- Lo voy matar. Se va a enterar lo que es caer de cara en el estiércol. Dan ganas de quitarle los pelos de la nariz uno a uno ¡O los de otra zona! Lo dejaré más rapado que el Profesor X.- el tacón golpea la madera con ímpetu- ¿Saben qué? Robbie no debería estar tan feliz allá, lo voy a buscar para que pague...
- Tranquila- interrumpe-. Escuchame, una venganza planeada es mucho más efectiva que dejarse llevar por la emociones.
- Ehmmm... Concuerdo, tienes el rostro rojo...
- ¡Lo quiero matar!
Al final el hombre que casi me mata cumplió su palabra y me compró el chocolate caliente. Aunque fue para llevar. Y muy amablemente se ofreció a darme un aventón. Tenía como irme por mi propia cuenta, pero estaba agotada física y mentalmente como para ponerme a buscar transporte cuando ya tenía uno a mano.
Así que no me importó que fuera un desconocido que me insultó y luego tuvo la gentileza de comprarme un chocolatito calentito.
- Perdón por el desorden- movió unos juguetes del asiento-. Tengo sobrinos y a veces los busco de la escuela.
Me senté.
- No. Está bien.
Pero el lugar era un verdadero desastre. Y temí que un soldado con fusil se me clavase al caer del techo del automóvil en un frenón.
¿Cómo rayos había llegado eso allí?
Bueno, por lo menos ese peligroso juguete acabaría con mi sufrimiento.
Sorbí por el pitillo haciendo ruiditos con mi cara compungida.
Se había ido por casi diez años. Y ahora que lo tenía, gustaba de alguien más. No es que pensara que Robbie iba a estar esperando por mí, no realmente, por lo menos. Pero desde que apareció no dio indicios de gustar de alguien. Pero el problema no era ese. La razón por la que estaba llorando hasta quedarme sin mocos era por la fea forma que me utilizó.
El Ídolo de una revista...
Pero al menos podría tener un poco más de educación, sentido común, lógica, my gloss! No es tan difícil darse cuenta lo cruel que es restregarle en la cara a la tonta que está enamorada de ti al amor de tu vida.
El amor de su vida... ¿Por qué rayos no era yo?
Y para hacer el momento más lamentable, rompí el envase y el cacao líquido cayó en mi vestido. No era la gran mancha, apenas unas gotas... que caían constantemente.
Ojalá en la tintorería lo reparen.
Comencé a absorber compulsivamente la cocoa para que ya no cayeran gotas sobre el vestido. Pero tenía dos problemas: Uno: estaba caliente. Dos: me ahogue y terminé escupiéndolo por la nariz y boca.
Fue muy vergonzoso.
- ¿Estás bien?- palmeó mi espalda en la luz roja; hasta le alcanzó el tiempo para sacar servilletas y limpiar las salpicaduras.
Sería el esposo perfecto. Podía conducir con una mano, mientras que con la otra me dio un vaso plástico para que pusiera dejabo del envase roto. ¿Por qué no me pude enamorar de alguien como él? ¿Por qué Robbie? "Porque él es perfecto, ¿recuerdas?", recalcó la voz en mi cabeza.
Tal vez le hiciera falta un poco de gimnasio, músculos tenía, pero no como Robbie. Y sus ojos avellanas evocan la calidez, no como los turquesa de Robbie semejantes a un paraíso tropical...
- ¿Qué fue lo que te pasó para que estés así?- rompió el tenso silnecio. Me le había quedado viendo mucho tiempo- Pareces vestida para una boda. Diría que eres la novia plantada de no ser por la falta de vestido blanco. ¿O fueron tus tías que no se cansaron de repertirte que consigas pareja? Puede ser insoportable, lo sé.
- Ojalá...- suspiré.
Y le conté todo.
Pero comprendan, necesitaba de una mano amiga, un abrazo, algo de compresión. Y lo obtuve. Teddie me abrazó como si no hubiese un mañana. Y era un buen abrazador. Tal vez se debió a lo reconfortante de sus brazos, o que estaba relleno de algodón.
- Es un verdadero carbón que merece que le pateen los cojines.
En realidad no fue eso lo que dijo. Pero mi mente de niña inocente lo censuró. Al menos sus insultos no fueron dirigidos a mí esta vez.
-» ¿¡Cómo pudo hacerte eso!?- lucía ofendido- Y mi novia que me dejó por desordenado. ¡No te deseo mal, Caroline, pero ojalá te cruces con ese tal Robbie!
- ¡Sí...! ¡Digo, no! Digo... ¡Sí, yupi, que sufra! Pero, que no sea con Robbie... Ya es suficiente con una mujer en su vida... yo sólo quiero que me ame...
- Ya, ya. No llores- dio golpecitos en mi espalda-. Mira, ya llegamos. Después de un baño, se habrá ido la tristeza... Bueno, por lo menos parte de los mocos- se hizo reír- ¿Ves? No todo es tan malo. Pudiste sonreir sin necesidad de tenerlo a él.
Me acompañó hasta el ascensor.
- Y recuerda, si necesitas ayuda para el desquite, sólo llama a este número.
Acepté su tarjeta de presentación realmente considerando sus palabras. Se despidió con un amistoso apretón de manos.
Toqué el timbre. Y cuando se abrió la puerta me sentí aún más miserable. En el marco de la puerta estaban retratados la feliz pareja de Faye y Jordan. Ella abriendo la puerta con una sonrisa y él abrazándola por la cadera. Y obviando el hecho de la sal en la herida, me sentí la peor por arruinarles su cita. Más cuando apenas y se ven.
- Lo siento, yo me voy... ya.
Pero no. Faye como mamá gallina no me dejó irme. Enseguida notó que algo tenía. Bueno, los efectos del llanto no son especialmente discretos. Pero lo que más la alarmó fue mi impasibilidad a la mancha.
Es de mis favoritos.
Me arrastró hasta la sala y luego fue a la cocina con Jordan. Después de unos minutos de charla, él salió y sólo se despidió con una sacudida de cabeza.
Fue un golpe de culpabilidad directo a mi estómago.