Observé en un estado atónito a Sanie mientras se alejaba contoneando sus caderas felizmente, la muy traidora se iba feliz dejándome sola.
-Entonces, creo que solo quedamos tú y yo Hampton.
-Logan -me voltee hacia él- ¿Por qué me dices Hampton?
Él me miró de reojo y me hizo señas con la mano para que lo siguiera. Las luces del carrusel iluminaron momentáneamente su rostro serio y perfecto.
-¿Y bien?
Él simplemente ignoró mi pregunta y continúo guiando el camino hacia la rueda gigante, se acercó al encargado de vender los boletos de entrada y pidió dos.
-Ah, Logan…. ¡Logan!
-¿Qué sucede?
-¿A caso no recuerdas que le temo a las alturas?
-Lo recuerdo perfectamente Hampton.
-¿Entonces porque compraste boletos para esta máquina infernal?
-¿Sabías que te ves muy graciosa y tierna a la vez cuando haces eso?
-¿Hacer el que?
-Poner esa cara de borrego camino al matadero. Pero, tranquila pequeña Hampton, no pasará nada. Además yo estaré justo a tu lado todo el tiempo, si pasa algo, lo cuál no sucederá, te doy mi palabra de que puedes arrojarme al vacío.
-¿Estás seguro de eso Flinch?
-Tan seguro como que el mar es salado.
-Bueno… entonces aceptó. Pero tú serás el culpable de horas de terapia en un consultorio psicológico.
-Entonces me haré cargo de las facturas, tú solo envíamelas. Pero asegúrate de que no sea muy caro.
-Ah no señorito, usted se ofreció a pagar mis cesiones de terapia por lo que no puedo hacer menos que elegir al mejor en el campo de la psicología. Y ni se te ocurra tratar de convencerme de lo contrario porque eso sería manipulación.
-¡Oh Hampton serás el motivo de mi quiebra financiera! Oh, aguarda, ya estoy quebrado.
Ambos comenzamos a reír estrepitosamente cuando el tipo que nos había vendido los boletos nos hizo señas de que era nuestro turno. En ese momento sentí mi risa morir mientras el miedo se instalaba en mi estómago como rocas enviándome al fondo del océano, en ese momento, Logan colocó su mano en mi cintura y su calor me hizo ruborizar.
-Eh, tranquila, yo estoy aquí.
Le sonríe para hacerle saber que estaba bien, pero en realidad nada estaba bien, en mi interior era un caos y un manojo de nervios. Logan me dijo que podíamos dejarle los peluches al boletero, pero me negué de inmediato.
-No, no, no, no el Sr. Pato se viene conmigo a la colina del más allá. Si yo voy a morir quiero que él sea testigo de que tú fuiste el culpable, así te hará pagar el velorio y el entierro.
El tipo de los boletos (quien también manejaba los comandos de la rueda gigante ahora) me miró algo sorprendido y molesto mientras soltaba una bocanada de humo de cigarro por entre sus labios, un gesto que me molestó bastante ya que la mayoría de este fue a dar a mi rostro.
-¿Entonces qué? ¿Van a subir o no? Hay más que si quieren subir y no están perdiendo su tiempo ni haciendo que los demás lo pierdan como ustedes.
-Lo siento Sr. Ya vamos a subir solo dejaré a mi ardilla junto a usted -el tipo hizo un gesto con su labio imitando a un perro rabioso – oh puede ser que simplemente lo lleve con nosotros a nuestra aventura.
Al subir en la silla tuve algunos problemas técnicos ya que está era para personas de estatura estándar y yo estaba por debajo de ellas. Pero Logan me ayudó a subir e hicimos un lugar en nuestras faldas para que el Sr. Pato y el Sr. Ardilla pudieran entrar por fuera de la barra de seguridad. Cuando el encargado del juego se alejó para asegurar a otra pareja que se había subido dos sillas atrás de la nuestra, aproveché para acercarme al oído de Logan y susurrarle.
-Este tío es un irrespetuoso. No entiendo como consigue tantos clientes.
-Mmm puede ser que haya sido un tanto irrespetuoso, pero también hay que entender que está todo el tiempo trabajando con niños o adolescentes. Debe estar cansado por lo que hay que darle un descanso.
Iba a retrucarle cuando sentí las bisagras de la silla chillar como en una película de terror al tiempo que mis pies comenzaban a balancearse. De inmediato solté un pequeño grito mientras mis manos cruzadas para abrazar al Sr. Pato se aferraban fuertemente a la barra de seguridad. A mi lado Logan soltó una ligera carcajada, tan suave que la brisa podría habérsela llevado como si nunca hubiera existido.
-Tranquilízate Hampton, solo inhala y exhala suavemente. Si quieres puedo tomarte la mano; para que no estés tan nerviosa.
Lo miré de reojo y vi que sus mejillas habían adoptado un tono sonrojado mientras rascaba su cabeza distraída mente. Me había concentrado tanto en eso que no había notado que ya estábamos en el aire. La brisa nocturna golpeó mi rostro al tiempo que mi ritmo cardíaco iba en aumento peligrosamente. Los gritos de los demás tripulantes no hacían más que colaborar a mi estado de nervios.
Cuando la rueda comenzó a precipitarse rápidamente en dirección al suelo, solté el grito más fuerte de toda la noche y juro que pude sentir mi corazón subir por mi garganta. Cuando creí que iba a vomitar mi corazón y este quedaría como una extraña decoración en el pasto del parque, Logan sujeto mi mano y entrelazó sus dedos con los míos. Entonces mis gritos se detuvieron mientras veía su sonrisa alentadora, fue en ese momento que supe que mi corazón explotaría si o si esa noche. Habían dos posibilidades, una era el juego infernal del cuál estaba segura que el mismísimo Satanás en persona había creado, la otra y la más probable era por culpa de Logan Flinch.
La rueda realizó un giro completo mientras las sillas se balanceaban para no dejarnos de cabeza y estaba tan agradecida por ese minúsculo detalle, pero entonces mi agradecimiento se fue al bote de basura más lejano junto con unas cuantas maldiciones cuando sentí un fuerte chirrido provenir de un manojo de engranajes al tiempo que la máquina mortal se paraba en seco.
-¿¡Qué demonios está pasando!?
Mi grito lo acompañó el de unos cuantos más al percatarse de la situación. Los más afectados éramos aquellos que habíamos quedado lejos del preciado y seguro suelo. A nuestro alrededor se podían escuchar los gritos de pánico en aumento y eso no hacía más que colaborar a mí ya alterado estado. Por supuesto Logan lo notó y trato de tranquilizarme, pero incluso él estaba nervioso; se le veía en los ojos tan profundos como el océano, ahora mostraban una tormenta de emociones mientras miraba a nuestro alrededor en busca de algo, pero no sabía que.
-Tú solo no te alteres Hampton, estaremos bien.
-¿¡Qué estaremos bien!? ¡Eso me dijiste para que subiera a esta mierda de juego y mira dónde estamos!
Él se hizo hacia atrás como si hubiera abofeteado su rostro e inmediatamente me sentí terrible por las palabras que habían salido de mis labios incluso antes de que logrará detenerlas.
-Lo… lo siento Logan, no fue mi intención, simplemente estoy nerviosa.
-Tranquila, lo entiendo y honestamente tienes razón y ambos lo sabemos.
Nos quedamos en silencio sin saber que decir; los gritos de los demás pasajeros nos servían de “serenata” de fondo a nuestro tenso clima. Aferré tan fuerte como pude al Sr. Pato y asomé la cabeza por el lado izquierdo hacia el maquinista y lo vi con un cigarro apretado entre los dientes mientras con sus manos luchaba con largas e intrincadas palancas, pero ninguna le respondía. Un poco más inclinada, logré divisar a los pocos afortunados que habían quedado a una distancia prudencial del suelo y podrían bajar seguramente. Entonces, nuestra silla se balanceo y mi vista decidió imitar al zoom de una cámara provocando una náusea atroz en la boca de mi estómago. En ese momento Logan me dio un tirón y el Sr. Pato voló de mis brazos y cayó por entre los caños de la rueda gigante, afortunadamente aterrizó en el suelo.
-Noooo, mi pobre Sr. Pato.
-¿¡Hampton acaso estás loca!? ¡Casi te caes tú! ¿Y te preocupa un pato de felpa?
-¿Casi me caigo?
-No me digas que no notaste tu inclinación. Hasta el público de ahí abajo lo noto. Estabas observándolos y de repente comenzaste a inclinarte cada vez más, por eso tiré de ti.
-No lo noté, muchas gracias por salvar mi pellejo entonces.
-No me agradezcas y mejor ten más cuidado.
Me voltee hacia el cielo donde las estrellas lo inundaban y así distraerme de las alturas.
-Oye, Logan.
-¿Sí?
-Te preguntaré una vez más y espero mi respuesta.
-Depende de tu pregunta obtendrás o no una.
Lo miré de reojo pensando que solo bromeaba, pero al ver su seriedad supe que hablaba en serio.
-Muy bien. ¿Por qué me llamas por mi apellido y no por mi nombre? Todos me llaman por mi nombre, creo que eres el único que no lo hace a excepción de muy rara vez.
-Exactamente por eso lo hago.
-¿Pero que clase de respuesta es esa?
-Me refiero a que tú misma lo has dicho. Respondiste a tu propia pregunta con lo que dijiste.
-¿Qué quieres decir con eso?
-Acabas de decir que todos te llaman por tu nombre y que soy el único que no lo hace. ¿Verdad?
-Si.
-Bueno, ahí tienes tu respuesta. Soy el único que te dice por tu apellido y así me gusta, no quiero ser uno más del montón ni ser igual a los demás. Ser diferente a los demás en tu vida y destacar, aunque sea por un minúsculo detalle hace que mi día sea bueno. A lo que voy es… Hampton, tú haces especial cada día en mi vida con tu sola presencia.
En ese momento el dicho “El ratón se comió tu lengua.” Cobró sentido para mí ya que no lograba articular ni una palabra y menos con esos dos ojos enfocados en los míos. En algún momento habíamos dejado de ver las estrellas para vernos nosotros. Afortunadamente el sonido de unas sirenas llegó al rescate en todo sentido; los bomberos habían acudido al ahora atestado lugar repleto de ansiosos espectadores observándonos.
<<Creo que mi corazón necesita que el departamento de bomberos extinga el incendio en mi pecho.>>
Unos 10 minutos más tarde me encontraba casi besando el suelo del alivio y con mi cerebro aún entumecido por las palabras de Logan.
-Oye Hampton, creo que esto te pertenece.
Me volteé en su dirección y vi que me estaba extendiendo al pobre Sr. Pato. Al ver que no lo tomaba se rio.
-No me digas que piensas abandonar al pobre.
-¡Por supuesto que no!
Se lo quité de un tirón sin darle oportunidad a que se arrepintiera y lo abracé fuertemente.
-Lo siento mucho Sr. Pato mamá no quiso soltarte.
-¿De verdad llamaste al pobre pato de felpa, Sr. Pato?
-No critiques mi originalidad Logan.
-¡Camil! ¡Camil! ¿¡Dónde estás!?
-¿Qué esa no es tu mamá?
-¿Qué? No, no lo creo, no puede ser ella…
-¡Camil hija! ¡Oh por dios ahí estás!
-¡Ay carajo, si tenías razón es ella!
-Camil cariño, vi en las noticias lo que había ocurrido y las personas comenzaron a hacer videos y estos circularon rápidamente y entonces te vi ahí arriba y … ¿Qué hacías ahí arriba?
-Mamá, vamos a casa ¿Sí? Te lo explico todo ahí.
-Mmm muy bien. Oh, hola, Logan ¿Tú estás bien?
-Si Sra. Hampton, gracias por preocuparse.
-No es nada ¿Quieres que te llevemos a tu casa?
-No gracias, vine en mi Jeep.
-Oh genial.
Me resultaba extraño escuchar a Logan llamar a mi madre “Sra. Hampton”.
<<Hampton tú haces especial cada día en mi vida con tu sola presencia. >>
Recordar esas palabras me provocó un escalofrío y no del malo precisamente.
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Editado: 04.05.2024