Enamorándome del lobo

8

Estaba asustada. No todos los días te mandan un mensaje diciendo que te van a matar. Por Dios. Es terrible. Apenas llevo dos días aquí y ya me quieren ver muerta. No quitaba la vista de mi teléfono, respiraba con un poco de dificultad, quizá no debería de hacer caso, tal vez es una broma pesada. Pero ¿que me aleje de Kayler? Yo encantada, pero no soy yo la que lo busca. ¿Quién sería el que mandó el mensaje? ¿Paige?. Miré a Paige, estaba tomando su jugo, muy tranquila. No la veo con el celular en la mano así que no puede ser ella ¿Será otra chica enamorada de Kayler? Porque deben de ser varias.

 

Volví mi vista al celular. Creo que debo calmarme y ignorarlo. Este mensaje no me tiene que dar temor, yo soy fuerte y puedo con quién sea que esté detrás de esto. Apagué el teléfono y miré a Anne, quién me estaba observando con su ceño fruncido.

 

—¿Estás bien? —preguntó—. Estás pálida.

 

Sí, estoy bien, tomando en cuenta de que hay lobos y ahora enamoradas de Kayler que me quieren matar.

 

—Sí, es sólo que... No me siento bien. —mentí. En realidad no fue tan mentira, me siento fatal.

 

Ella colocó su mano en mi frente y asintió.

 

—Eso es cierto, tienes fiebre. —dijo, volviendo a morder su sándwich. —Deberías de ir a la enfermería para que te receten algo.

 

No es mala idea. Si tengo un poco de suerte me dicen que me tome la tarde libre.

 

—Está bien. Iré. —cogí mi mochila y la coloqué en mi hombro.

 

—¿Quieres que te acompañe? —preguntó Anne, haciendo el amago de levantarse.

 

—No. No te preocupes, iré yo. Luego hablamos. —le sonreí.

 

Caminé directo a la salida de la cafetería, pude observar que Kayler no me quitaba la mirada de encima, y mucho menos Paige. Me dirigí a la enfermería, toqué la puerta dos veces y una chica joven me abrió.

 

—Hola, ¿qué se te ofrece? —quiso saber.

 

—Creo que tengo fiebre.

 

La chica pasó su mano por mi frente y asintió.

 

—Así es.

 

Me senté en el borde de una camilla que estaba por allí, mientras observaba a la chica buscar algo en unos cajones.

 

—Te daré unas pastillas, —anunció, sacando un sobre—pero te darán sueño así que vete para tu casa y descanza un poco. No te preocupes por nada, yo te reportaré con la directora.

 

Me entregó dos sobres de pastillas. Le sonreí.

 

—Nada más me tienes que dejar tu nombre... —se acercó a su escritorio y me acercó una libreta y un bolígrafo—... Aquí.

 

Me entregó la libreta, la tomé, escribiendo mi nombre en ella. Habían dos nombres más arriba, uno decía Augusto y una tal Hannah Grey. Al terminar, se la entregué.

 

—Primero te tomas dos y a las ocho horas te tomas otras dos más. —explicó.

 

—Gracias.

 

Salí de la enfermería con la intención de buscar un taxi o algo para que me lleve a casa, pero cuándo iba en el pasillo miré venir a Connor, el chico que me desapartó de Paige ayer, en dirección a mí.

 

—Hola, Carolina. —saludó sonriente.

 

—Connor.

 

Connor no era nada feo, es muy guapo. Su cuerpo está bien trabajado y su mirada es sincera... Dulce. No como Kayler.

 

—¿Estás bien? Te miré entrar a la enfermería.

 

Primero asentí insegura pero luego negué con la cabeza, formando mis labios en una sola línea.

 

Frunció el ceño.

 

—¿Estás enferma? —preguntó, con cierto tono de preocupación.

 

—Sí. Al parecer tengo algo de fiebre, voy para mi casa a descansar.

 

Bajamos al primer piso en busca de la salida. Solo espero no toparme con Kayler, no quiero que me lleve a casa. La campana sonó anunciando la entrada a las siguientes horas de clase. Los chicos empezaron a salir de la cafetería. Apresuré el paso.

 

—¿Quieres que te lleve? 一inquirió, siguiéndome el paso.

 

No es mala idea. Así me safaré de Kayler.

 

Y hablando del rey de roma...

 

—hey, ¿a dónde crees que vas? —me tomó del brazo y me aferró a él.

 

Lo miré mal.

 

—Suéltala, Brown. —espetó Connor a mi lado.

 

Kayler pasó de mí a Connor. Lo miró con odio.

 

Me siento terrible como para presenciar una pelea. La cabeza me da vueltas y no tengo ni fuerzas para safarme de Kayler, lo único que quiero es llegar a mi casa y dormir.

 

—Este no es tu problema, Connor. —bramó.

 

Kayler me aferraba más a él ¿Porqué no estoy haciendo nada? ¡rayos!

 

—Si ella no quiere ir contigo déjala. No eres nadie para decirle qué hacer. —dijo Connor, apretando los puños.

 

Kayler se enfureció más. Me soltó y se acercó amenazante a Connor. Kayler no se inmutó. Estaban preparados para desatar una pelea.

 

—¡Ya basta! —pude decir. Bueno, en realidad creo que grité.

 

Los dos chicos frente a mí me miraron, luego su mirada pasó de odio entre ellos a preocupación hacia mí. Debe de ser porque estaba sudando, miraba doble. Miraba a dos Kayler —una pesadilla por cierto— y a dos Connor.

 

Luego sentí desfallecer y después todo se tornó negro.

 

***

 

Abrí los ojos parpadeando un poco rápido en el proceso. Miraba todo borroso pero se iba aclarando con forme pasaban los segundos. Sentía la garganta seca, amarga. Miré por la ventana y estaba oscuro.

 

¿Ya es de noche?

 

Pasé mi mirada por toda mi habitación hasta detenerme en el marco de la puerta quién estaba arrecostado... Kayler.

 

—¿Qué me pasó? —me llevé una mano a la cabeza, sintiéndome fatal.

 

Kayler se acercó a mí y se sentó en el borde de mi cama.



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En el texto hay: hombres lobo, romance, amor

Editado: 27.11.2023

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