James POV
Se acercaba una fecha muy especial para mí, la mejor de todas, de hecho una de las fechas donde ocurrió lo mejor que pasó en la historia de la humanidad, —Okey, exagero—, hablo de la fecha de el nacimiento de una demonia muy especial
Sí, de Katherine.
Es el octavo cumpleaños que estoy a su lado y lo festejamos juntos. Pero va a ser el primero donde estoy con forma humana y podre tocarla, abrazarla, felicitarla, etcétera. Estoy buscando su regalo de cumpleaños, no me fijo en el precio ya que como soy parte del vínculo familiar de Alexander me dan todo lo que quiero. Sí es aprovecharse, pero da igual
Debía ser su día magnífico. Y me preguntaba como iba a presentarme aquel día frente a ella. ¿Si le llevó flores y luego de unas épicas palabras le doy su regalo? ¡No, mejor la guío a su regalo con sus ojos tapados y la llevo agarrada de la mano! Agh, no me convence nada.
Katherine podía tener todo lo que quisiese, literalmente, es la reina del mundo si quiere un elefante cagando helado lo tendrá. Pero... Ella merecía lo mejor de lo mejor, merecía el cielo y la tierra...
Solo espero que todo sea magnífico...
Katherine POV
Estábamos todos cenando, las cocineras habían hecho la mejor pasta del mundo y en verdad me lo merecía, luego de llevar una pesada corona en mi cabeza por 24 horas merecía al menos ser alimentada bien. No entendía como podía Alexander llevarla sin problema alguno
—Papá,—Dylan lo llamo, Alexander dejo su tenedor y prestó atención en el niño—¿Como conociste a mamá?
Santa mierda, diosa de los Playboy y de los hoyuelos ven ayúda a esta simple demonia...
—En el castillo. Ella estaba en una habitación con un guardia hablando y apenas la ví...—Él me miro y sonrió de lado—Supe que era mi chica.
«Cabrón, el guardia me estaba golpeando por no bajar la cabeza y vos al verme, asesinaste clavando una daga en la frente del guardia defendiendome...» Quise decir
Viejos tiempos.
—¿Porque, cariño?—Pregunte mirandolo, lleve la pasta a mi boca y le di un mordisco
—Me gusta una niña... Es Keisy pero yo le digo Rata.—Él pequeño sonríe—La molestó mucho y ella se enfada muy rápido, aveces me dice Bicho... Son códigos—Explica como si fuera lo más normal del mundo
¡Jodida mierda! En los libros educativos para madres principiantes decía que la atracción aparecía apartir de los siete ¡No a los cinco! No estoy preparada para esto, nisiquiera sé cómo dar un maldito consejo.
—¿Como sabes que te gusta?—Pregunte—Por ejemplo, yo no me di cuenta que gustaba de tu padre antes.—Mire a Alexander y ladee mi cabeza mientras hacia una mueca—Y todavía tengo dudas.
—¡Oye!—Alex elevo la voz riendo. Negó con la cabeza repetidas veces y miro a Matthew—¿Y tu, tigre, alguna niña?
—¿Por que siempre la misma pregunta?—Matthew dejo caer el tenedor al mismo tiempo que se ponía de pie —¡No me interesa!
Y sin más, él pequeño se fue corriendo hacia la escalera, donde supongo que va a su habitación
Alexander rápidamente fue tras él corriendo con alta preocupación. Le sonreí nerviosa a Dylan pero fue en vano, ambos se cuidan entre sí y nunca dejarían que el otro se vaya triste y/o llorando. Son equipo. Dylan sé bajo de su silla y torpemente corrio detrás de ellos.
Apreté el tenedor entre mis manos cerrando mis ojos. ¿Acaso nunca podíamos tener una cena normal?
(...)
Estaba en la cama acostada, leía unos papeles que encontré en la oficina de Alexander. Él se había quedado con los gemelos en sus habitación y yo había venido a la mía ya que estaba fingiendo estar enojada por la falta de respeto que incrementó Matthew en la mesa
—Se han dormido.—Él entra a la habitación con cara de cansancio—Parece que Matthew no se siente atraído a las niñas. Dice que son “mocosas colorinches” Demonios, esa lagartija super desarrollada si que tiene imaginación.
—No debió comportarse así. —Contesté seriamente mientras seguía leyendo—Es la primera vez que hace algo así y sabe a la perfección que no me gusta que ellos sean mal educados. Son príncipes, no pueden hacer berrinches.
—Si, son príncipes... Pero también son niños.—Se acuesta a mi lado pero mirando en mi dirección poniendo todo su peso en su brazo derecho—Los niños son así, berrinches, llanto, travesura, gritos, risas... Solo tienen cinco años, deben disfrutar su infancia.
—¡Es qué...! —Me quedé en silencio y frunci el ceño
Odiaba qué Alexander tenga razón, siempre la suelo tener yo y él solo era el maniático loco. Pero veo que los roles cambiaron.
Reconozco que acabo de actuar como una estúpida.
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Editado: 09.05.2018