos en invierno ella viste vestidos floreados con botas para la lluvia y una chaqueta de mezclilla. En mi humilde opinión, creo que no puede haber un estilo más propio de ella: las flores es su lado dulce y tierno, las botas su temperamento fuerte y la mezclilla es esa capa de sencillez y adaptabilidad que la caracteriza.
La hago señas al camarero y me siento.
— ¿Qué me cuentas?
El camarero es eficiente y llega enseguida. Le pido una bebida frutal de naranja, mango y piña.
— No creo que haya pasado mucho desde la última vez que nos vimos— responde con una sonrisa apretujada. La última vez que nos vimos fue el viernes saliendo de la Universidad, cuando nos contó a Sochi y a mí la nueva discusión que tuvo con su novio, un chico de ingeniería.
Así que eso es lo que la tenía tan pensativa. Su relación con Jordan es un tire y afloje constante. La personalidad de Faye hace que se entregue mucho en las relaciones y que salga lastimada y, al mismo tiempo, crea una explosión a la mínima de problemas. No sería la primera vez que la veo salir lastimada de un noviazgo.
Por eso no me doy mala vida. Nunca me he enamorado de nadie -: que haya sido mi novio- y me da lo mismo terminarlo yo a que me termine él; cosa que nunca me ha pasado... ¿Qué puedo decir?
— No sé qué decirte— me relajo en la silla— ¿Que se tomen un tiempo?
El camarero llega y hacemos silencio hasta que se va.
Arruga sus labios:— Por lo general eso solo significa una ruptura permanente. Y no quiero dejarlo. Me gusta.
Suspira sobre su bebida antes de darle un sorbo.
— Supongo, entonces, que tiene solución— le sonrío para reconfortarla— Si la discusión fue porque no pueden encontrar tiempo para verse y que sus vidas convergan, solo habrá que buscarle la vuelta al asunto.
— Quedamos en eso, dijo que me llamaría para organizar nuestros horarios y poder encontrar en punto en común, pero aún no lo hace— mira su teléfono con nostalgia. Me mira tomándome desprevenida; le sonrío sin saber qué más decir.
Ellos dos se conocieron en una fiesta de la Facultad; enseguida no se despegaron en toda la noche y al día siguiente se quedaron de ver en una cafetería, cuatro días después, ya eran novios. Las pocas veces que he hablado con él me ha parecido un chico normal, no le he encontrado mayores defectos, pero eso sí, nunca les vi mayor futuro que unas cuantas salidas y ya. Por eso me sorprendió cuando Faye nos contó de su noviazgo. Desde mi punto de vista no les veo futuro juntos, pero ¿qué se yo? Ella es la que conoce de sus sentimientos y quien conoce mejor que yo a Jordan. Un mes es tiempo suficiente para conocer a una persona, todo depende del caso, y como yo tengo un alma de escritora sé que esas historias se pueden dar. El caso es que se vuelvan realidad, y la de ellos parece de esas historias duras que terminan con un dulce final.
Yo misma vivo fantaseando con mi propio cuento de hadas; aún no me rindo y sé -hay que ser optimistas- que un día conoceré a Robbie y él será el único sobre la tierra que podrá enamorar a mi corazón. A pesar de que en mis tres noviazgos serios no me he enamorado, soy de pensar que existe el amor verdadero y un final feliz. No sé si es porque mi escritora interior me sobrepasa o porque vi el feliz matrimonio de mis padres.
Al otro extremo de la mesa, aparecen dos figuras, una más alta que la otra. A la figura alta corresponde a mi testaruda amiga de toda la vida. Su piel es como una galleta de vainilla con chispas de chocolate -en especial tiene un lunar sobre la comisura izquierda del labio superior que personalmente me distrae cuando ella me habla. Yo le llamo el Señor Chispas-. Claros ojos azul-verdoso enmarcados por finas pestañas y unas gruesas cejas; cabello castaño claro y largo hasta la mitad de su espalda. Pero el pobre pasa día y noche atado en una coleta alta. Siento claustrofobia de tan sólo verlo. Y, como no, lleva sus habituales pantalones ajustados de mezclilla, esas camisas simples mangas cortas y sus tenis deportivos. Si tengo que describir su estilo, digo que es el de una mujer floja que no ocupa tiempo en su aspecto físico. Aunque ella lo niegue y diga que así es como le gusta estar. Siempre le insisto en que me deje planearle su vestuario de toda una semana, pero se niega. En serio no sé qué tiene esta niña con la moda. Con el tremendo cuerpazo que se carga. Y cada rechazo lo siento como un insulto personal.