Enamorate de mi

Para un cobarde como tu.

***Gabby***

Recibí una llamada de Luke por la mañana. Me emocionaba la idea de pensar que él habia encontrado a una solución a mi problema con la empresa. Solo eso podía significar que me llamara a tan tempranas horas de la mañana. Dijo que quería verme con urgencia, así que quedamos en vernos en la cafetería que solíamos frecuentar.

Me vestí para la ocasión. Para nada formal pero si bien arreglada. Una chaqueta corta de color blanco sobre una blusa descotada color beige y unos pantalones negros ajustados. Quería sorprenderlo. De cierta manera, creo que quería seducirlo. Después de todo, él me gustaba y mucho, pero sus conductas me hacían pensarlo mejor.

Luke es un hombre muy atractivo, cualquier mujer estaría interesada en él, pero a simple vista parece un patán y eso daña mucho su imagen, sin embargo, yo habia visto una parte de él que quizá nadie más conocía. Ese lado dulce y gentil que por alguna razón ocultaba. Es como si no quisiera mostrarle su verdadero yo a las mujeres. Quizá se relaciona con esa mujer llamada Kate.

Al llegar a la cafetería allí está él, sentado en su mesa habitual, tomando su café sin prestarle mucha atención a lo que sucede a su alrededor. Lleva la mirada perdida, como si estuviera pensando mucho en algo. Seguro algo que le preocupa, y eso es una razón para que yo también me preocupe. Me acerco hasta él y me siento de frente. Quedamos cara a cara y él levanta la mirada con cautela. Sus ojos me transmiten una aflicción tremenda, como si supiera que lo que está a punto de decirme me lastimara.

De inmediato siento pánico y nervios de lo que pueda llegar a decirme, pero estamos en completo silencio y eso me desespera como él no tiene una idea. Siento retorcijones en mi estómago, y un nudo en la garganta. Me cuesta respirar con normalidad producto de los ataques de ansiedad que me están matando. Habia oído que los ataques de ansiedad son horribles. Pero nunca los habia experimentado hasta este preciso momento.

Ya no puedo seguir esperando a que él se decida a hablar, ya no lo soporto.

- ¿Qué? – Reclamo histérica – dime de una vez, no importa lo que sea, pero dímelo – exijo con desesperación. Su mirada se vuelve más afligida, de hecho parece la mirada que pones ante una tragedia.

- Lo siento Gabby, no puedo ayudarte – me dice y enarco una ceja, tratando de descifrar qué rayos está sucediendo.

- ¿A qué te refieres?

- Mejor dicho, seré más claro. No voy a ayudarte.

¡Claro, justo cuando pensé que no era tan malo!

- Por supuesto, debí imaginármelo.

- No me mal interpretes Gabriela. No es que no quiera, es que no puedo. No pienso permitir que esa empresa te siga haciendo daño. Lo mejor para ti será que…

- ¿Qué diablos sabes tú sobre lo que es mejor para mí? ¿Quién te crees para decidir algo así por ti solo?

- No soy absolutamente nadie. Eso lo sé. Pero no dejaré que tu padre te siga haciendo daño.

- ¿Qué? – Siento ahora mismo la ira subiendo por mi garganta y estoy a punto de gritarle.

- Tu padre te engaño casi toda tu vida. Se aprovechó de tu accidente y de que no recuerdas nada de lo que pasó y te dejó todas sus cargas.

- ¿De qué demonios estás hablando? – Le digo muy molesta.

- Todas las lagunas legales que hundieron a tu empresa, son por culpa de tu padre. Cada compañía de modas con la que trabajabas, habia invertido mucho dinero en tu padre. Dinero que él jamás devolvió. Nunca se lo cobraron porque tenían un acuerdo con él y otro intermediario. Además de eso, las ganancias fueron el cuádruple de los fondos invertidos. Pero en este mundo, el dinero tiene muchos amigos, y compañías tan grandes como esas, siempre cobran factura de una u otro manera.

- Mi padre jamás me mentiría, si eso fuera cierto me lo habría dicho – rebato con mucha rabia. Siento deseos de darle una bofetada.

- No podía decírtelo, si lo hacía, te alejarías para siempre de él. Desde el principio te lo he dicho Gabby. Estas enjaulada. Él nunca pretendió dejarte volar. Solo eras su chivo expiatorio. Tu padre era un malna…

Le volteo la cara de una bofetada que resuena en toda la cafetería y mi mano queda tan roja que me arde. Él se queda en silencio y parece más afligido.

- Lo siento Gabby. Es la verdad – me dice y eso me hace enfurecer más. Lo suficiente como para darle otra bofetada.

Uno de los meseros se acerca a mí y me pregunta si todo está bien. Se ofrece a sacar a Luke de la cafetería si él me está molestando, pero le digo que no hay ningún problema. Se retira y me dice que estará cerca por si lo necesito.




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