Adara POV
Asumida por el libro, pasaba las hojas prestando atención hasta a las más insignificantes palabras. La historia era fantástica, leía la historia ciudades de papel por quinta vez. Me encantaria y desearía poder conocer al autor algún día. Pero si no fuera por qué el idiota de Alexander lo asesinó en la guerra, estaría buscando su hogar para establecer una charla.
Al terminar de leer la última palabra, cierro el libro y levanto la cabeza. Tiró un gemido ahogado a ver a Aleckseï mirándome atentamente.
—¡Alec! ¿Que haces aquí?—Pregunté sorprendida
—Te miraba leer.—Contesta desinteresadamente, alce una ceja —Sonará extraño pero eres ardiente hasta cuando lees.
—Estoy leyendo hace dos horas. ¿Enserio estuviste todo ese tiempo... Mirándome? —Ésto es más que extraño, parece que estoy frente a un psicópata.
—Sip.—Contestó haciendo sonar más la p, —Venía a invitar a una noble dama a una lugar misterioso. —hace que su voz suene un poco más grave.
Miré para todos lados y luego frunci el ceño.—Aquí no hay ninguna dama, Alec.
—Tú, niña, tú.—Se ríe abiertamente. Me agarra de la mano y me hace levantarme. Mientras camina hacia la puerta, yo camino apresurada atrás para no tropezar por tenerle la mano agarrada.—He buscado por semanas un lugar cool para invitarte. La verdad que me fue difícil, quería que sea romántico pero a tí no te gustan los restaurantes.
—A mí si me gustan, no me gusta el cliché.—Murmuro, al salir de la biblioteca, él comienza a caminar hacia su auto donde me abre la puerta como todo un caballero. Me siento en el asiento del acompañante y luego de que Alec gire por el auto y se siente para conducir volví a hablar—Pero sabes, me estás poniendo nerviosa.
—¿Te hago poner nerviosa?—Preguntó sonriendo pervertidamente haciendo un baile con sus cejas.
Lo fulmine con la mirada.
Mientras veía las casas pasar rápidamente por la ventana del auto, veía los carteles que señalaban que nos estábamos saliendo de la cuidad. Estaba nerviosa, demasiado, no por desconfiar de donde será mi paradero con él, sino que tenía el presentimiento que algo muy importante pasará. Ya sabes, ser mitad bruja aveces ayudaba con las premoniciónes.
Comenzaba a sentir sueño, tengo la maldita costumbre de dormirme cuando subo a un auto. Me hubiera gustado coger un libro para el camino, pero Aleckseï había sido muy rápido e impulsivo. Pero evite —exitosamente— no dormirme.
Cuando pude darme cuenta, estábamos rodeados de árboles, Alec había estacionado. Frente al cristal pude ver como estábamos frente a un elevado lugar donde podíamos ver la cuidad entera desde lo más alto.
Solté un suspiro acompañado de una sonrisa amplia, me encantaban estos tipos de lugares, no sabía que había uno por aquí. Pero era impresionante, solo podía ver a los edificios como pequeños e insignificantes. El castillo se lo lograba ver, seguía pareciendo grande pero muchísimo menos qué la perspectiva de siempre.
—¿Te gusta? Al encontrar este lugar creí firmemente que te gustaría. Leí uno de tus libros favoritos cuando estuve en tu departamento cuando Katherine había apagado la humanidad—Alce una ceja—De pasatiempo me puse a leer un libro y ví que habías subrayado una frase “La mejor perspectiva es la de abajo”
—Recuerdo haber subrayado aquella frase. Es muy realista, cuando caes logras ver quienes son los que te ayudan a levantarte o te dan la espalda. Por eso mismo, la mejor perspectiva es la de abajo.
—Si. Haz pasado mucho tiempo con aquella perspectiva, ahora quiero que mires la de arriba. Donde tú eres gigante y la cuidad indefensa es pequeña. Donde tú eres una estrella y la cuidad unos espectadores. Quiero que mires y sientas el viento chocar contra tu cabello blanco, sientas libertad de hacer lo que tú quieras.
Estaba jodidamente emocionada, no lo podía creer, Aleckseï había dicho las palabras más tiernas, bonitas e un poco tímidas que había escuchado alguna vez.
—Sé que quizás, aveces pasas tiempo sola. O qué no siempre estarás acompañada de un buen libro o de mi sexy presencia.—Blanqueo los ojos sonriendo —Por eso, quiero darte esto.
Se eleva un poco hacía atrás de los asientos, agarra una caja con varios agujeros, al elevar sus manos para coger la caja pude ver que sus manos estaban temblorosas. Frunci el ceño cuando dejó la caja sobre sus rodillas y giró su cuerpo en mi dirección.
Abre la caja, pero nada sale de allí, pasar unos segundos y pude ver como unos dos grandes ojos amarillos miraba con miedo a su afuera. Comienza a caminar lentamente y sale de la caja, un hermoso gato blanco con ojos amarillos tan hermosos como ninguno estaba frente a mí.
Lo cogí y lo junte a mi pecho para poder acariciarlo, escuché como ronroneaba. Mi corazón latio rápidamente.
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Editado: 09.05.2018